domingo, 16 de septiembre de 2012

Flashback: una noche de lujo con Morcheeba en vivo



Cuenta la leyenda que Ulises, en una de sus odiseas turísticas, navegó en altamar junto a su tripulación y conoció a las sirenas, criaturas diáfanas oceánicas que con su dulce cantar enamoraban y conmovían los oídos de cualquier mortal. Este efecto hechizante provocó que por el resto de la travesía los navegantes perdieran el juicio y permanecieran atónitos, para dormirse embelesados ante la habilidad de estas platónicas ninfas acuáticas.
Alegóricamente, más o menos algo así sucedió el 21 de marzo en el estadio Luna Park ante la presentación del grupo británico Morcheeba. Tras reiterados cambios de vocalista, habiendo pasado por ese rol Daisy Martey y Jody Sternberg, con  siete discos de grabación en su haber, finalmente la formación originaria comandada por la belleza de color piel de ébano y almibaradas cuerdas vocales, Skye Edwards, volvió a encender la mella de los escenarios y a resucitar el nombre y el espíritu del grupo por el que siempre fue reivindicado: ese trip hop bastante pop, ganchero, rebozado de femineidad sensual y elegancia, apto para ambientar situaciones de copeteo chill out en bares. La jornada fue impecable: la virtuosa dama brilló con luz propia tras los reflectores amén del  resto de quienes la acompañaban sobre la tarima. La buena de Skye dejó más que en claro que su caudal de voz rinde para rato.
La velada arrancó casi sobre la hora, con esa puntualidad inglesa precisa. Las luces se bajaron tenues a una gama de colores fríos, aclimatando una gélida pero agradable atmósfera que el grupo desplegaría al cabo de una hora y media de show.
Cinco músicos salen a escena, pero el plató no esta del todo completo sin su carismática y curvilínea figura. Skye se alinea al resto, vestida en un hermoso y atractivo vestido rojo con falda de abundantes plumas que denota ser pesado (hecho por ella!), el outfit se complementa con plataformas de gran escala y un peinado beehive que rememoraba a la escuela de las Ronnettes cruzada con el porte del charleston de los años '20.
Toda la banda entra con vaso en mano de bebida blanca: tequilas y martinis circulan, haciendo gala de que los exquisitos paladares tendrán su recompensa con un fino momento de placer.
Morcheeba abre con The Sea, rememorando los viejos tiempos de uno de sus más emblemáticos discos, Big Calm. Repasan éxitos de su trayectoria como Over and Over, la ranchera Part of the process (¿¡por qué sin el slide!?), se remontan al primer disco ‘Who you can trust?’ con Trigger hippie o la neo-psicodelica  Tape Loop y animan a que el publico se suelte un poco más con Be yourself  y el enigmático hit Otherwise.
El show (dentro de la tranquilidad  trippera que propone), tiene un bloque aún más relajado donde la tensión desciende a menos cero al igual que las pulsaciones cardíacas. Pero el erotismo crece a pasos veloces cuando la morocha entona Never an easy way  o Slowdown (que dicho sea de paso, hizo valer la entrada por lo bien que salió!).
De su  última placa Blood like lemonade resaltaron Even though, Crimson o Beat of the drum, para la cual pidió la colaboración particionada en coros del publico femenino primero y masculino después.
Los enigmáticos y captivates ritmos, sumados a los suaves y delicados ademanes corporales de Skye, crearon un efecto de hipnosis único en su especie. Todo era como estar en una gran ensoñación auditiva que combinaba soul, dub, trip hop y pop con tintes de electronica.
La performance cerró de lujo con Blindfold y el ovacionado y esperado hit Rome wasn’t built in a day como bis.La diva se fue tras bambalinas para dejarle el cierre a su banda, que continuó tocando sobre el escenario y, como por arte de magia, el nivel del aplausómetro  bajó. El (imaginario) chasquido de dedos hizo que todos despertaramos de ese hermoso paisaje onírico y partieramos del teatro mitad despiertos, mitad dormidos a fin de continuar esos dulces sueños con nuestra almohada. 

Txt: María Gudón
Fotos utilizadas en el blog: cortesía de Agustín Dusserre vía Flickr
Crónica de show escrita para UltraBrit


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