Muchos fuimos arrastrados a GEBA con la
expectativa de asistir a una fiesta fogonera neo-hippie colmada de cuerpos
danzantes al ritmo de la fusión entre rock and roll, góspel y
electrónica que tan genuinamente supo mezclar Primal Scream en su celebrada
obra cumbre Screamadelica.
El incentivo probablemente se vio aún
más reforzado al cumplirse 20 años de la salida del disco al mercado, celebrado
con una reedición y una gira mundial que los llevó a anclar su paso por tercera
vez en Argentina.
Pero Bobby Gillespie y su banda dieron
una presentación en el festival Pepsi Music de solo 11 temas con un sabor un
tanto amargo, distinto al imaginado por varios entusiastas.
El show arrancó con la ganchera ‘Moving
On Up’, de notorias bases stone en mixtura con coros negros de
alusión religiosa que, lejos de provenir de un esperado grupo de coristas,
fueron sampleados de pista. Acto siguiente, sonó la marchosa ‘Slip Inside
This House’, un cover de los psicodélicos 13th Floor Elevators llevado al campo
dance, para luego dar lugar a ‘Don’t fight it, feel it’, un track netamente acid house entonado
por la potente garganta soul de Mary Pierce, vocalista que entró en reemplazo
de la originaria Denise Johnson.
La lista de temas fue alterada del orden
original y, así como empezó con los zumos en alto, luego hizo un descenso símil
al de bajar a la realidad una vez consumado el estado extasiado de efecto
narcótico.
La balada ‘Damaged’ salió un tanto
accidentada por falencias en el sonido, que no permitía escuchar la voz ni gran
parte de los instrumentos al menos hasta pasada la mitad del tema. Dejando a un
costado el episodio, la tranquila densidad e inercia siguió presente en el aire
al momento de ‘I’m coming down’ e ‘Inner flight’, dos trances cósmicos que
terminaron de elevar a los presentes a un paraíso celestial con ‘Higher than
the sun’. Pero a tanta altura se hizo difícil resucitar el espíritu rockero de
guitarras y, si bien la noche repuntó con el himno ‘Loaded’ (dedicado
oportunamente a Maradona), en el que Bobby arengaba a la participación de un
distante y adormecido público que muy tímidamente bailaba, ni siquiera su
invitación a la unión en un ritual orgiástico masivo dado por ‘Come Together’
despertó fervor en la gente.
Probablemente el factor que cortó el feedback y
la vibra enérgica del show entre los músicos y la gente
fue la magnitud del campo VIP, cuyas vallas ocupaban hasta la torre de
sonido y faltaba llenarse en capacidad.
La última tríada de bises, con los
músicos impávidos sobre el escenario sin ir tras bastidores para luego volver,
generó apenas un poco más de revuelo con el hit ‘Country Girl’ seguido por
‘Jailbird’ y la movediza y rollera ‘Rocks’. Pero justo cuando la fuerza parecía
empezar a levantar la noche y a recuperar los ánimos, ya el show estaba en su
tramo final.
Sudamérica fue en el mapa uno de los
últimos destinos del tour y, salvo por los agraciados ademanes y movimientos de
Gillespie, el cansancio y el poco tacto de la banda fue palpable, dejando el
gusto de haber sido otro show más al paso.
Los años pasaron, e intentar despertar
algo que surgió por alineación de los astros hace dos décadas, sin dudas hoy no
tiene la misma sustancia ni frescura que en el ’91.
Txt: María Gudón
Foto utilizada en el blog: cortesía de VOMB
Crónica de show escrita para UltraBrit
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