lunes, 30 de diciembre de 2013

Los Sub - Confia (2013)



Los SUB - CONFIA
2013

Por Ale Kapacevich periodista en Revista Berlín y fundador del blog Typical Me


La banda del sur del conurbano bonaerense entrega uno de los discos más esperados del 2013 a nivel local. ¿El resultado supera las expectativas? Bueno, eso es algo que tendrán que descubrir por ustedes mismos. Lo que sí es cierto que CONFIA, el tercer disco de Los Sub, muestra a una banda madura y con ganas de expandir sus horizontes sonoros. Porque si alguna vez se los encasilló con el sonido del rock alternativo americano de los 90s, ahora nos quedamos cortos con esa apreciación.

Primordialmente, las canciones nuevas presentan más texturas gracias a la incorporación de sintetizadores y múltiples efectos que decoran el sonido, pero también esto tiene que ver con un crecimiento en la manera de componer y entender la música. José, el líder de la banda, nos quiere dejar en claro que CONFIA es el producto de años y años escuchando discos de todo tipo. Por eso aquí encontramos una mezcla estilística que provoca interés en el oyente de mente abierta. Otro dato a tener en cuenta es la gran producción general de Marcelo Belén, sin dudar en afirmar que es lo mejor de Los Sub hasta la fecha.

Este es un disco para escuchar varias veces e ir desmenuzándolo. Al contrario de lo que pueda parecer en un principio, tiene muchos detalles y se nota que le pusieron alma y vida para concebirlo. Otro punto a favor es que la duración total no supera los 40 minutos, lo cual ayuda a que el oyente no se aburra. Ah, me olvidaba: el arte de tapa está influenciado directamente por el action painting que Jackson Pollock realizaba a mediados del siglo pasado, pero con el detalle de dos círculos –tal vez- en referencia al álbum.

Hoy Los Sub son un grupo que se reinventó a sí mismo, tanto en contenido como en formación de integrantes. Y eso se nota. La pregunta es, ¿con qué se despacharán después de esto? Creo que ni ellos lo deben saber aún. Así que por el momento lo único que queda es disfrutar de uno de los grandes trabajos independientes del año. Mi recomendación: compren el disco y vayan a verlos en vivo.

A continuación, un análisis personal canción por canción:


En tu cara
El disco arranca bien eléctrico con distorsiones sucias, riffs de guitarra que acompañan en el estribillo, acoples y ruidos de fondo. Parece que todo va a desbordarse en algún momento con un ritmo de batería que descoloca, pero la producción cuidada brinda contención. Desde aquí nos adelantan lo que viene.

Confía
Un mid-tempo guitarrero y melancólico. Una letra simple pero honesta donde José nos dice “confía en mí cuando estés mal, mírame bien antes de saltar”. Podría interpretarse de muchas maneras, pero lo que importa es el sentimiento de ayuda hacia otra persona. A medida que avanza, la canción se va transformando en un ejercicio noise pop con octavas, coros y sintetizadores que aportan texturas psicodélicas.

Todo lo que quiero en este momento, oh
Este había sido el primer adelanto del disco (dentro del simple “Es hoy”) hace unos cuantos meses atrás con video-clip incluido y todo. El anti-hit, según declararon ellos mismos. Una hermosa pieza pop con climas de ensueño, gracias a la voz en falsete y procesada en las estrofas. Ya en el estribillo todo explota como cual cantito-de-cancha-indie. Aquí Los Sub demuestran que también pueden escribir canciones redondas de 3 minutos. Uno de los puntos más altos.

Nadie te espera
Entramos casi en la mitad del LP, y bajan un poco los decibeles con guitarras arpegiadas y voces suaves. Pero ojo, esto es solo al principio porque más tarde aparece la electricidad que caracteriza a Los Sub. Otra vez vuelve la tranquilidad y así van jugando eficientemente con las intensidades. El desenlace, por supuesto, es bien arriba. Sin dudas, la pieza central –y más extensa- por su carga emotiva.

Volviendo a casa de noche
¿Rock espacial made in Escalada? Algo así. Aquí una batería bien trabada que remite un poco a “Tomorrow Never Knows” de los Beatles y un bajo distorsionado que se hace protagonista, toman el control de uno de los temas más colgados de CONFIA. Voces procesadas, guitarras acústicas de fondo y líneas en reverse hacen el acompañamiento ideal. Fue el otro adelanto junto a “Todo lo que quiero…”, demostrando un claro antagonismo de estilos entre ambas composiciones.

Hippies
Esta podría ser como la quintaesencia del sonido de Los Sub, aunque ahora hay mucha más experiencia y agregan texturas interesantes con varios efectos y cambios de ritmos. De hecho, hacia los 3 minutos todo se transforma: se escucha el pedal flanger en primer plano y un hermoso solo de guitarra. Para rematar y no hacernos perder completamente el sentido, todo regresa donde había comenzado.

La historia de nuestras vidas
Quizás lo más “normal” de todo el disco, pero no por ello deja de ser irresistible. Esto es bien Ramonero con guitarras distorsionadas y una melodía vocal fácilmente recordable. También hay reminiscencias al R.E.M. más rockero de discos como Document o Monster. Un tema para disfrutar, dejarse llevar y vivir despreocupadamente. Otra muestra de genialidad envasada justito en tres minutos.

No tengas miedo
Con un trasfondo folk-rock, José abre su corazón y se sincera cantando “quiero mirarte a los ojos / quiero decírtelo todo / acariciarte la cara / no tengas miedo / yo te protejo / quiero vestirte mañana / quiero tu pelo en mi almohada / quiero decírtelo todo / quiero un abrazo y un beso / no tengas miedo / yo te protejo”. Una dulce canción de amor, frágil y preciosa al mismo tiempo. Lo bueno es que pasando lo mitad, la instrumentación va subiendo la intensidad y pueden oírse un montón de efectos que te hacen ingresar en un mini viaje lisérgico. Para aplaudir de pie.

El equipo de rescate
Que mejor manera que terminar un disco con una canción up-tempo. Distorsiones al palo, una linda base de bajo, coros a cargo de Ale Schuster (Viva Elástico) y ese “un hachazo a tu corazón” que se hace pegadizo a más no poder. Por supuesto, las guitarras están más presentes que nunca y se lucen con sus riff y arreglos. Acá tenemos una buena opción para saltar y corear en los recitales.






jueves, 26 de diciembre de 2013

Lucas Martí en Niceto: el entregador de himnos de vanguardia


Quien asiste regularmente a los shows de Lucas Martí sabe más o menos con qué panorama se va a encontrar: un repertorio que se balancea por todos sus discos solistas (que se inclina más hacia sus dos grandes obras hiteras Tu Entregador o Pon En Práctica Tu Ley, pero que no desatiende la trilogía novelada y acústica de los Actos de Noción, su debut Simplemente o alguna rareza que parece olvidada, como el EP Por 200 años más).  Su público, un círculo selecto pero fiel de caras familiares, refleja la camaradería que se respira, dejando la impresión de un club social en el que reinan las ganas de pasarla bien con la música como nexo de unión.

Nadie es ajeno a esa fiesta: el mismo Martí invita a que todos se familiaricen, pidiendo que se acerquen al escenario y que no se imponga la distancia entre un bando y el otro.

Luego de presentarse en una seguidilla de shows en el club de arte La Oreja Negra con su último disco El Gran Desconocido Popular como carta fuerte, esta vez la fecha alteró un poco ciertos convencionalismos. Martí y su banda, un afiladísimo cuarteto de total precisión completado por Nicolás Pedrero (guitarra), Ezequiel Kronenberg (bajo), Alejandro Carrau (teclados) y Diego Arcaute (batería), eligieron para despedir el año al lado B de Niceto Club, un espacio que, más que comportarse como el living íntimo de una casa, transpira rock, potencia y distorsión.

Tras una oportuna ambientación  tropical en vinilo con música  exótica y voodoo a cargo de Nekro (BB Kid), se escucharon las primeras bases de ‘Por descarte’ y ya todos enfilaron a la danza obligada, sintiendo el ritual de bienvenida.

Lucas invitó a dos amigas de su proyecto Varias Artistas, Julieta Brotsky (Julieta y los Espíritus) y María Ezquiaga (Rosal) para los coros de ‘Mensaje’, algo que durante la noche se repite con otros temas que exigen femineidad y ángel como: la embriaguez romántica de ‘Tu Entregador’, el pop juguetón de ‘Date y Dame’ o ‘El nene del tren’ y ‘Subte’, dos temas salidos de su última placa.

El cantautor se posesiona en el universo de sus canciones, gesticulando lo que retrata la lírica.

La coherencia existe en todo momento: los viejos temas como ‘Dolor + miedo’ y ‘Lo tan que me siento’ conviven armónicamente con la inocencia divertida de ‘No dejes de cantarle al amor’ o ‘Cosas Vencidas’, sin que la madurez de sus últimos trabajos choque o haga ruido. 

Hay dinamismo, aceleración, destreza musical y complejas melodías sincopadas pero también hay climas tranquilos donde la cuestión no pasa por el ‘cómo’ sino por el ‘qué’ se quiere decirEn este conjunto entran ‘No Encajes’ (el canto de resistencia ante los dictámenes sociales), ‘Hay más’ (el despojo de las máscaras y poses que revisten a las personas evitando el encuentro consigo mismas) o ‘Proyectar’, la construcción de un nido de amor como hábitat. La moraleja por conservar la identidad ante un mundo estandarizado de etiqueta repercute genuinamente hasta el mínimo detalle como el vestuario elegido, una remera pintada artesanalmente por el propio Martí, que también se dedica a las artes plásticas. Otro punto que cierra  dentro del marco de coherencia del artista.

La gente enloquece ante algunos temas que son a esta altura como grandes éxitos infaltables: ‘Pon en práctica Tu Ley’, ‘Ingles’, la rítmica ska de ‘Programa Perfecto’ o ‘Encriptar’, tienen arreglos de violas metaleras y sintetizadores que recuerdan al pop de Virus. Eso, conjugado con las luces y el humo del lugar envuelven en atmósferas ochentosas a lo Badía & compañía, una postal que marcó el crecimiento de varios presentes que bordean o están plantados en sus treintas.

El cierre viene dado por ‘Rompehielos’, una pieza progresiva como sostén ante un mañana impredecible, para dar por finalizada la noche con dos temas de su ex banda A-Tirador Láser como bises. Yul Acri sube a escena a darle su toque a los teclados en ‘Rouge’ y las ‘bebotas’ lo vuelven a escoltar con la presencia de Noe Mourier (Coco) en los coros de ‘Es parte en mí’.

Martí, como bien dice el oxímoron, podría ser el ‘gran desconocido popular’ del que habla, una figura que aún transita entre el límite de culto y lo popular, tocando himnos de profundo alcance sentimental y crítico para sus incondicionales seguidores, que encuentran un refugio alternativo en su voz. Esa libertad es un premio que hoy está reservado a unos pocos.

Txt: María Gudón
Fotos: Santiago Teves Acosta
















viernes, 13 de diciembre de 2013

Stevie Wonder en Vélez: colección intacta de recuerdos melódicos



Los promotores o los espíritus no han querido que viniera antes. Pero no quiero preguntarme por qué no pude visitar antes Argentina, sino disfrutar de haber llegado’ dijo Stevie Wonder en la conferencia de prensa sobre la demora de su esperado debut en suelo argentino.

Cualquier justificación es válida por la simple excusa de escucharlo desplegar su potencial: su voz almibarada es una cálida caricia al oído y sus talentos multiinstrumentales, una maquinaria de groove que demanda una respuesta corporal inmediata.

Rindiendo homenaje a su estrella amiga Marvin Gaye, la hermosa noche abrió con el cover ‘How sweet it is to be loved by you’ en una versión totalmente apropiada que parecía pertenecerle.

Wonder sale ataviado en una túnica sedosa verde de estilo africano con unos llamativos Wayfarers fluorescentes acompañado de su numerosa banda: una troupe de diez músicos negros con swing hasta para regalar. De entrada se gana al público con simpatía y carisma e invita  a que las personas sean sus voces representativas (o ‘Stevie’s voices in Argentina’ como él las llama), proponiendo zapadas y distintas consignas corales que se irán repitiendo ante un estímulo dado, haciendo partícipes de improvisaciones a hombres y mujeres con secciones de  graves y agudos.

El recorrido continúa con dos joyas de Hotter Than July (1980): ‘As If You Read My Mind’ y ‘Master Blaster’, ese jammmin’ de rítmica reggae e influencia jamaiquina.

El pase luego regresa a los homenajes: la cita obligada a Nelson Mandela por sus fuertes convicciones llega con ‘Higher Ground’, un himno que incentiva a arraigarse a la fé y a ser estoico en tiempos difíciles y con ‘Keep Our Love Alive’, un nuevo tema compuesto especialmente tras la muerte del líder revolucionario sudafricano. La mención honorable se repite con otro cover: ‘The Way You Make Me Feel’ de Michael Jackson, que deriva en una serie de solos instrumentales.

Parece mentira estar frente a uno de los más grandes compositores de este siglo y que éste mantenga su destreza y talento intacto como si el tiempo no hubiese dejado marcas. Stevie abre su boca y de ella sale magia, logrando el mismo registro de agudos que en las viejas épocas. En una era saturada de auto-tune es increíble que su voz siga siendo un diamante en estado bruto.

 Todo lo que sus manos tocan (teclados, armónica o el extraño instrumento que mezcla teclas con sonidos guitarreros), lo convierten en fuente de placer  auditivo con una marcada identidad: sea funk, canción o soul. Merece también un párrafo aparte la virtuosa banda en que se apoya: que tiene swing innato y acompaña en perfecto ensamble todas las decisiones de su repertorio.

Es emocionante pensar que aquel  prodigioso y humilde jovencito de 11 años  oriundo del motorizado pueblo de Detroit fichado por  Berry Gordy y educado por Maxine Powell en la década del ’60  aún hoy  mantiene una longeva carrera de cinco décadas de historia al servicio de la música. Pero ojo…los años y los hits no resultan una carga pesada. Hay quienes hacen shows estructuralmente planificados y, por el contrario, quienes aún conservan soltura, espontaneidad y diversión, irradiando felicidad y entrega absoluta. Wonder forma parte de esta última escuela y es contagioso verlo ante el goce de su propia obra esparciendo su amor en forma de sonrisas, música y mensajes de hermandad. A propósito de esto último, no falta oportunidad entre tema y tema en que, como buen predicador de la bondad, no hable sobre la importancia de la unión interracial y del amor hacia el prójimo (lo que indica que no es casual su título como Mensajero de la Paz en la ONU).

El repertorio va transitando por distintos climas y en el medio se viene un bloque de baladas que ablandan sentimientos y despiertan emociones fuertes, obligando a preparar los kleenex en mano. ‘Overjoyed’, ‘Lately’, ‘Golden Lady’ o ‘Ribbon In The Sky’ (a la que se le engancha ‘Wait In Vain’ de Bob Marley) son picos altos que enfatizan la habilidad de Wonder no solo como vocalista sino también como compositor melódico.

Si hubo un momento que descolocó a la gente fue  el paréntesis con los invitados sorpresa en escena: Fabiana Cantilo (acto soporte de su show) subió a cantar una cristalina versión a dúo de ‘Love’s in Need Of Love Today’ y después ocurrió lo mismo con IKV, que irrumpió ‘Do I Do’, extendiendo su cuarto de hora con las rapeadas ‘Abarajame’ y ‘Ula Ula’.

Pero lo mejor estaba por venir,  guardado para el tramo final. La racha de hits dorados de los ‘70s encabezada por ‘Don’t You Worry ‘Bout A Thing’, ‘Living For The City’o ‘Sir Duke’ se mezclaron  con los mega exitosos ‘I Just Called To Say I Love You’ o ‘Isn’t She Lovely’, dedicada especialmente a su hija Aisha Morris (que estaba presente en los coros de la big band).

Las dosis de romanticismo de ‘You Are The Sunshine Of My Life’ y ‘My Cherie Amour’ tampoco fueron obviadas.

Pero el corte abrupto fue dado con ‘Supersition’ como cierre, que obligó a que todo el estadio Velez se levantara de su asiento para meterse en el baile, una verdadera discoteca de sonido Motown al aire libre.

Firmado, vendido y entregado: el público argentino se llevó a cambio de inoxidables canciones, un sacudón de emociones de esas que quedan selladas en el baúl de las memorias y cada tanto vale la pena repasar. Una celebración cancionera como clave de la misma vida, que muta pero permanece intacta en la memoria, como la voz de este maestro.


Txt: María Gudón
Fotos: Cortesía del portal Infobae









domingo, 3 de noviembre de 2013

Realmente puede suceder: Blur regresó a saldar deudas pendientes en el Quilmes Rock


Había muchas expectativas puestas. Blur, ‘santa trinidad’ (junto a Oasis y Pulp) de aquel movimiento musical inglés de furor nacionalista rotulado en los ‘90s Brit Pop, volvería a tocar en Argentina tras catorce años de espera.

En el transcurso de esa década y media pasó mucha agua bajo el puente: auge  y caída de la formación con el ‘divorcio marital’ de Graham Coxon para enfocarse en su carrera solista. Resurgimiento como trío maduro plasmado en un disco de notables influencias africanas que siguió de largo en términos comerciales. Estancamiento seguido por un hiato. Varios proyectos paralelos de Damon Albarn (con Gorillaz, The Good, The Bad & The Queen, Rocketjuice & The Moon, DRC Music y Dr.Dee como prolíficos ejemplos). Reunión cumbre en el 2009 con Coxon en el masivo Hyde Park. Básicamente, la vida misma…una tarea difícil de resumir en la que nunca dejó de estar la música como ancla de aferramiento.

Esta segunda visita fue anhelada tanto por el remanente de gente que quedó excluida de los shows en el ’99 (por cuestión de edad o porque se subieron tarde al tren), como por los que pudieron apreciar ambas fechas en el Luna Park pero aún conservaban el resabio amargo, especialmente tras el show debut (en el que ciertos acoples, butacas en el campo que entorpecían la vibra rockera, sumado a problemas internos de la formación (que no atravesaba su mejor momento), accidentaron la noche dejando un poco memorable recuerdo).

Esta vez se podría decir que los Blur hicieron borrón y cuenta nueva y la impresión que dejaron fue otra.

A pocos minutos de las 21 se dio por comenzado el show en Ciudad Del Rock (el recuperado ex Parque de La Ciudad) de Villa Soldati. El primer bloque de temas elegidos para abrir fue explosivo y recaló directo en las viejas épocas con ‘Girls & Boys’, ese perfecto himno disco-pop  sobre el ‘todo vale’ en las reventadas vacaciones de turismo sexual, el single perdido ‘Popscene’ (recién incluido en compilado Midlife del 2009) y las vibras madchester – baggy de ‘There’s No Other Way’.  Pese a que hubo una serie de desperfectos técnicos que no permitían escuchar los arreglos de guitarra al comienzo, la actitud arrolladora de la banda se llevó por alto estos detalles con su frontman entregadísimo al momento, sonriente, correteando por los pasillos del campo e interactuando con la audiencia repartiendo high-five por doquier.

Cuando se ve al cuarteto como banda se obtiene una sensación de familia disfuncional y heterogénea en la que cada hijo salió con una orientación distinta: Albarn sostiene con seriedad su trabajo como inquieto cantautor contemporáneo, el geek tímido oculto tras los lentes de Coxon desvirtuó para el lado del punk y el alt-rock norteamericano. El bajista Alex James, detrás de su facha dandy, desarrolló una pyme quesera y Dave Rowntree fue el más avejentado por el paso del tiempo, tirando más apariencia de programador informático que de batero, algo que explica un poco las ‘diferencias’ que los siguen uniendo pero que también los separan.

Luego de los primeros minutos, el setlist se cubrió de un manto de oscuridad climática con ‘Beetlebum’, que fue presentada en un tempo más enlentecido, enrollándose progresivamente en una madeja de noise. Seguido vinieron ‘Out Of Time’ (del álbum marroquí Think Tank) y  dos cortes de 13: el mantra narcótico y podrido  ‘Trim Trabb’ y ‘Caramel’, una pieza experimental que busca la desintoxicación espiritual, compuesta por Albarn post-ruptura con Justine Frischmann (Elastica).

El paréntesis introspectivo se corrió para dar lugar nuevamente al pop comercial con ‘Coffee & TV’, con un público que pedía a gritos y aplausos por Coxon y que no dudó en alzar al unísono los celulares mientras que el cartón ‘milky’ hacía sus andanzas en el cubículo VIP, terminando en un enganche con ‘Satellite Of Love’, sentido homenaje en memoria del  fallecido Lou Reed.

La noche fue un derroche de grandes éxitos, sonando desde ‘Tender’ (con un brillante coro de vocalistas negras que acompañó a la banda durante casi todo el show y la invitación a escena de una fan, que pedía cumplir ese sueño a través de una pancarta), pasando por la balada crooner –fílmica ‘To The End’ en donde Albarn  sacó a relucir su grave voz, hasta los costumbrismos de la idiosincrasia inglesa kinksezcos de ‘Country House’ y ‘Parklife’, en donde subió como invitado Phil Daniels, el actor de Quadrophenia, que también incursionó en el pasado en la música.

El show cierra con dos gemas irresistibles con las que la banda termina de guardarse al público en el bolsillo: 'End Of The Century’ y ‘This Is A Low’.

Luego vienen los bises: el conmovedor track nuevo al piano ‘Under The Westway’ con Albarn confiado, fumando un cigarrillo como si estuviera en el living de su casa, ‘For Tomorrow’, la orquestal sinfonía futurista ‘The Universal’ (a tono con una acertada sección de vientos) y ‘Song 2’ una bomba de tiempo de 2 minutos que invita a saltear, poguear y a volver a la adolescencia en tiempos del FIFA ‘98.

Más allá de las quejas que se oyen por la inaccesibilidad del predio, la organización del festival o el costo de las entradas, el concierto fue redondo y promediando casi las dos horas cumplió su objetivo, aunque las dimensiones del parque hicieron que la respuesta de los fans se apagara un poco. Si pasó rápido y dejó con ganas de más posiblemente haya que tomar estas señales como síntomas de entretenimiento.

El futuro de Blur augura un panorama sin fronteras, con final abierto, un lugar sin distancias de tiempo a las que correr. Al igual que en el anterior show, no se sabe si esta será la última chance de verlos...pero valió la pena asegurar que en el presente se puede seguir sosteniendo un pasado que envejeció en buena forma.

Txt: María Gudón

viernes, 18 de octubre de 2013

Miami Horror: revival de Vice City en Niceto


No todo lo que proviene de Australia es neo-psicodelia. Si bien ese género es una tendencia que viene pisando fuerte estos últimos años en Perth (con Tame Impala, Pond o Jagwar Ma a la cabeza), la ciudad oceánica fue también junto a Melbourne la cuna propulsora de otras movidas musicales. Las ‘ovejas negras’ por fuera de este círculo lisérgico han sido grupos como Cut Copy, Empire of The Sun, Bag Raiders, Midnight Juggernauts o Miami Horror. Estos últimos heredaron parte del house francés de Cassius o Daft Punk y lo supieron mezclar con el disco y el synth pop plástico y fantástico de los ’80s.

Luego de un breve pero contundente show soporte de los locales Puerto Infinito, los aussies de MH subieron a escena empilchados y acicalados impecablemente, vendiendo más imagen de modelos publicitarios que de músicos de rock.

Saben que del otro lado la gente pide baile y un setlist hitero que no baje ni un minuto y eso es lo que vienen a ofrecer, marcando la apertura con el infalible ‘I look to you’, originalmente grabado a dúo con Kimbra pero reemplazada para la ocasión por la voz de su ex, el frontman Josh Moriarty. Acto seguido siguen desplegando el rosario de éxitos bolicheros con ‘Sometimes’ (aunque sin el aporte del Neon Indian Alan Palomo), ‘Summersun’, la etérea ‘Echoplex’, ‘Holidays’ y ‘Don’t Be On With Her’, una gema que te lleva de paseo como un Delorean a tres décadas atrás de regresión.

Cuesta creer que se pueda sostener un show únicamente con el material de un solo EP (Bravado) y un disco (Illumination – 2010) pero los cuatro muchachos lo logran seleccionando lo más destacado, adoptando la frase ‘dance or die’ y no dejando más opción que esa. No hay tiempo de pensar qué track esta sonando, si son creíbles los clichés escénicos de Moriarty al momento de tocar solos de viola subiéndose arriba de los amplificadores y si el combo bajo-sintetizadores-batería esta tan pulcramente ejecutado que podría ser sustituido por el disco…nadie se daría cuenta de la diferencia. Acá todo se trata de vibrar y viajar con el cuerpo a otra dimensión.

Para bajar un poco los humos y settear otro clima, Miami Horror también se permite mechar el show con pasajes instrumentales (el caso de ‘Illumined’, la híbrida cría entre Prince + Pink Floyd) o estrenar algún que otro tema de su segundo y aun inédito disco (con el adelanto ‘Real Slow’, que parece salido de la factoría neoyorquina DFA).

El show se evapora en poco más de una hora, diluyéndose tan rápido como las gotas de transpiración de la gente en movimiento. Da la sensación de estar de vacaciones dentro una postal paradisíaca y el panorama no es tan distante: víspera de feriado, clima primaveral, últimos meses del año, ropa holgada, pieles al descubierto, gente con cerveza en mano.

Como lo sentencia su nombre, Miami Horror propone un flashback a la ciudad ochentosa recreada en el GTA con paisajes de palmeras, playas de arena blanca, clima tropical, atardeceres rosados y autos descapotables. Eso sí: un revival de lo retro licuado con la instantaneidad e inmediatez moderna, dejando la misma sensación que produce una foto trucada con filtros vintage pero subida a Instagram.

Txt: María Gudón
 Ph: Santi Tevez Acosta







*Cobertura realizada para el sitio Vomb

domingo, 6 de octubre de 2013

Playlist: Fiesta en la Mansion Playboy


La mansión Playboy hoy podrá estar en decadencia plagada de Barbie-Dolls de quirófano con silicona y botox, pero hubo un momento entre la década de los ‘60s y los ‘70s en que fue el imperio dorado:  el cuerpo de la mujer era curvilíneo, pulposo y sin intervenciones quirúrgicas, casi como el templo sagrado, la estatua de la libertad a la que varios bachelors con poder y recursos querían visitar.

¿El lugar de atracción? La residencia de Hugh Hefner, antiguamente ubicada en Chicago y posteriormente trasladada a Los Ángeles.

Hombres sedientos de acompañantes cual Don Draper (Mad Men) caían a las fiestas exclusivas, tomaban unos cocktails, debatían sobre negocios, jugaban al póker, la ruleta u otros juegos de casino para luego zambullirse en la cascada rocosa (o gruta) y relajarse en el sauna.

Las playmates, ataviadas en escotados corsets palabra de honor con cola y orejas de ‘conejitas’ añadidas como parte del outfit, hacían su gracia con danzas burlesque  y luego de servir a los hombres en recepción se dirigían con ellos a la habitación, para llevar al terreno de la realidad las fantasías privadas.

Este es un mixtape que tiene por objetivo ambientar esas fiestas con sonidos vintage: jazz noir instrumental y susurrado, swing, easy listening, americana y otros géneros.




Tracklist

Recepción y bienvenida









Jackpot y juegos de casino




Cocktails à la carte 








Burlesque, à go go




Famosos en el Club Playboy

                    Jackie Wilson
         Bill Wyman

                   John Lennon 
 
     Frank Sinatra

Playmates o honey bunnies









Aerolíneas privadas Playboy