lunes, 21 de noviembre de 2022

Weyes Blood – And In The Darkness, Hearts Aglow (2022)

 

Ph: Neil Krug

Como en una novela, Weyes Blood retoma la historia de Titanic Rising (2019) con la secuela de su trilogía conceptual, justo donde quedó pausada en el mundo pre-pandémico. Si el primer tomo navegaba las aguas de lo incierto, viendo desde la superficie cómo se asomaba la punta del iceberg que hundiría al barco catastróficamente, tres años más tarde en And In The Darkness, Hearts Aglow ésta náufraga toma aire y coraje para sumergirse en lo profundo del océano y descubrir el impacto emocional del choque.

 La ruptura amorosa es el eje temático del nuevo disco pero, en un contexto tan fragmentado, la experiencia personal pasa a fundirse con otras cuestiones, ganando terreno universal. Mientras la visión socio-ecológica cambiante y extraña quedaba plasmada en Titanic Rising, en éste último trabajo la procesión va por dentro.

'Si no hay más nada que pueda decir sobre lo externo -porque ahora todos saben qué está pasando y cómo se siente- entonces hay que ir a lo interno'', menciona la líder del grupo Natalie Mering en una entrevista con FLOOD. Llegar al centro de las emociones a veces requiere despojo y con la música ocurre lo mismo. Nuevamente el productor Jonathan Rado (Foxygen) comandó el viaje pero en una dirección distinta: lejos del barroquismo y la densidad, acá privilegió la introspección depurada. Para captar ese espíritu íntimo la banda grabó en simultáneo y en cinta desde los Eastwest Studios, un espacio con mística propia que albergó a artistas como Everly Brothers, Mamas & The Papas o Elvis, además de ser la casa donde los Beach Boys dejaron huella con Pet Sounds (1966).

 Ya de arranque, en el corte setentoso ''It's not just me, it's everybody'' Mering confiesa sentirse invisible, convencida que no es la única en experimentarlo (''Sentada en esta fiesta preguntándome si alguien me conoce y ve realmente quién soy. Hace mucho que me sentí realmente conocida''). Mientras arroja el pronóstico actual (''Viviendo en el despertar de cambios agobiantes, todos nos convertimos en extraños incluso para nosotros mismos''), en el video baila en un set de filmación con un smartphone que se va cobrando vidas y alimentando de almas, un guiño más cínico y actual al entretenimiento inocente de Gene Kelly y el ratón Jerry en Anchors Aweigh.

 

Estas canciones ensoñadoras y melancólicas cuentan una historia simple y lineal que va sumando elementos que la complejizan, por lo que no es extraño que maduren con las escuchas. ''Children of the Empire'', o lo que podría ser un himno de Brian Wilson era Surf's Up, tiene ese poder y es un canto urgente al trono que recibirán los herederos, donde apremia la unión y acción por preservar las ruinas a futuro.

El folk psicodélico ''Grapevine'', al igual que ''Twin Flame'', es donde la dinámica afectiva se manifiesta en forma más obvia. La primera es la ruta de encuentro de dos amantes que, por narcicismo, terminan yendo en sentido contrario (''Si un hombre no puede ver su sombra, puede tapar tu sol todo el día. Puede hacerte pequeña, tiene el poder de sacarte su amor'').  Mientras que ''Twin Flame'', donde se introduce novedosamente la textura de una batería electrónica, ironiza sobre la idea de las almas gemelas y la fecha de expiración de las relaciones cuando la balanza se inclina en favor de un solo lado (''ahora nuestras horas se sienten tan contadas y pequeñas, sosteniendo el amor solo por mantenerlo'').



Dos años de encierro privados de contacto erosionaron los vínculos humanos con el afuera, borrando los límites temporales y dejando consecuencias de las que hoy estamos saliendo sin entender demasiado hacia donde avanzar. La pandemia interfirió en la salud mental, la soledad y el acelere capitalista del que habla la canción folk-pop ''The Worst Is Done''.

 ''Estoy segura que muchas generaciones a lo largo de la historia resistieron cataclismos así, pero éste se siente realmente abstracto y novedoso porque hay mucha superposición tecnológica y climática, aunque no haya nada nuevo bajo el sol. Lo peor ya fue hecho pero se va a volver todavía más abstracto y retorcido. Pese a que ya no estemos más en la era oscura lidiando con la plaga, vamos a tener que lidiar con otras cosas''  apunta la artista en otra entrevista con FADER en función al tema. Algo que también desarrolla en ''Hearts Aglow'', anhelando encontrar amor genuino y reconexión con los espacios tranquilos entre tanto ruido y tumulto.

''Creo que había una esperanza de que en la post-pandemia todos íbamos a ser más unidos y a reconstruir este mundo nuevo. Desafortunadamente, nos inclinamos aún más en nuestros teléfonos y la gente que no debería haberse vuelto más rica transformó exponencialmente su riqueza. Es un pequeño insulto a las heridas personales y creo que eso también está perpetuando esta sensación de malestar'' completa.

 Como sugiere el título del disco, ''en la oscuridad los corazones brillan'' y aunque se sienta el apagón, la luz tenue de un faro promete a lo lejos un puerto de anclaje. Uno de estos momentos superlativos e iluminados llega con ''God Turn Me Into a Flower'', que de tan etérea flota (a la par de la angelical Julee Cruise). Basada en el mito de Narciso, Natalie cobra noción de la belleza y valor humano y alienta a seguir conservando la suavidad en los pétalos, aún cuando las amenazas del mundo nos hacen crecer espinas y el espejo devuelve distorsiones. Su voz frágil se fortalece, como una flor que empuja los límites hasta romper el cristal que la rodea para salir al mundo natural, elevada por los sintetizadores y sampleos ambientales de Oneothrix Point Never.






La última chispa de optimismo aparece al cierre del disco introducida por un piano en ''A Given Thing'', un final abierto donde queda la página en blanco para el próximo capítulo: un amor sano que no se limite ni implique esfuerzo, sino que fluya como fuerza natural entre dos polos alineados en la misma frecuencia. Algo recíproco que quizás la humanidad necesite en estos tiempos para volver a empatizar y conectar con lo esencial.  

Si, citando la película Titanic, ''el corazón de una mujer es un océano profundo lleno de secretos'', el disco es una buena apertura para conocerlos. Natalie Mering cerró un capítulo personal lanzando esta joya al océano y en una inmensidad de resonancias siniestras donde puede quedar perdida, el diamante brilla lo suficiente como para que cualquiera que bucee debajo de lo obvio pueda verlo. En la oscuridad y desilusión que vivimos, solo una persona con luz y una llama viva de esperanza por cambiar las cosas es capaz de  crear sentido y transformar lo doloroso en poético y lo íntimo en una experiencia compartida.






Ph: Neil Krug

Carta a los oyentes con la que acompañó al disco:





Para archivarlo entre:

Weyes Blood - Titanic Rising (2019)
Stevie Nicks - Bella Donna (1981) / Wild Heart (1983)
Fleetwood Mac - Rumours (1977)
Bob Dylan - Blood on the tracks (1975)
George Harrison – Living in the material world (1973)
Harry Nilsson – A Little Touch of Schmilsson In The Night (1973)
The Beach Boys –  Surf’s Up (1971)
Carpenters –  Close To You (1970) / A Song For You (1972) / Horizon (1975)
Joni Mitchell – Blue (1971)
Judee Sill – Heart Food (1973)
Joan Baez - Diamonds & Rust (1975)
Laura Nyro – Eli and the Thirteenth Confession (1968)
Enya – Watermark (1988)
Julee Cruise - Floating into the night (1989)
The Last Shadow Puppets -  Everything you’vecome to expect (2016)
Beck - Sea Change (2002)
Father John Misty – Pure Comedy  (2017) / God's Favorite Customer (2018) / Chloe and The Next 20th Century (2022)
Beach House – Bloom (2012) / Depression Cherry (2015)
Julia Holter – Have you in my wilderness (2015)
Sharon Van Etten - Are we there? (2014)
Julia Jacklin - Crushing (2019)
Brian Eno – Another Green World (1975)
Julie London - Julie is her name (1955)
Roy Orbison - Lonely & Blue (1961)




Ph: Neil Krug


sábado, 8 de octubre de 2022

The Lost Record (2021)



Seguramente alguna vez encontraste un disco desconocido en un pilón de ofertas que por alguna razón –sea su estado, portada o créditos- te sedujo y susurró: ''Llevame, no te vas a arrepentir''. Después de un escaneo y peritaje intenso, lo sacaste polvoriento de una esquina para darle mejor atención y vida. O él te sacó de tu rutina para mostrarte otro mundo posible donde tus pulsaciones podían latir al compás de sus RPM. ¡It’s a match! Este vínculo amoroso, tangible y simbiótico es historia frecuente entre los diggers y sus ''pescas'' y el punto del que parte The Lost Record (2021) para sentar bases más profundas.

La película dirigida por Ian Svenonius (cantante de The Nation of Ulysses, Chain & The Gang, The Make-up) y la fotógrafa Alexandra Cabral, nace como ensayo del disco de ESCAPE-ISM, la banda que comparten. Su concepto rector es el ciclo solitario por el que pasa la música no comercial, que más allá de su potencial está destinada a hibernar en el olvido hasta que un entusiasta o curioso la rescate y expanda.  La heroína que lo hace es una chica (Pauline Jorry) que descubre por accidente uno de estos tesoros perdidos en un mundo distópico y autoritario donde solo es legal escuchar al  #N°1 Record (al estilo Farenheit 451 o Un Mundo Feliz). Las radios, fiestas, TV y publicidad se complotan en rotar únicamente a ese hit ganchero pero vacío que obsesiona a todos. La sociedad tiene comportamientos lobotomizados:  en la fábrica los operarios producen arte seriado en modo autómata sin explotar sus rasgos ni inquietudes creativas, algo que también se ve en la rutina robótica de citas a las que acuden, donde delegan su confianza ciega en una empresa que los vincula según el signo astrológico, amén de su compatibilidad personal (¿llamado para Tinder?).

Luego de encontrar en una tienda sin etiquetas ni portada al Lost Record que nadie quería, la protagonista lo lleva y se encierra a escucharlo en su habitación, lejos de toda normativa. Entre el vinilo y ella se crea un lazo afectivo (por momentos bizarro e íntimo) donde, entre charlas, él asegura que su problema no es estar perdido sino la falta de amor recibido y que considera a su dueña especial por haberlo encontrado y elegido. En su naturaleza rebelde, el disco quiere darse a conocer y la chica se niega a sacarlo de la clandestinidad porque prefiere tenerlo como posesión secreta. Pero luego, en una fiesta psicodélica  lo reproduce ante sus amigos y desata una revolución sensorial (comparable a la del LSD) que desafía y pone en jaque al sistema.

Hasta ahí podría tratarse de una historia común, pero lo que hace especial a esta gema poco difundida es su guión e identidad visual. Rodada en 16mm con una excelente dirección de arte retro-futurista que evoca a los films underground de Warhol y Kenneth Anger, la película plantea con fines filosóficos la relación política, sexo-afectiva o social que une a las personas con los objetos. De hecho el verdadero protagonista es un objeto (el disco) y la trama explora cómo su fetichización acompañada de publicidad convierten a la humanidad en el producto esclavo  (''no deje que el disco lo domine, es usted el que debe dominar al disco''), algo que hoy podría reflejarse en los algoritmos. También se muestra el resentimiento de lo marginal ante la falta de reconocimiento masivo (''Hits are for squares'') y la traición que representa para un seguidor que el arte de culto se popularice. Como último punto, también queda subrayado lo difícil que es interactuar y vincularse en el mundo cuando se elige un camino alternativo que, en lugar de dictámenes de moda, sigue los propios parámetros.

Por estas razones, pese a que sus 76 minutos pueden resultar algo monótonos, la película es una experiencia desafiante que exige una postura del espectador. La reflexión crítica no es solo con la música e industria, sino con todos los órdenes de la vida desde que el capitalismo y consumo corporativizaron al hombre y sus emociones.

¿Para verla? Hasta en eso el medio es el mensaje: de momento no circula en plataformas on-demand, portales de películas, cadenas de cines ni festivales. Al que quiere celeste, que le cueste…quizás a futuro aparezca perdida en la deep web y la misión de quienes la encuentren sea llevarla a la luz del conocimiento como en la historia. Después de todo, esta también es una Lost Movie que espera a ser descubierta.















 

martes, 13 de septiembre de 2022

Green Day en Vélez: escuela de rock explosivo

 

Ph: Martín Bonetto | cortesía Clarín


Como Moisés al dividir las aguas, la pasarela que surca las vallas a ambos lados del mangrullo de Vélez Sarsfield es la brecha generacional que separa la fecha de Green Day en dos públicos, dos repertorios y hasta dos actos de apertura distintos…aunque desde el plano cenital del drone todo se vea y suene parecido.

Abriendo como teloneros en horario ATP, de un lado está Bastardos del Under, una banda sub20 de Moreno con yeites de film indie que llegó a tocar ahí por una campaña viral de redes. Del otro, Billy Idol, el sexagenario punk que desde Generation X marcó escuela y allanó el camino para que todo esto tenga sentido. Pelos de colores y acné en los nuevos herederos, canas y achaques en el público de vejetes. Y en el medio, Green Day uniendo fisuras.

Son pocos los referentes de la generación ‘90 que no (la) quedaron en el camino y pudieron reinventarse masivamente ante nuevas audiencias: Damon Albarn con Gorillaz, los Gallagher como solistas, Foo Fighters post Nirvana, Green Day y…ahí termina el conteo. En esa transformación y cambio de era, el trío californiano logró convertirse en una banda de estadios, llevar su punk-pop melódico a las radios y maximizar la fórmula de sus discos frenéticos en operas rock de larga duración.  Sus shows siguieron una lógica similar, siendo 100% tribuneros, hiteros y pirotécnicos: saben lo que piden los fans y van al hueso. La rebeldía punk y el no future ya es cosa vieja (¿alguna vez estuvo?) y hoy, en un mundo tan castigado y recién salido de pandemia, el lema pide optimismo: punkis et circenses, alcanza con divertirse, distraerse y pasarla bien, lo que explica un poco cómo y porqué el estadio de Liniers agotó 30.000 localidades  varias semanas antes del evento.

 Todo está en su lugar  dentro de una apuesta segura que funciona, aunque de a momentos pueda rozar lugares comunes y volverse predecible.  Ya la pauta la marca el himno ‘’Bohemian Rhapsody’’ de Queen como preámbulo de lo que vendrá: coros multitudinarios, smartphones iluminando Vélez, pogo saltarín y fin de fiesta emotivo. En una patria ramonera como Argentina, que ‘’Blitzkrieg Bop’’ también suene de intro mientras Drunk Bunny arenga al público es todo un ejercicio de precalentamiento acertado. Para cuando Billy Joe Armstrong, Mike Dirnt y Tré Cool salen a escena abriendo con ‘’American Idiot’’, ‘’Holiday’’ y ‘’Know your enemy’’ tienen a la gente encendida como los petardos que explotan por el aire. El show es una maratón de clásicos que no baja en intensidad enérgica, salvo en los momentos en que el carismático cantante sale a tomar aire repasando las baladas del grupo (‘’Boulevard of Broken Dreams’’, ‘’21 Guns’’, ‘’Wake me up (when September ends)’’, cuando invita a fans del público onstage (un afortunado cumple 'el sueño del pibe’ y hasta se lleva de souvenir una Epiphone) o cuando al estilo Sting / Mercury dirige a las masas con un feedback que lo deja eclipsado.

 La columna vertebral del setlist se basa en puntos estratégicos, partiendo de sus discos más populares: Dookie (con temas como ‘’Welcome to paradise’’ ‘’When I come around’’, la inoxidable ‘’Basket Case’’, ‘’Longview’’ o la sorpresa de la noche ‘’She’’) y su obra  post 9/11 American Idiot (con ‘’St. Jimmy’’ y ‘’Jesus of Suburbia’’ a la cabeza). Pero también hay escalas en álbums más olvidados como Insomniac (‘’Brain Stew’’) para contentar a la vieja escuela. Incluso la cosa se pone más interesante con pequeños guiños que homenajean a sus influencias, como el tributo kissero  de ‘’Rock and Roll All Nite’’ o los medleys de Nimrod con éxitos legendarios (‘’Hitchin’ a Ride’’ y el riff de ‘’Iron Man’’ de Sabbath o el dixieland-ska ‘’King for a day’’ en fusión con ‘’Shout’’ de los Isley Bros).

Promediando las dos horas de show, los integrantes de Green Day terminan tocando a rastras en el piso y el público pogueando con las pocas fuerzas que le quedan, con un Billie Joe poniendo broche e interpretando a solas una versión precipitada de ‘’Good Riddance (the time of your life)’’. El cierre no es antojadizo: quienes son chicos y los ven por primera vez, como dice la letra, se llevan el momento de sus vidas, quienes crecieron y comparten edad con la banda, otra lección reafirmada en el tiempo.


Ph: Martín Bonetto | cortesía Clarín

Ph: Patricio Pidal | cortesía La Nación



BILLY IDOL: UN GRITO DE REBELIÓN DOMESTICADA

Ph: Patricio Pidal cortesía La Nación 


Las pantallas proyectan un paisaje desolador y distópico, un boulevard de sueños rotos atravesado por una marquesina que solo ilumina la palabra ‘’Idol’’. En la escena punk, Billy Idol es de las pocas luminarias que no se quemó por el live fast & die young.  A los 66 años, con un presente activo y a tres décadas de su única visita, el regreso al país no deja de ser digno de celebrar.

El artista británico da cuenta de su grandeza con un setlist de una hora en el que dialogan pasado y presente, aunque los war flashbacks ochentosos ganen la pulseada. Si bien hay una intención puesta en repasar highlights de The Roadside (2021) y su próximo EP (con cortes como ‘’Bitter Taste’’,‘’Running From The Ghost’’ o ‘’Cage’’), el poder de los recuerdos vaporosos empaña el 80% de su repertorio.

Con un puntapié infalible como el riff inicial de ‘’Dancing With Myself’’ introduce el clima festivo, que continúa con un bloque de hits demoledores como ‘’Cradle of love’’, ‘’White Wedding’’, el cover  ‘’Mony, Mony’’ de Tommy James & The Shondells o ‘’Flesh for fantasy’’, donde el veterano retruca su carta de sex symbol sacándose la remera hasta quedar en cueros.

Mientras canta, ‘’tuerce la boca y se arregla el pelito’’ para la cámara: sigue conservando la misma pose de tipo-duro-pero-cuidado, portando campera negra con tachas y colgantes, frunciendo el labio como villano o repartiendo lengüetazos como en su etapa rockstar de poster pagsa.  A los años de experiencia como performer, se suma una banda ajustadísima que sabe secundarlo en sus decisiones artísticas, con el guitarrista  Steve Stevens recibiendo standing ovation por mechar con precisión riffs gancheros y solos virtuosos.

El pseudo punkito de Billy tiene un universo musical tan comercial como indefinido, logrando lo que a muchos de su camada les cuesta: encajar cómodo en la batea de bubblegum pop, hard rock motoquero, cyberpunk, new wave o hasta hair metal. Así se explica que canciones contrastantes como la balada synth ‘’Eyes Without a Face’’ (un momento paradójico donde lo instrumental suena impecable pero su voz flaquea) convivan en perfecta armonía con las bases machacantes y ruteras de ‘’Blue Highway’’ o ‘’Rebel Yell’’.

‘’Nos vemos en los próximos 31 años, aunque no vaya a estar vivo’’ sentencia Idol antes de fugarse del escenario. A juzgar por la respuesta del público, seguramente esta vez no tarde tanto. 

Ph: Patricio Pidal | cortesía La Nación




sábado, 9 de julio de 2022

Feli Colina – El Valle Encantado (2022)

 

A Feli Colina le gusta transitar los contrastes y sabe que, como el Sol necesita a la Luna y el día a la noche, después del vendaval que sacudió su mundo (un desamor que inspiró un disco catártico seguido de una pandemia) tenía que volver a plantar raíz en suelo firme.

 Si su segundo trabajo Feroza proponía un viaje claroscuro a grito de enojo, El Valle Encantado resulta lo opuesto: la fierecilla sigue indomable pero en un paisaje por el que corre libre, susurrando en la calma de un oasis. Ese valle es la tierra que dio vida a sus frutos más nobles, por el que fluyen ríos de inspiración y habitan criaturas celestiales: un ecosistema tan único y digno de preservar como la música de la cantautora salteña.

 Donde antes habían guitarras rabiosas y disonancias, ahora la naturaleza impone su ritmo pulsante con latidos de bombo legüero, wuancara, congas y cajón peruano. Cuando antes la construcción giraba sobre un personaje ahogado en emociones intensas, ahora lo hace sobre la armonía de un lugar sagrado y sereno.

 Feli sabía que con Feroza había dejado la vara alta y existía el miedo a no poder reinventarse o estar al nivel en esta nueva obra. Por eso en sus plegarias, como dice en el tema que da pie y nombre al disco, le pidió al cielo que le regale poesía y canto. Y así la musa Madre apareció sin tocar su puerta, con una fuerza creadora a la que le rindió culto en diez canciones que celebran y resignifican el folclore, sus raíces norteñas, la naturaleza y la figura de la mujer latinoamericana.

 Canción a canción esta musa va cambiando de forma en una comunión de fantasías que van de la mano, manifestándose como diosa pagana, como madre a la espera de germinar o enterrar su semilla, como Pacha Mama o en una ronda de amistad de ninfas. Sin dudas el disco carga con un lenguaje y simbolismo religioso y mitológico fuerte (que se complementa con el arte conceptual de Inti Patrón) pero lo interesante es cómo Feli, al igual que con los géneros musicales que explora, se apropia de ellos para crear sus propios postulados e íconos de fe, así como su propia musicalidad.

 En ‘’Aguatera’’ va repartiendo al son de un carnavalito de ocarina su ofrenda de agua bendita, transformadora de malezas en yuyos verdes.  Pronto llega la tensión y en ‘’Chakatrunka’’, una chacarera-tanguera, aparece la fortaleza de una mujer aguerrida que carga con la cruz de haber sido deformada hasta casi romperse de tanto silencio e injusticias sociales. ‘’Caballo’’, el lado B del tema, deja expuesta su vulnerabilidad y, tanto por el video como por el foley, se podría jurar que trata de un pasaje cinematográfico. La musa va detrás del fuego hasta casi quemarse  y en ‘’Diabla’’, un candombe candente de aires gitanos, se presenta como una diosa libertina capaz de conquistar lo que se cruce a su paso para luego abandonar el tridente y entrar en un estado más silencioso y contemplativo.

 Es interesante el contraste entre nacimiento y pérdida que se da en canciones como ‘’Madre’’ o ‘’El Orden Sagrado’’, un ciclo de fertilidad  sobre el que ya cantaba desde mucho antes (‘’Chimi’’). Dentro de este bloque maduro, el momento más elevado e íntimo del disco es por lejos con la acústica ‘’Ancora’’, una especie de ‘’Barro tal vez’’ / ''Panacea'' modelo 2022 que va apagándose hasta cortar la respiración (‘’La Llave Maestra’’). Lo mismo sucede con el enganche coral entre ‘’Osana (En Las Alturas)’’ y ‘’La Gracia’’, una murga de bautismo donde la musa es alabada, una vez más, en Familia por su condición y frescura de niña, con la esperanza de verla florecer al llegar la primavera.

 Ser testigos de este intercambio inspirador entre Feli Colina y su diosa es un privilegio para el escenario musical de estos tiempos. La visita de la musa no solo tuvo el poder de transformar el casco histórico de Salta en una escenografía mágica como punto creativo de partida, sino que logró convertir las canciones en algo superior a un disco para llevarlas a una experiencia.





''El Valle Encantado'' / ''Aguatera''

''Chakatrunka'' / ''Caballo''

''Diabla'' / ''El Orden Sagrado''

''La Entrega'' / ''Ancora''

'La Llave Maestra'' / ''Madre''

''Osana (En las Alturas)'' / ''La Gracia''


jueves, 27 de enero de 2022

Olivia Rodrigo: Honestidad brutal de una rebelde con causa

Ph: Nylon Mag 

''Estoy harta de los diecisiete. ¿Dónde carajo está mi sueño adolescente? Si alguien me dice otra vez ''disfrutá tu juventud'' me voy a largar a llorar'' lanza la starlet Olivia Rodrigo en su single ''Brutal'' con salvajismo mesurado, casi como hace cuarenta años atrás lo hacía Alice Cooper en ''I'm eighteen''.




Desde su POV (o ''punto de vista'' en Tik Tok) es lógico mirar con cierta decepción el mundo heredado: le tocó transitar sus años dorados en inestabilidad financiera, crisis climática y una pandemia que le quitó uno de los momentos más esperados rumbo a la adultez: la graduación secundaria. Si a esto le sumamos el primer fiasco amoroso, cualquier teenager puede transformar un mar de lágrimas en un escenario apocalíptico en menos de lo que scrollea una story. Pero a pesar del sabor amargo, Olivia tuvo una venganza dulce y 2021 fue el mejor año de su corta vida. Durante el confinamiento co-compuso junto al productor Dan Nigro los once temas de su debut SOUR, el disco del año más reproducido globalmente en Spotify y el diploma con el que se graduó en curso acelerado de la academia High School Musical de Disney para entrar en la carrera de cantautora pop. Y aunque casi no tuvo oportunidad de presentarlo en sociedad, hizo bien los deberes y se ganó la beca de Geffen Records, que le armó la SOUR PROM, una fiesta lanzamiento por streaming para amigos y fans con el típico imaginario de las graduaciones norteamericanas: su propia película donde no faltó la limusina que pasó a buscarla ni el ballroom con la bola disco, los lentos o el campo de juego rodeado de capitanes y porristas. Parte de la campaña promocional de marketing también incluyó otras acciones como un CARWASH donde la gente podía escanear un código QR y escuchar una playlist especial mientras lavaba su auto y recibía obsequios de Taco Bell o Sour Patch Kids. Un storytelling brillante digno de un guión de Amy Heckerling o Helen Childress.


Ph: Sour Prom - Instagram


En una industria donde cada fandom elige su propia aventura y cada artista tiene el estereotipo asignado antes que su nombre artístico (Taylor Swift como Miss Americana, Miley como country girl 'rockera', Billie Eilish en plan freak, Camila Cabello representando la sangre latina y Phoebe Bridgers o Clairo como las chicas del indie), Olivia Rodrigo apuntó a sus fuentes educativas: los viejos (?) discos pop-rock alternativos de Alanis Morissette, Fiona Apple y No Doubt que escuchaba con su madre, donde encontró el hueco por el que meterse en escena. A diferencia de otras artistas de la misma camada, escribe sus letras y toca la guitarra y el piano (lo que es una rareza en esta era de nativos digitales criados a base de PC Music y smartphone). Sus canciones son auténticas y no disimulan las inseguridades, miedos, sueños o torpeza propia de la edad, por lo que en seguida tuvieron resonancia entre los tweens, que apoyaron su permanencia en los charts frente a tantas bombas de humo pasajeras. 

SOUR viene a ser como abrir el diario íntimo de una adolescente ciclotímica que esta buscando su lugar entre el punk-pop, las baladas de piano y el folk acústico. No importa la página donde caigas, el disco versa sobre la percepción que los otros tienen sobre la propia identidad y autoestima, ecos fantasmales que aparecen en relaciones con exes (''Traitor'', ''Deja vu'', ''Good 4 U''), en expectativas de mayores no cumplidas (''Brutal'', ''Hope ur ok'') o en la proyección y exigencia superyoica que demandan las redes sociales cuando el perfil personal no encaja en ellas (''Jealousy, jealousy''). 

La euforia emocional fluye en una voz suave que susurra por lo bajo agresividad, se ve en un estilo soft girl que combina lo pastel con toques grunge y se percibe en la dirección artística de un producto de supermercado que pide en algún momento escapar de la góndola en la que fue puesto. Quizás por eso hay un vínculo tan fuerte con grupos de chicas anteriores como Elastica, The Muffs o The Breeders. Y quizás por este motivo el fichaje vino de la mano de Interscope/Geffen, el label subsidiario de Universal Music que fue la casa ''progresiva'' de Nirvana, Sonic Youth, Beck, The Sundays y Weezer back in the good old days.

Looks y estilo de Olivia Rodrigo 


Es curioso que una propuesta fresca y simple concentre en sí misma tantos disparadores culturales. La temática highscool americana viene siendo resignificada a lo largo de la historia desde varios aspectos en el mundo del cine, la fotografía y música.

¿Por qué la obsesión con el Prom? Fountains of Wayne intenta explicarlo en este tema. Quizás por ser la última noche donde se pueden romper las reglas y pasa de todo: desde la reivindicación de los nerds y desmitificación de los populares hasta el ansiado baile y beso con alguien especial, una reconciliación o confesión a tiempo o un incidente tétrico que altere los hechos. En esta Prom ficticia sabemos que a Olivia le pasó algo: ni el brillo de su tiara ni el bouquet que la coronan homecoming queen pueden robar la atención de su mirada a rímel corrido, fijada en un horizonte indefinido que se revela tan solo con prestar atención al contenido de sus letras.


Ph: Nick Walker 

Portada del single ''Good 4 u'', con video dirigido por Petra Collins 



Esa imagen lleva a otros momentos melodramáticos del indie como ''Twentytwo'' y ''I was a fool'' de Sunflower Bean, ''Boyfriend'' de Best Coast, ''Popular'' de Surf Nada o ''Head Cheerleader'' y ''LUX'' de Pom Pom Squad.





 Puede que las nuevas generaciones hayan crecido con las películas de Sofia Coppola y basado su estilo en la Biblia teen Rookie Mag, donde la artista visual Petra Collins dio sus primeros pasos para, hoy consagrada, terminar dirigiéndole a Rodrigo sus clips (todos los caminos llevan a Roma). Pero si vamos un paso más atrás, la referencia obvia de esa melancolía post colegial está en la portada icónica del segundo álbum de Hole Live Through This (1994) y en su video ''Miss World'', que a su vez halló inspiración en dos thrillers clásicos: Carrie (1976) de Brian De Palma y el slasher de Paul Lynch Prom Night (1980).

Ph: Ellen Von Unwerth 



Posters de películas de terror sobre graduaciones escolares 







 ¿Y AHORA QUÉ PASA, EH?

Ahora bien, después de la graduación...¿qué sigue? Decisiones para las que, más allá de la preparatoria, probablemente no se tenga Ni Idea cómo encarar. Y de esa inexperiencia también hablan los temas de Olivia, que encuentran puntos de unión con los speechs de varias películas de la Generación X como Say Anything o Reality Bites, donde no por antojo suena ''Road to Nowhere'' de Talking Heads, una canción sobre saltar al vacío de lo desconocido, aunque parezca que no lleva a ninguna parte. (*Hay otras series y films noventosos que vale la pena destacar en letra chica por sumarse a estos ritos de paso, a veces en plan emotivo como Beverly Hills 90210 o Gilmore Girls y otras con la irreverencia y cinismo de estos tiempos, caso Ghost World, Daria o Election*).






En ''Brutal'', el tema más ruidoso e interesante pero menos reproducido del disco, Liv asume esas faltas de estar verde. La línea ''No soy cool y tampoco inteligente, ni siquiera puedo estacionar en paralelo'' lleva directo a varias citas memorables de Clueless sobre ser inexperta al volante y...en otras áreas.





Si se sigue escarbando bajo la superficie, SOUR también es cómplice con los films mencionados desde otros aspectos más profundos y ásperos de crecer. La anulación del compromiso afectivo, haberse criado bajo la influencia digital, la visión negativa del futuro laboral y la metáfora de obtener el carnet de conducir para salir a la ruta de la vida, por mencionar algunos. Vamos punto por punto.

Sobre la violencia mediática camuflada de entretenimiento Livie canta: ''Estoy tan atrapada en las noticias sobre quienes me quieren y quienes te odian'' / ''Quiero tirar mi teléfono al otro lado de la habitación, porque solo veo chicas demasiado buenas para ser verdad, con dientes blancos como el papel y cuerpos perfectos. Desearía que no me importara. Se que su belleza no me falta pero se siente cómo está ese peso en mi espalda'', algo que ya señalaba en Clueless el personaje de Cher Horowitz, sobre la utopía de eliminar los mensajes tóxicos con que los medios invaden la cultura, hoy expandido a redes como Instagram:



La barra baja también aplica a las metas personales en un mercado laboral precarizado del que es difícil escapar. ''Estoy tan cansada que podría renunciar a mi trabajo, comenzar una nueva vida. Y todos estarían tan decepcionados porque ¿quién soy yo si no estoy siendo explotada?'' protesta la cantante canadiense en el mismo single. Un dilema bastante similar contra el que intentan rebelarse los protagonistas de Reality Bites Lelaina Pierce y Troy Dyer. La primera, cuando queda desempleada y le llegan ofertas de salida rápida para trabajar en GAP o en una cadena fast food ante las que se niega porque no validan sus estudios y son mal pagas. El segundo, con un discurso contra el capitalismo esclavizante que arrasa con sus aspiraciones y filosofía espiritual y artística.









¿Y qué decir sobre el amor en tiempos de cobardía e histeria? Es difícil descifrarlo cuando llegan señales confusas y resulta más fácil ser hiriente que dejarse querer y asumir un riesgo. ''Siempre es 1 paso adelante, 3 para atrás'' frasea Rodrigo en el cuarto tema del álbum mientras rememora ''quizás de alguna forma masoquista encontraba todo esto emocionante. ¿Qué tipo de amante vas a ser hoy? ¿Me vas a acompañar a la puerta o a mandarme a casa llorando?''. En una escena parecida reaparece Troy, cuando después de blanquear sus emociones y pasar la noche con Lelaina se escapa de madrugada haciéndose el esquivo por no saber manejar el escenario con madurez al día siguiente.





Por último, otra de las fijaciones del disco es el manejo. El cancionero popular dedicó mucho puño y letra en el asunto (ver The Cars, Beatles, Tracy Chapman y Bruce Springsteen, que ya tiene maestría en el rubro). Olivia se sumó a dejar marca personal con el smash hit ''Driver's License'', la promesa de conducir a la par y en compañía de su chico, quien tras cortar la relación se desvió por otro carril. (''Hoy conduje por los suburbios llorando porque no estabas conmigo'' (...) ''Dijiste 'por siempre' y ahora voy conduciendo sola por tu calle''). 



Fuera de la historia particular que lo motivó, el tema es más amplio. Cuando habla de obtener la licencia de conducir, habla de alcanzar la mayoría de edad, sujetar el volante y pisar el acelerador firme -con la libertad y responsabilidad que conlleva- para ganar seguridad y explorar nuevos caminos solo. Cuatro escenas emotivas del cine indie (Boyhood, Ladybird, Booksmart y The Perks of Being a Wallflower) grafican ese momento específico con honores:






Tanto hace treinta años como ahora, salir a la cancha para enfrentar la vida adulta fue y sigue siendo un cachetazo brutal, una realidad que se come lo indefenso que se puede sentir contar con pocas herramientas para desarrollarse en un contexto duro. Enhorabuena que, tanto SOUR como los films de aquellos años (en su momento despotricados pero hoy recordados con nostalgia y hasta considerados de culto popular) existan como manifiestos generacionales para documentar esa transición en la que en algún momento todos estuvimos. Por eso, frente a la pregunta que se hace Lelaina (o Winona) de ''¿Qué vamos a hacer ahora?, ¿Qué podemos hacer con el desastre que heredamos?'' la respuesta es simple. La respuesta es ''No sé''. Quizás disfrutar condescendientemente y sin culpas ni prejuicios de estos mordiscos de realidad pueda ser una buena opción de entrada para masticarlo en crudo.



 

Playlist de chicas punk pop
 


Film Complementario:

Películas de géneros Rom-com / Chick Flick / Coming of Age que abordan estos temas: 

Reality Bites (1994) - Ben Stiller
Clueless (1995) - Amy Heckerling
Say Anything (1989) - Cameron Crowe
The Virgin Suicides (1999) - Sofia Coppola
She's All That (1999) - Robert Iscove
Never Beek Kissed (1999) - Raja Gosnell
10 Things I Hate About You (1999) - Gil Junger
Drive Me Crazy (1999) - John Schultz
Can't Hardly Wait (1998) - Harry Elfont, Deborah Kaplan
My So Called Life (1994) S1 E11: Life of Brian - Winnie Holzman
Beverly Hills 90210 (1990 - 2000) - Darren Star  
Ghost World (2001) - Terry Zwigoff
Prom Night (1980) - Paul Lynch
Carrie (1976) - Brian de Palma
Pretty In Pink (1986) - Howard Deutch
Footloose (1984) - Herbert Ross
Valley Girl (1983) - Martha Coolidge
Jawbraker (1999) - Darren Stein
Mean Girls (2004) - Mark Waters
Sleepover (2004) - Joe Nussbaum
Drop Dead Gorgeous (1999) - Michael Patrick Jann
Grease (1978) - Randal Kleiser
Rebel without a cause (1955) - Nicholas Ray
American Graffiti (1973) - George Lucas
Fast times at Ridgemont Heigh (1982) - Amy Heckerling
Dazed and Confused (1993) - Richard Linklater
Freaks and Geeks (1999 - 2000) - Paul Feig
Boyhood (2014) - Richard Linklater
Lady Bird (2017) - Greta Gerwig
Booksmart (2019) - Olivia Wilde
The Perks of Being a Wallflower (2012) - Stephen Chbosky
The Edge of Seventeen (2016) - Kelly Fremon Craig 
Eight Grade (2018) - Bo Burnham
The World's Best Prom (2006) - Chris Talbott, Ari Vena

-----

OLIVIA RODRIGO: BRUTAL HONESTY OF A REBEL WITH A CAUSE


''I'm so sick of 17. Where's my fucking teenage dream? If someone tells me one more time "Enjoy your youth, " I'm gonna cry'' slams starlet Olivia Rodrigo slightly fiercely on her single ''Brutal'', just like forty years ago Alice Cooper did on ''I'm eighteen''.

From her POV (aka ''Point of view'' on Tik Tok) it makes sense to stare at the inherited world quite disappointed: she had to go through her golden years facing economic instability, climate crisis and the pandemic, that took one of the most expected moments towards adulthood from her: highschool graduation. As if this were not enough, adding the first love fiasco to the list would make any teenager turn a sea of tears into an apocalyptic scenario in less than it takes to scroll a story.  But despite bitterness, Olivia had a sweet revenge and 2021 was the best year in her short life. During lockdown she co-composed with producer Dan Nigro the eleven tracks from her formal debut SOUR, last year's most globally streamed record on Spotify, the crash course diploma that promoted her from Disney's High School Musical accademy to a pop songwriter's career. Though she didn't have many chances to perform the album live, she did homework well and earned Geffen Record's scholarship, that throwed the livestreamed SOUR PROM party for fans and friends with the typical american graduation's imagery: her own teenage movie where nothing was missed. She had a limo that picked her up, there was a ballroom filled with mirror balls, a slowdancing moment and even a marching band of captains and cheerleaders on the field game. Part of the marketing campaign also included other offline actions as a CARWASH pop-up where people could scan a QR code to listen to a special playlist while they had their cars washed and received some gifts from Taco Bell or Sour Patch Kids. A brilliant storytelling that could have been scripted by Amy Heckerling or Helen Childress

In an industry in which each fandom chooses their own adventure and each artist has the stereotype asigned before his artistic moniker (take for instance Taylor Swift as Miss Americana, Miley as the country rock girl, Billie Eilish playing the freak one, Camila representing latin blood and Phoebe Bridgers and Clairo as the sensitive indie girls), Olivia Rodrigo went straight to her educational sources: the old (?) alt-pop records from Alanis Morrissette, Fiona Apple and No Doubt she used to listen with her mom, a perfect spot to fit in the scene. Unlike other artists her same age, she writes her own lyrics and plays the guitar and piano (something rather unusual nowadays for a digital native generation raised by PC Music and smartphones). Her songs feel really authentic and don't bother to hide the insecurities, hopes, fears, dreams, clumsiness or awkwardness of being her age. That's why they immediately resonated in tweens, that supported her lenghty and stable permanence on charts instead of approving so many fashionable viral hits that sound generic and lack potential.  

SOUR is like opening the intimate diary of a cyclothimic teen that is searching for her comfy place between punk-pop, piano balladry and acoustic folk. No matter what page you go down, the record deals with the other's perceptions on our own identity and self-esteem, ghostly echoes that come up on ex relationships (''Traitor'', ''Deja vu'', ''Good 4 u''), elderly unsolved expectations (''Brutal'', ''Hope ur OK'') or the projection and requirements social media demand when our personal profile doesn't match with them (''Jealousy, jealousy'').

The emotional euphoria flows in a soft voice that whispers agressiveness, can be seen on a soft girl aesthetic that combines pastel colors with beats and pieces of grunge style and is perceived on the artistic direction of a supermarket product that asks soon to be removed from the shelves where it was put. Maybe that's why she has a strong bond with previous girl groups like Elastica, The Muffs or The Breeders. And maybe that's the reason why Interscope/Geffen (subsidiary label of Universal Music) signed her up, since it used to be Nirvana, Sonic Youth, Beck, The Sundays and Weezer's progressive house back in the good old days.

It's curious how a simple and fresh music proposal concentrates so many cultural triggers. American highschool theme has been resignified over different aspects along film, photography and music's history.

Why the Prom obsession? Fountains of Wayne tried to explain it in this song. Maybe 'cause it's the last night where rules can be broken and everything happens: from nerd's vindication and popular's decimation to the eagerly awaited kiss with a special someone, a reconciliation, a just-in-time  confession or an horrific incident that alters memories. We know something happened to Olivia in this fictional prom: neither the sparkly tiara nor the floral bouquet she holds as homecoming queen can take the attention away from her smeared rimmel gaze, fixed on an indefinite horizon revealed from the very first moment you pay attention to her lyrics.


That image takes us back to other melodramatic indie moments as Sunflower Bean''s ''Twentytwo'' and ''I was a fool'', Best Coast's ''Boyfriend'', Surf Nada's ''Popular'' or Pom Pom Squad's ''Head Cheerleader'' and ''LUX''. New generations might have grown up under the influence of Sofia Coppola's films and teen Bible Rookie Mag where visual artist Petra Collins made her first steps and now, as a well known photographer and filmmmaker, ended up directing Rodrigo's videoclips (all the way leads to Rome and comes full circle). But if we go one step back, the obvious reference to that post-school melancholy is on the iconic cover of Hole's second album Live Through This (1994) and its ''Miss World'' single video, that at the same time took inspiration from two classic cinema thrillers: Brian de Palma's Carrie (1976) and Paul Lynch's slasher Prom Night (1980).






AND NOW, WHAT GOES ON?

OK. So after graduation....what goes on? Tough decisions that beyond college-preparatory, you'd probably be clueless how to deal with. Olivia's songs also embrace that inexperience and find junction points with several Generation X film speeches as Say Anything or Reality Bites, that not by random choice are soundtracked by Talking Head's ''Road To Nowhere'', a song about taking a leap into the unknown, though it might not seem to lead anywhere. 

(There are other 90s films and TV series worth mentioning in small print that also portray these rites of passage, sometimes in a corny way as Beverly Hills 90210 or Gilmore Girls and others with the cynical and irreverent humor of these times, as in Ghost World, Daria or Election)

On ''Brutal'', the most noisy and interesting but least streamed track from the record, Liv comes clean about those lackings and the sense of being green. The line ''I'm not cool and I'm not smart and I can't even parallel park'' evoke many memorable quotes from Clueless about inexperience on the steering wheel and...um...other things.



If you keep digging under the surface, SOUR is also related to the aforementioned films in other deeper and sharper aspects of growing up. The cancellation of affective compromise, being raised under digital influence, the negative vision of jobs future and the metaphor of getting the driver's license to hit the road of life, to name a few. Let's discuss them point by point.

Livie sings about media violence camouflaged by morbid entertainment: ''And I'm so caught up in the news of who likes me and who hates you'' / ''I kinda wanna throw my phone across the room 'Cause all I see are girls too good to be true with paper-white teeth and perfect bodies. Wish I didn't care. I know that beauty is not my lack but it feels like that weight is on my back'', something Cher Horowitz pointed out in Clueless: the utopia that would be to eliminate the toxic messages mass media sends to invade culture, now expanded to social networks like Instagram:


The low bar also applies to personal goals in balance with a precarious working market very difficult to get out from. ''And I'm so tired that I might quit my job, start a new life. And they'd all be so disappointed 'cause who am I, if not exploited?'' complains the canadian singer in the same single.  Reality Bites' characters Lelaina Pierce and Troy Dyer try to confront and rebel against a similar struggle. The first one of them when she gets unemployed and rejects to work at GAP or in a fast food chain because they are quick exit opportunities that invalidate her studies and are underpaid positions. The second one, with a statement against enslaving capitalism that sweeps away his aspirations and spiritual and artistic philosophy.



And what about love in these times of cowardness and hysteria? It's difficult to make it out when signals are confusing and seems easier to be hurtful than to let yourself be loved and take the plunge. ''It's always  1 step forward, 3 steps back'' phrases Rodrigo on the fourth song from the album while remembers ''maybe in some masochistic way I kinda find it all exciting. Like, which lover will I get today? Will you walk me to the door or send me home cryin?''
In a similar scene reappers Troy. After confessing his love for Lelaina and spending the night with her, the next day he sneaks out from her house at dawn being elusive because he doesn't know how to handle the scenario in a mature way.



Lastly, another fixation o the album is the topic of driving. The popular songbook has put hand and letter on the matter (e.g The Cars, The Beatles, Tracy Chapman and Bruce Springsteen, that has a master's degree on it). Olivia joined the tradition to leave personal mark with the smash hit ''Driver's License'', the promise to drive side by side and in company of her boyfriend, who changed his lane after breaking up with her (''today I drove through the suburbs crying 'cause you weren't around / you said forever, now I drive alone past your street'').
Whatever the reason behind the tune might be, the message is wider: when she sings about getting the driver's license she refers to hold tight the steering wheel and step on the gas pedal - with the freedom and responsibilty it takes - to gain security and find new roads alone. 
There are four sensitive indie cinema scenes that depict that specific moment in life with honors (check out Boyhood, Ladybird, Booksmart and The Perks of Being a Wallflower).

30 years ago and now, facing adult life was and still is a brutal slap, a reality that bites helplessness one can feel for not having many tools to develop and form in a hard and hostile environment. Congratulations on SOUR and those years' films (criticized at the moment but now remembered with nostalgia and even considered popular cult) for being generational manifestos that document that transition in which we've all been sometime. 

That's why behind Lelaina's (or Winona's) question ''What we are gonna do now? How can we repair all the damage we inherited?'' the answer is simple. The answer is ''I don't know''. Maybe enjoying this bits of reality wth empathy and without feeling guilty or judgemental is a good starter to chew it raw.