sábado, 8 de octubre de 2022

The Lost Record (2021)



Seguramente alguna vez encontraste un disco desconocido en un pilón de ofertas que por alguna razón –sea su estado, portada o créditos- te sedujo y susurró: ''Llevame, no te vas a arrepentir''. Después de un escaneo y peritaje intenso, lo sacaste polvoriento de una esquina para darle mejor atención y vida. O él te sacó de tu rutina para mostrarte otro mundo posible donde tus pulsaciones podían latir al compás de sus RPM. ¡It’s a match! Este vínculo amoroso, tangible y simbiótico es historia frecuente entre los diggers y sus ''pescas'' y el punto del que parte The Lost Record (2021) para sentar bases más profundas.

La película dirigida por Ian Svenonius (cantante de The Nation of Ulysses, Chain & The Gang, The Make-up) y la fotógrafa Alexandra Cabral, nace como ensayo del disco de ESCAPE-ISM, la banda que comparten. Su concepto rector es el ciclo solitario por el que pasa la música no comercial, que más allá de su potencial está destinada a hibernar en el olvido hasta que un entusiasta o curioso la rescate y expanda.  La heroína que lo hace es una chica (Pauline Jorry) que descubre por accidente uno de estos tesoros perdidos en un mundo distópico y autoritario donde solo es legal escuchar al  #N°1 Record (al estilo Farenheit 451 o Un Mundo Feliz). Las radios, fiestas, TV y publicidad se complotan en rotar únicamente a ese hit ganchero pero vacío que obsesiona a todos. La sociedad tiene comportamientos lobotomizados:  en la fábrica los operarios producen arte seriado en modo autómata sin explotar sus rasgos ni inquietudes creativas, algo que también se ve en la rutina robótica de citas a las que acuden, donde delegan su confianza ciega en una empresa que los vincula según el signo astrológico, amén de su compatibilidad personal (¿llamado para Tinder?).

Luego de encontrar en una tienda sin etiquetas ni portada al Lost Record que nadie quería, la protagonista lo lleva y se encierra a escucharlo en su habitación, lejos de toda normativa. Entre el vinilo y ella se crea un lazo afectivo (por momentos bizarro e íntimo) donde, entre charlas, él asegura que su problema no es estar perdido sino la falta de amor recibido y que considera a su dueña especial por haberlo encontrado y elegido. En su naturaleza rebelde, el disco quiere darse a conocer y la chica se niega a sacarlo de la clandestinidad porque prefiere tenerlo como posesión secreta. Pero luego, en una fiesta psicodélica  lo reproduce ante sus amigos y desata una revolución sensorial (comparable a la del LSD) que desafía y pone en jaque al sistema.

Hasta ahí podría tratarse de una historia común, pero lo que hace especial a esta gema poco difundida es su guión e identidad visual. Rodada en 16mm con una excelente dirección de arte retro-futurista que evoca a los films underground de Warhol y Kenneth Anger, la película plantea con fines filosóficos la relación política, sexo-afectiva o social que une a las personas con los objetos. De hecho el verdadero protagonista es un objeto (el disco) y la trama explora cómo su fetichización acompañada de publicidad convierten a la humanidad en el producto esclavo  (''no deje que el disco lo domine, es usted el que debe dominar al disco''), algo que hoy podría reflejarse en los algoritmos. También se muestra el resentimiento de lo marginal ante la falta de reconocimiento masivo (''Hits are for squares'') y la traición que representa para un seguidor que el arte de culto se popularice. Como último punto, también queda subrayado lo difícil que es interactuar y vincularse en el mundo cuando se elige un camino alternativo que, en lugar de dictámenes de moda, sigue los propios parámetros.

Por estas razones, pese a que sus 76 minutos pueden resultar algo monótonos, la película es una experiencia desafiante que exige una postura del espectador. La reflexión crítica no es solo con la música e industria, sino con todos los órdenes de la vida desde que el capitalismo y consumo corporativizaron al hombre y sus emociones.

¿Para verla? Hasta en eso el medio es el mensaje: de momento no circula en plataformas on-demand, portales de películas, cadenas de cines ni festivales. Al que quiere celeste, que le cueste…quizás a futuro aparezca perdida en la deep web y la misión de quienes la encuentren sea llevarla a la luz del conocimiento como en la historia. Después de todo, esta también es una Lost Movie que espera a ser descubierta.















 

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