miércoles, 4 de septiembre de 2013

Beach House en Vorterix: viaje hacia el profundo mundo de los sueños


Realismo mágico: dícese de un género literario  de mediados del siglo XX acuñado por el crítico de arte alemán Franz Roh que pretende enmarcar en un contexto de verosimilitud hechos fantásticos, insólitos e irreales.

Si mediante esa definición se puede explicar lo percibido sensorialmente la noche del 3 de Septiembre en el teatro Vorterix con  el show de Beach House, entonces se podría decir que al cabo de una hora y media el público fue testigo de una especie de acto ilusionista.

El dúo de Baltimore conformado por Victoria Legrand y Alex Scally se presentó por primera vez en Argentina con cuatro discos en su haber, siendo los dos últimos (Teen Dream (2010) y Bloom (2012)), los más consagratorios en términos comerciales y en la solidificación del estilo dream pop que supieron heredar generacionalmente de maestros como Cocteau Twins, Slowdive, Mazzy Star o Galaxie 500.

La banda recorrió su carrera sin mezquinar material de ningún álbum, alternando entre lo que se podría  denominar hits (aunque sin llegar a bordear lo mainstream) y temas menos reconocidos. El telón se abrió con ‘Wild’, un track salido de su última placa con notables reminiscencias guitarreras a Seventeen Seconds de The Cure. Acto seguido siguieron sonando  ‘Other People’, ‘The Hours’ o ‘Take Care’, pero los momentos más ovacionados por lejos fueron, predeciblemente, ‘Walk In The Park’, ‘Norway’, ‘Lazuli’, ‘Used To Be’ y ‘Zebra’, favoritos entre los presentes.

El momento de correrse hacia el  pasado y volver la mirada a lo nostálgico exigió su lugar y llegó con ‘Master Of  None’ de su debut y  el bis ‘Heart Of Chambers’ de su segunda obra Devotion, al que se le acopló como medley el final de ‘Gila’.

Beach House se basa fundamentalmente en cuatro fuertes recursos que se repiten insistentemente: guitarras con chorus y reverberación, sintetizadores ochentosos, baterías  downtempo y la singular voz de Legrand, que tiene el poder de erizar el vello y alojarse en los poros de la piel como un virus. Por momentos la propuesta puede volverse algo redundante y varios temas como ‘Wishes’ o ‘Myth’, que comparten la esencia, parecen ser parte de una misma melodía extendida en el tiempo. Pese a esta crítica, la propuesta es coherente desde todo lugar y el sello personal de la banda queda claro y estampado en los oídos.

En vivo el duo tiene un sonido muy fiel al de estudio, y la puesta escénica (que resulta austera pero muy creativa para  los recursos con los que cuenta) termina de ajustar a la perfección el concepto que  se plantea, esa complicidad con el universo lyncheano.  Mientras se desarrollan atmósferas nebulosas con texturas hazy que hacen sentir a uno en un viaje astral o como un náufrago ante la agitación del sensible rock oceánico, las luces acompañan sabiamente esos climas. Se fusionan en tonos cyan y magenta coloreando el aire, titilan cuando las melodías explotan en crescendo, proyectan efectos ópticos en un cortinado de varillas, brillan hacia el fondo en forma de lunares cual estrellas en el cielo, se vuelven blancas y se funden con el humo haciendo aparecer y desaparecer mágicamente la figura de Legrand como si fuera parte de un hechizo.

Victoria, ataviada para la ocasión con un look que nada tiene que envidiarle a ‘la bruja’ Stevie Nicks (Fleetwood Mac), también acompaña esas decisiones con un vestuario acorde que comenzó con una oscura campera de cuero para dejar entrever más adelante una prenda llena de lentejuelas que se activó con los destellos lumínicos. Su grave voz es un mapa cartográfico emocional en donde conviven sensaciones ambiguas: la inocencia y fragilidad, el mundo onírico  y en simultáneo la melancolía, el desencanto y la frialdad.

Haciendo un balance: los estímulos sensoriales alteraron la realidad espacial, el tiempo perdió su lineamiento convencional y se volvió cíclico, hubo representación de ‘mitos’,‘deseos’ y ‘almas plateadas’, se combinó lo cotidiano con efectos sobrenaturales…Con todas estas características reunidas, se puede afirmar que estuvimos ante la presencia de un show  realmente mágico al que posiblemente recordemos en nuestras fantasías.


Txt: María Gudón

Ph: cortesía de Tomas Correa Arce