jueves, 29 de enero de 2015

Rhye – Woman


Cuando el vocalista canadiense Mike Milosh coincidió después de viajes y flirteos musicales con el productor danés Robin Hannibal (Quadron), grabaron en Los Angeles el disco Woman, debut (y único trabajo hasta la fecha) del proyecto Rhye. Milosh por aquellos días sentía fuertes corazonadas por la jóven actriz Alexa Nikolas (de quien se enamoró y con quien poco más tarde contrajo matrimonio). Se nota que el amor por su musa flotaba en el aire y se coló con total consentimiento en las 10 canciones que presenta el álbum, que sumergen a los oídos en un aura de intimidad, calidez, sensualidad y delicadeza (la portada también lo confirma: con la toma fotográfica minimalista de un cuerpo femenino en estado de relajación orgiástica). Las pistas están servidas y con ellas se puede sospechar de qué va la cosa: pop/ R&B sofisticado con gotas de romanticismo y sexualidad: porque ambos se complementan en esa burbuja impermeable de idealización donde no existe más que uno y el objeto de afecto.

Por definición, estar enamorado son varias dualidades conviviendo: timidez y exhibición, cubrimiento y descubrimiento, sensatez y sentimientos en carne viva, suavidad y pasión, erotismo y adoración.

Woman es estar en cercanía con la persona deseada y amada en una habitación, masajeando el pelo con las yemas de los dedos, rozando el cuerpo del otro y sientiendo cómo se eriza la piel, intercambiando besos que comienzan cohibidos y que luego terminan en una conquista avasallante, quitando las capas de ropa para llegar a conocer la naturaleza desnuda del otro. Pero ahí se cierra la puerta con el cartel colgante en el picaporte de “Do Not Disturb”, ese es el límite de privacidad hasta donde permite llegar al oyente. Se viven tiempos en donde la obscenidad está alcanzando su pico de vértigo y el sexo en la música se encuentra más presente que nunca, pero este caso es especial porque no cae en la vulgaridad de mostrar y aniquilar el misterio, sino que insinúa, sugiere e invita a pasar a la trastienda de las fantasías, un mundo más interesante que el de lo explícito y literal. También es ponderable que en un panorama actual de vínculos frágiles y de reducida durabilidad todavía haya quienes le canten a las conexiones de amor verdadero desde una posición emotiva y honesta.

La fibra íntima y el tacto se logran a partir de la simpleza de los arreglos musicales: líneas de bajos protagónicas y lánguidas, la participación de instrumentos de cuerdas (violines) o viento (clarientes, saxos), estribillos gancheros con coros sutiles y la voz sosegada de Milosh, que engaña y hace creer que quien canta es una mujer, recordando a Sade, Tracey Thorn (Everything But The Girl) o a la androginia vocal de Chet Baker o Sean Carey.

Las canciones mantienen una estructura pop tradicional y accesible con reticente intervención de sintetizadores electrónicos, tomando como principios la pulcritud y la síntesis, el “menos es más”.

'Open' y 'The Fall' son los comodines perfectos de apertura: en la primera Milosh no le esquiva al erotismo (I’m a fool for that shake in your thighs/I’m a fool for the sound in your sighs”) y en la segunda reclama sus derechos sexuales insistentemente, acompañado de un repetitivo loop de piano (“Make love to me / One more time /Before You Go Away / Why Can't You Stay?”). (Es interesante ver también qué ocurre en ambos videos, que están entrelazados. Mientras en el primero una chica mira por la venta a una familia tipo con anhelos de trasladarse a ese futuro escenario de la vida con su novio, en el último aparece esa misma pareja adulta abatida por el peso de la cotidianeidad, habiendo perdido la chispa jovial y todo rastro de diversión. El hombre desea volver el tiempo atrás y reencontrarse con el recuerdo de su mujer, cuando no era tan seria y se permitía ser más libre. Algo que concuerda con el dicho de que desde la ventana de enfrente, siempre todo se ve mejor).

'Last Dance' y 'Shed Some Blood' tocan aristas filosas: esas peleas hirientes que son como las espinas de una rosa pero que fortalecen las relaciones (“Tell me lies and lullabies but don't tell me to change. These oily feathers prepped for a fight” / “We shed some blood, we shed some tears. Don't call me love unless you mean it”).

3 Days” , al igual que “Hunger”, aparte de compartir el pulso bailable, marca el reencuentro apasionado, el apetito voraz por “comerse” al otro. Los temas menos lineales son: “One of Those Summer Days” y el track que da nombre al álbum, en el que se repite la palabra “Woman” hasta llegar a convertirse en un balbuceo irreconocible.

Rhye logra con este trabajo celebrar la exaltación de la figura y condición femenina de la forma en que la mujer le gustaría que la tributaran: cantándole a una geografía curvilínea llena de poesía, relieve y sensibilidad.





Modo de uso

Cuándo escucharlo: Cuando encuentres y sientas la conexión mágica con alguien
Cómo escucharlo: en intimidad y relajación
Donde: tumbados sobre el sofá, cama o pasto

Se recomienda guardar en la discoteca entre:

- Sade – Promise (1985) y Love Deluxe (1992)
-The xx – Coexist (2012)
- Kindness – World, You Need a Change of Mind (2012)
- Jessie Ware
- London Grammar – If You Wait (2013)
- The Weeknd – House of Balloons (2011)
- James Blake – James Blake (2011)
- Destroyer – Your Blues (2004) y Kaputt (2011)
- BANKS – Goddess (2014)
- Frank Ocean – Channel Orange (2012)
- Everything But The Girl – Amplified Heart (1994)
- Michael Franks – The Art Of Tea (1976)
-Daughter – If You Leave (2013)


Fecha de vencimiento:  El día en que al mirar a tu pareja, lo sientas más cercano como hermano o amigo que como amante