domingo, 16 de septiembre de 2012

Bryan Ferry – Olympia (se viste de seda y mono queda)


Proyecten el cuadro: Kate Moss recostada sobre un sommier de sábanas satinadas con un red lipstick digno de chica pin-up, portando lujosa bijouterie de Bulgari y vertiginosos tacos de Christian Louboutin, con esa mirada de lince felina que la caracteriza.
Podríamos estar hablando de una sesión fotográfica de Vogue o tal vez de una campaña publicitaria de fragancias o ropa…pero más allá de lo que se trate, sabemos que esa imágen garantiza ventas y la atención del rutinario ojo del ciudadano promedio.
Así es la portada del último álbum de Bryan Ferry, ‘Olympia‘. Rememora y celebra triunfante la gloria de los tiempos en que Roxy Music vivía su esplendor y viraba hacia destinos ensoñadores, climáticos y suaves como la seda, alejándose paulatinamente de la línea del bullicioso glam rock ornamentado y multi-instrumental.
La cuota fashionista vinculada al modelaje no es nada nuevo, viene revitalizándose desde su disco debut homónimo hasta placas como ‘Stranded‘ (1973) ,’Country Life‘ (1974) o ‘Siren‘ (1975), de modo que ya hay una estética conceptual definida. Pero en este caso, la inspiración surgió de una obra de arte plástico de Édouard Manet titulada como el disco.
Lo mismo ocurre con la búsqueda de sonido. Basta con oír los primeros segundos del corte de difusión ‘You can dance‘ (tema de apertura del disco) para encontrarlos familiares y reconocer que tienen un fuerte guiño a la intro de ‘True to life’, perteneciente al último trabajo de la ex banda de Ferry allá por el ’82.
No es coincidencia que el eco de Roxy Music se presente con frecuencia a lo largo de las canciones: es que luego de que pasara mucha agua bajo el puente, el bueno de Bryan logró reunir a sus colegas en un estudio para que colaborasen a tono aportando lo suyo. Es así como Phil Manzanera retoma el mando con sus guitarras, Andy Mackay se inclina por el oboe y Brian Eno vuelve a hacerle frente a las vanguardistas texturas de sintetizador, resucitando el fantasmagórico espíritu del conjunto desde las cenizas.
Pero la lista de invitados no termina ahí: Flea (RHCP), Nile Rodgers (Chic), Johnny Greenwood (Radiohead), Marcus Miller o David Gimour (Pink Floyd) son apenas algunos de los personajes que desfilan en esta glamourosa pasarela musical, sin olvidar la notable e irreconocible colaboración de los Scissor Sisters en la coral ‘Heartache by numbers‘, el aporte electrónico de la Groove Armada en la bailable y disco ‘Shameless‘ o el bajo funk de Mani (ex- Stone Roses, Primal Scream) en ‘BF Bass‘.
Como si fuera poco, Olympia se arma un hueco para incluir también dos covers, rubro al que siempre Ferry fue aficionado, aunque bastante criticado por tomarse demasiada libertad en el campo al deformar las rítmicas de los artistas a los que tributa. La melancólica ‘Song to the siren‘ (que se asemeja más a la versión de This Mortal Coil antes que a la de su autor folk Tim Buckley) y la deliciosa ‘No name, no face, no number‘ de los psicodélicos Traffic le dan al disco momentos de mucha altura. Pero la cúspide de sofisticación es alcanzada con ‘Tender is the night‘, una balada que logra mucho con apenas poco más que su voz crooner y un frágil piano.
Los años podrán haber pasado, pero Bryan Ferry continua siendo aquel seductor innato con porte dandy que conocimos a principios de los ochentas en ‘Avalon’ y en ‘Flesh and Blood’. Es un embajador del buen gusto, lleva en su ADN impreso el código de elegancia y sensualidad perfecto para seguir vistiendo de gala y no quedar ridículo a sus entrados 65 años de edad. Todavía sus juegos de seducción siguen enredándonos y las letras desafían a traspasar límites (‘I’d been ravin’ through the night (…) Lookin’ for some company,(…) Do you come here often? Do you wanna play?‘).
Lejos del antecesor ‘Dylanesque’, (un retrato dedicado al Bob Dylan más primitivo y acústico que marcó su paso por la universidad), ‘Olympia’ invita a hacer un viaje nocturno, donde las pasiones y el flirteo afloran desde los poros de la piel. Propone el vendaje de los ojos y la entrega absoluta al placer, hipnótizandonos nuevamente como si fueramos esclavos de su amor,de la misma forma que en los viejos tiempos.
Como yapa, la edición especial deluxe del disco incluye de bonus tracks tres canciones más: la célebre ‘Whatever gets you through the night’ del mítico y admirado John Lennon y tomas descartadas de las sesiones de grabación de su álbum solista Taxi (’93) como ‘One night’ de Elvis Presley y ‘Move closer’ de Phyllis Nelson.
Modo de uso
Cuándo escucharlo: un viernes a la noche, mutilado por el cansancio semanal
Cómo escucharlo: con un aperitivo en mano, buena compañía al lado,sentado en el sofá más cómodo y con luces bajas
Donde: el living de tu casa
Se recomienda guardar en la discoteca entre:
-Roxy Music – Flesh and blood (1980) y Avalon (1982)
-Bryan Ferry – Boys and girls (1985)
-David Sylvian – Secrets of the beehive (1987)
-David Bowie – Black tie white noise (1993)
-Sade – Love deluxe (1992)
Bandas y canciones de soft pop ochentosas como Cutting Crew ('I’be been in love before') o Crowded House ('Don’t dream it’s over')
Fecha de vencimiento: Cuando haya amor sin sexo y sexo sin amor

Txt: María Gudón















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