Hablar de Banksy es hoy en día como
citar en su momento, en plena década ochentosa, al artista neoyorquino de
graffiti Keith Haring. La comparación se traza a
partir de cierto paralelismo que los une: el arte urbano callejero ‘express’, ese que irrumple la atención de
los transeúntes mundanos infiltrándose en sus grises vidas, aportando un poco
de color y un mensaje contestatario que no pase desapercibido para el peatón
promedio.
Estamos hablando de un tipo de arte
elaborado a partir de técnicas fácilmente reproducibles como el graffiti o el
stencil con plantillas, de trazos sintéticos y concisos pero de figuras
emblemáticas culturales distinguibles a años luz de distancia. Aplicado a
ellas, se refleja un sarcástico humor que recae en lo bizarro, kitsch y en la
más pura ironía con un enfoque socio-político de plan crítico.
Estos maestros de lo efímero buscan la
fugacidad en sus obras, la adrenalina de expresarse a tientas jugando a las
escondidas sin ser descubiertos. Junto con la policía entran en una persecución
lúdica que recuerda a la relación del gato y el ratón. Lo curioso es que son
ambiciosos en cuanto a que no les bastan los límites perimetrales de una hoja o
un bastidor para plasmar su mensaje. Su deseo apunta a mayor escala: intervenir
en la vía pública con cuanto espacio se topen (paredes, estaciones de metro,
gigantografías publicitarias, banners, etc).
Quizás a priori el pseudónimo artístico
de ‘Banksy’ bajo el que se
oculta la identidad de Robert Banks o Robin Banks (supuesto
nombre que le adjudicó la prensa de fonética similar a ‘robbing banks’) no les
es del todo familiar. Pero si recuerdan vagamente la portada del disco ‘Think Tank’ de Blur, entenderán e
identificarán los rasgos característicos de este artista moderno.
Oriundo de Bristol, vivió de cerca la
movida underground de mediados de los ochenta, que combinaba artes visuales con
música. Entre sus principales influencias se encuentran el movimiento Ad Jammer, los trabajos del francés Blek le Rat y
la banda anarco-punk Crass ,
que usaban al stencil como medio de protesta propagandística anti-bélica,
anti-capitalista y anti-xenófoba. Antes de largarse a pintar, la actividad de
Banksy consistía en intervenir museos colocando obras que producía que
parodizaban a las que se encontraban en los establecimientos de arte y
antigüedades. Siempre permaneciendo incógnito, con un signo de pregunta en su
rostro, dando sus pasos a tientas. Hay quienes dicen haberlo visto, pero no
revelan ningún dato concreto al respecto de su procedencia u orígen. Lo cierto
es que es un mito viviente inglés, el mejor secreto guardado de las tierras
anglosajonas. Resulta ser como un superhéroe enmascarado que deja su legado de
beneficencia en momentos en que nadie esta presente registrando los hechos.
En la formación, es innegable que Banksy
heredó cierto factor de la escuela del pop art: la cuestión de
descontextualizar personajes o íconos mundiales y colocarlos en situaciones
absurdas de extrema incoherencia, desafiando el poder de asimilación y el grado
de comicidad del flujo de personas que día a día merodean sus cosmopolitas
obras. Así es como vemos por ejemplo a los felices Ronald Mc Donald y Mickey
Mouse tomando de sus brazos a una raquítica niña pobre sobreviviente de la
guerra de Vietnam, denunciando la explotación tercermundista escudada bajo la
imágen inocente y mofona de un payaso y ratón de fama y alcance global.
Mismo, una de sus obras muestra a
Jesucristo crucificado con bolsas de compras colgando en cada una de sus manos,
poniendo en claro que hoy se ha hecho de la religión una gran industria
comercial. A lo que él observa con acidez en su libro ‘Wall and Piece’ como una conducta masiva
a escala social:’ No podemos hacer
nada para cambiar al mundo hasta que el capitalismo quiebre. Mientras tanto
podemos ir al shopping y consolarnos.’
Sin dudas, este activista militante
silencioso no teme meter el dedo en la llaga y es considerado como el ‘artista del pueblo’ por vociferar con
imágenes los conflictos del mundo posmoderno.
Hay un ‘fenómeno Banksy’ que se
acrecentó estos últimos años, a medida que cobró mayor renombre debido al
misterio y a la desinformación acerca de quién es y debido a la alta cotización
de sus trabajos, realizados por encargo para cientos de celebridades. Pero lo
más curioso es que, así como ocurrió con otros movimientos pictóricos a lo
largo de la historia, algo que comenzó teniendo un manifiesto que iba contra
los principios del establishment, terminó resultando funcional para él. La
prensa lo ama, adora estar expectante ante una nueva declaración u obra suya,
quieren todo el tiempo encontrarlo para fotografiarlo ‘con las manos en la
masa’, en plena acción, con el fin de develar su persona. Y, por más que él
pinte en favor de la clase marginal o baja, tiene un nivel de fama tan grande
que lo catapultó a que sólo un público rico tenga acceso de adquirirlo, pese a
que sus obras sean democráticas y estén a la vista de todos en la calle. Según
muchos, Banksy terminó cayendo en lo mismo que criticaba, ya que hoy colabora
benéficamente con entidades capitalistas multinacionales como Greenpeace y
para empresas como Puma y MTV. Vemos que este ‘vándalo profesional’
(como los detractores lo denominan), frente a sus actitudes subversivas de
rebeldía, lejos de la ira que espera generar, tiene una respuesta favorable del
mercado. Este responde mercantilizando sus obras como en los antiguos
mecenazgos, subastándolas en Sotheby’s, sin distinguir su significancia ni su
concepto, tratando temas como la pobreza, la injusticia, el hambre, el
imperialismo y el racismo como meros objetos de compra y venta de una élite
pudiente.
En un documental ficticio en el que
aparece su rostro encapuchado y pixelado (‘Exit
Through The Gift Shop’), todas estas cuestiones contradictorias se
abordan. Banksy intenta quebrantar los centros urbanos y espacios populares
quitándoles esta idea de materialismo y comercio, extrayendo la idea superflua
que imponen de diversión y esparcimiento, dejando la verdad al desnudo: la
violencia y la diferenciación social que generan las políticas globalizantes
capitalistas. Sin ir más lejos, en sus propias palabras resume ‘ A wall is a very big weapon. It’s one of the nastiest things you can hit someone with’. Y vaya si lo logra.
Recomiendo su site:
www.banksy.co.uk
Txt: María Gudón
Nota escrita para UltraBrit
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