domingo, 16 de septiembre de 2012

Babasonicos en GEBA: el fino arte de saber flirtear



Ante un día sábado el abanico de propuestas debería ofrecer planes festivos y enérgicos en los que las escurridizas hormonas juveniles corran con rienda suelta y sin frenos.  Quizás la tercer jornada del Quilmes Rock pudo ofrecer algo de eso con Babasónicos como anfitriones principales para el cierre de la noche. Adrián Dárgelos, muy desafiantemente, dejó más que clara la invitación a un panorama de estas condiciones ni bien salió a escena, entonando: 'Dejate arrastrar por el carnaval, [...] dejate influenciar por el caos. Chicas ricas no le tengan miedo esto es sólo una fiesta popular' .
Hace dos años que Babasónicos no se presentaba en vivo en Buenos Aires, y, para marcar el esperado regreso, con la excusa de presentar su flamante disco A propósito, decidieron armar un festejo repasando a lo largo de veintitrés temas lo más célebre de su carrera musical.
Atrás quedaron los momentos de abundancia y profusión decorativa y maquillada. Hoy, ya consagrados en un estilo sonoro estudiado milimétricamente al pie de la letra que les calza como anillo al dedo, aceitados en su fórmula, apuestan al menos es más y a la austeridad de recursos. En palabras de Federico Moura, 'por un minuto abandonaron el frac y se descubrieron en lo espiritual'. Ser parte del jet-set se tornó aburrido y la efervescencia de estar en fiestas de frivolidad farsante ya perdió el gusto, ahora prefieren circular con un perfil más bajo y relajado.
Un escenario minimalista desprende una fina tela blanca y ahí aparece la banda originaria de Lanús, con una estética despojada, todos uniformados con sastrería black and white de extravagante moldería a lo Pablo Ramírez. Optan por la economía en el diálogo con el público, ahorrando el lenguaje y dejando que las canciones hablen por ellos mismos (y vaya si lo hacen!)
En un comienzo desfilaron enganches de sugerentes temas como Pijamas, la pispeante Y que? o la suave balada Curtís, momento obligado de besuqueo, abrazos y demàs muestras de amor entre parejas de tortolitos.
Luego remataron con el hit bolichero y bailable Microdancing, para contrarrestarlo a posterior con un spaghetti western salido de su última placa, la oscura Flora y fauno, y volver a subir la ovación de la gente en los coros deEl colmo.
Pero un momento de explosiva adrenalina fue la tríada rockera entre la declaración de principios de Soy Rock y la rebeldía metalera de Demonomanía o Egocripta, que, al son de unas pantallas HD mostraban un creciente fuego en llamas  mientras la figura esbelta e hipnótica de Carca soleaba, dando un clima de película de acción y dejando entrever un par de cabezas headbangeando tímidamente.
Hubo otro set al palo propicio para el pogo que subió la temperatura de la fría noche comandado por Sin mi diablo y Estoy rabioso, pero para matizar un poco la cosa, entre medio bajaron un cambio y mecharon la atmósfera con la chinesca El loco , El idolo (de marcado tempo y rítmica country) y la mega conocida Putita, cantada efusivamente por todo el público teen femenino presente.
La noche continuó con un rosario de éxitos. Por nombrar algunos: el último corte circular de difusión Deshoras,  la excitación ratoneante de Los calientes, la setentosa Irresposables o sin ir más lejos, Yegua, la crónica histérica de una mujer trofeo de uso descartable.
Para darle fin a la velada, sacaron dos ases bajo la manga como bises:  pusieron otra pizca enamoradiza de romance con Las demás y cerraron a todo trapo con Sátiro!, recapitulando viejos tiempos.
¿El sonido? Pulido, ajustado y preciso, a diferencia de otras veces. El camino los fue armando y ganaron mayor confianza y maduración a nivel musical, eso fue evidente.
La sopresa se manifestó en la concurrencia. GEBA no estuvo colmado a pleno y la banda no atravesó ningún recambio de público con el correr del tiempo. La ecuación detrás de sus últimos cuatro álbums tuvo pequeños sobresaltos de evolución respecto a los horizontes de búsqueda y, no resulta ilógico que quienes siguen a Babasónicos sean aquellos mismos adolescentes que lo hacían una década atrás pero ya crecidos.
Tampoco es mera coincidencia que por ello el repertorio o cancionero tenga pasajes ciclotímicos y caprichosos. Es que Dárgelos es así: un letrista carismático de particular excelencia que no puede renegar ni a escapar de ese doble juego discursivo y cambiante. Incita a la seducción más atrapante y erótica y, finalmente cuando la situación está a punto caramelo y la presa está por caer en sus garras, con la misma facilidad traza limitaciones restrictivas y deja todo picando. Se planta desde una postura de sentimentalismo cursi o kitsch pero uno nunca entenderá si la intención surge desde la parodia burlesca que roza el patetismo o desde una sinceridad noble que rinde crédito al corazón. Sea como sea, junto al resto del grupo es un provocador innato, siempre camina en la tensa cuerda entre dos abismos de extrema oposición pero resulta un gran mediador que sabe unir los polos opuestos con la dosis justa de ironía y sarcasmo.
Un mentiroso profesional y compulsivo en materia de apariencias al que nos gusta creerle, aunque sea por un rato.

Txt: María Gudón

Ejercicio de cobertura de show para el curso de Periodismo de Rock dictado por Sergio Marchi 

Foto utilizada en el blog: cortesía de Diego Paruelo para Rolling Stone Ar

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