viernes, 24 de septiembre de 2021

Oasis Knebworth 1996: Estar ahí en aquel entonces

Ph: Roberta Parkin./Redferns 

Tomá una polaroid, capturá un momento y congelalo para que el recuerdo no se decolore en el tiempo. Esa parece la meta que el director Jake Scott (hijo de Ridley) se propuso para el documental Oasis Knebworth 1996, que tuvo su estreno mundial en cines llegando, por extraño que hoy resulte, a varias salas locales.

Se cumplieron 25 años del show más convocante y emblemático que la banda inglesa dio en su carrera en el predio de Knebworth, una marca solamente alcanzada por grupos de renombre y status legendario como Led Zeppelin, Rolling Stones o Queen.

2 noches, 250.000 tickets agotados en tiempo record el día que salieron a la venta, cientos de fans con distintas historias y orígenes congregados en Hertfordshire por un mismo fin: asistir a la presentación de la década para ver a la banda mancuniana coronarse en el cenit de su carrera y masividad tras dos smash hits estruendosos como Definitely Maybe (1994) y (What's The Story) Morning Glory? (1995).

Conseguir entradas para las presentaciones del 10 y 11 de agosto fue una odisea de la que alrededor del 2% de la población total británica intentó formar parte (!). Los boletos, pese a que para el momento costaban una ganga, cotizaban cual Golden Ticket de Willy Wonka e incluso el FOMO lo sentían quienes quedaron afuera, que siguieron la transmisión con una amplia cobertura radial por BBC Radio 1 para grabar los conciertos en cassette. Salvando las distancias (y omitiendo el Festival de la Isla de Wight de 1970), fue un evento cultural histórico, el Woodstock que U.K tuvo promediando los 90. 

Ph: Jill Furmanovsky

El documental es una snapshot perfecta del apogeo en la carrera de Oasis, el momento en que se tiran de clavado a la pileta y pasan de ser una banda de mediana convocatoria a llenar estadios. Y esta postal la reconstruyen las voces en off de promotores y algunos integrantes pero el mayor aporte testimonial viene de fanáticos que estuvieron presentes contando las peripecias que hicieron para llegar al lugar y lo especial que se sintieron aquellas noches en sus vidas. 

''Ellos eran nosotros y nosotros eramos ellos'' señalaría un seguidor en referencia al triunfo de la clase obrera, que no solo se expresaba con la banda trabajadora llegando a tocar en un espacio tradicionalmente aristocrático, sino también avanzando más tarde en terreno político con el laborismo post-tatcheriano de Tony Blair, en una época esperanzadora y llena de posibilidades en la que la cultura y artes atravesaron un pico de esplendor.  

El film es un registro de amor nostálgico de la banda por una época y para su público, la retribución por haberlos puesto en el lugar que aún hoy ocupan. Y por más que los hermanos Gallagher sean los Caín y Abel del rock, para este objetivo enterraron el hacha y se unieron como co-productores ejecutivos. 

Para chimentos, declaraciones ácidas, guerra de egos y estrategias de prensa, ya existe otro doc divertido y recomendable: Supersonic (2016). Lejos de contar hechos y sensacionalismo, este se centra en lo sensorial: la conexión con su público en la era pre-Internet, donde vivir un show con los cinco sentidos era más importante que grabarlo para dejar marca en stories, donde el público VIP se podía codear con la common people sin que un vallado delineara pasión ni poder adquisitivo (ver anécdota con Kate Moss y Anna Friel).

La edición en ese sentido es para el aplauso. Por medio de close-ups desde distintos ángulos de la gente cantando, haciendo moshpit y hablando (a veces por demás con relatos que aportan poco), captura la ansiedad previa y la euforia extasiada que se vive durante uno de esos shows que, se sabe, pasarán a la historia, lo emocionante que se siente el estar-aquí-ahora

Resulta increíble que por tantos años se haya guardado el material inédito en la bóveda y que, con la tecnología de punta de hoy, haya quedado en semejantes condiciones para ser apreciado en pantalla grande, con un sonido supersónico e imágenes crudas y coloridas sobrevivientes a las marcas del tiempo.

Como se recalca en un momento, el escenario era estático y los miembros de Oasis también lo eran en su actitud, solo estaban ahí haciendo su trabajo, tocando con autenticidad la fibra sensorial de miles de personas a partir de melodías colosales de rock and roll. Cuando se intercalan fragmentos del setlist como ''Columbia'', ''Acquiesce'', ''Slide Away'',''Wonderwall'' o ''Champagne Supernova'' (con el toque maestro de John Squire como invitado sorpresa) es entendible cómo hoy pasaron a la categoría de clásicos y porqué -tres décadas y una separación más tarde- el público se sigue renovando. La explicación está en que las buenas canciones nunca mueren y encontrarlas por estos días es como hallar agua en medio del desierto. 

Para los afortunados en presenciarlo que saben lo que significó, el registro es la evocación a una época dorada y el disparador de una lluvia (literal) de recuerdos. Para el resto de los mortales que quisieran haber estado ahí, un momento experimentado a distancia que dudosamente vuelva a repetirse pero que, mediante este documental, encuentra una forma de vivir para siempre. Fue el momento antes de que Oasis sembrara una legión de bandas con su mismo sello y antes que ellos mismos empezaran a sonar como Oasis. Quizás el punto más álgido en que, como indican en Supersonic, podrían haberse retirado con gracia y mucha altura justo a tiempo.






Otros films y documentales similares para ver:

Creation Stories (2021) - Nick Moran
Oasis: Supersonic (2018) -  Mat Whitecross
Oasis: There and Then (1996) - Dick Carruthers, Szaszy
Oasis: Familiar to millions (2000) - Dick Caruthers
Liam Gallagher: As It Was (2019) - Gavin Fitzgerald, Charlie Lightening
Woodstock (1970) - Michael Wadleigh

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