Proyecten el cuadro: Kate Moss recostada
sobre un sommier de sábanas satinadas con un red lipstick digno de chica
pin-up, portando lujosa bijouterie de Bulgari y vertiginosos tacos de Christian
Louboutin, con esa mirada de lince felina que la caracteriza.
Podríamos estar hablando de una sesión
fotográfica de Vogue o tal vez de una campaña publicitaria de fragancias o
ropa…pero más allá de lo que se trate, sabemos que esa imágen garantiza ventas
y la atención del rutinario ojo del ciudadano promedio.
Así es la portada del último álbum de
Bryan Ferry, ‘Olympia‘.
Rememora y celebra triunfante la gloria de los tiempos en que Roxy Music vivía
su esplendor y viraba hacia destinos ensoñadores, climáticos y suaves como la
seda, alejándose paulatinamente de la línea del bullicioso glam rock
ornamentado y multi-instrumental.
La cuota fashionista vinculada al
modelaje no es nada nuevo, viene revitalizándose desde su disco debut homónimo
hasta placas como ‘Stranded‘
(1973) ,’Country Life‘ (1974) o
‘Siren‘ (1975), de modo que ya
hay una estética conceptual definida. Pero en este caso, la inspiración surgió
de una obra de arte plástico de Édouard Manet titulada como el disco.
Lo mismo ocurre con la búsqueda de
sonido. Basta con oír los primeros segundos del corte de difusión ‘You can dance‘ (tema de apertura del
disco) para encontrarlos familiares y reconocer que tienen un fuerte guiño a la
intro de ‘True to life’, perteneciente al último trabajo de la ex banda de
Ferry allá por el ’82.
No es coincidencia que el eco de Roxy
Music se presente con frecuencia a lo largo de las canciones: es que luego de
que pasara mucha agua bajo el puente, el bueno de Bryan logró reunir a sus
colegas en un estudio para que colaborasen a tono aportando lo suyo. Es así
como Phil Manzanera retoma el mando con sus guitarras, Andy Mackay se inclina
por el oboe y Brian Eno vuelve a hacerle frente a las vanguardistas texturas de
sintetizador, resucitando el fantasmagórico espíritu del conjunto desde las
cenizas.
Pero la lista de invitados no termina
ahí: Flea (RHCP), Nile Rodgers (Chic), Johnny Greenwood (Radiohead), Marcus
Miller o David Gimour (Pink Floyd) son apenas algunos de los personajes que
desfilan en esta glamourosa pasarela musical, sin olvidar la notable e
irreconocible colaboración de los Scissor Sisters en la coral ‘Heartache by numbers‘, el aporte
electrónico de la Groove
Armada en la bailable y disco ‘Shameless‘ o el bajo funk de Mani (ex- Stone Roses, Primal
Scream) en ‘BF Bass‘.
Como si fuera poco, Olympia se arma un
hueco para incluir también dos covers, rubro al que siempre Ferry fue
aficionado, aunque bastante criticado por tomarse demasiada libertad en el
campo al deformar las rítmicas de los artistas a los que tributa. La melancólica
‘Song to the siren‘ (que se
asemeja más a la versión de This Mortal Coil antes que a la de su autor folk
Tim Buckley) y la deliciosa ‘No name, no
face, no number‘ de los psicodélicos Traffic le dan al disco
momentos de mucha altura. Pero la cúspide de sofisticación es alcanzada con ‘Tender is the night‘, una balada que
logra mucho con apenas poco más que su voz crooner y un frágil piano.
Los años podrán haber pasado, pero Bryan
Ferry continua siendo aquel seductor innato con porte dandy que conocimos a principios
de los ochentas en ‘Avalon’ y en ‘Flesh and Blood’. Es un embajador del buen
gusto, lleva en su ADN impreso el código de elegancia y sensualidad perfecto
para seguir vistiendo de gala y no quedar ridículo a sus entrados 65 años de
edad. Todavía sus juegos de seducción siguen enredándonos y las letras desafían
a traspasar límites (‘I’d been ravin’
through the night (…) Lookin’ for some
company,(…) Do you come here often? Do you wanna play?‘).
Lejos del antecesor ‘Dylanesque’, (un
retrato dedicado al Bob Dylan más primitivo y acústico que marcó su paso por la
universidad), ‘Olympia’ invita a hacer un viaje nocturno, donde las pasiones y
el flirteo afloran desde los poros de la piel. Propone el vendaje de los ojos y
la entrega absoluta al placer, hipnótizandonos nuevamente como si fueramos
esclavos de su amor,de la misma forma que en los viejos tiempos.
Como yapa, la edición especial deluxe
del disco incluye de bonus tracks tres canciones más: la célebre ‘Whatever gets
you through the night’ del mítico y admirado John Lennon y tomas descartadas de
las sesiones de grabación de su álbum solista Taxi (’93) como ‘One night’ de
Elvis Presley y ‘Move closer’ de Phyllis Nelson.
Modo de uso
Cuándo escucharlo: un viernes a la
noche, mutilado por el cansancio semanal
Cómo escucharlo: con un aperitivo en
mano, buena compañía al lado,sentado en el sofá más cómodo y con luces bajas
Donde: el living de tu casa
Se recomienda guardar
en la discoteca entre:
-Roxy Music –
Flesh and blood (1980) y Avalon (1982)
-Bryan Ferry –
Boys and girls (1985)
-David Sylvian –
Secrets of the beehive (1987)
-David Bowie –
Black tie white noise (1993)
-Sade – Love
deluxe (1992)
Bandas y
canciones de soft pop ochentosas como Cutting Crew ('I’be been in love before') o
Crowded House ('Don’t dream it’s over')
Fecha de vencimiento: Cuando haya amor sin sexo y sexo sin
amor
Txt: María Gudón
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