El recorrido por la discografía de Arctic Monkeys permite
entender en pequeñas dosis cómo fue la historia de la banda en esta década y
monedas: de pasar a tocar en sótanos cerveceros en High Green a llenar estadios
y liderar la cabeza de los principales festivales de música del mundo.
En Whatever PeopleSay I Am That’s What I’m Not (2006), Alex Turner describía en detalle cómo
era la vida púber del indie en los suburbios de Sheffield, entre personajes de
barrio y situaciones cotidianas que iban desde encarar a alguien en la pista de baile a desenmascarar falsas amistades o terminar en una redada policial por una broma inocente. Cuando el reconocimiento llegó a mojar sus pies, Favourite Worst Nightmare (2007) se encargó de documentar esa
metamorfosis adolescente catapultada a un éxito que podía llegar a convertirse
en pesadilla a causa de la prensa venenosa, dormir en hoteles a miles de kilómetros de casa bajo los efectos del jet-lag y tener que tomar distancia renunciando al amor (tal fue el punto que el ex bajista Andy Nicholson no aguantó el ritmo
y se bajó de la formación, siendo reemplazado por Nick O’Malley). Parte de esa oscuridad se reflejó en el tercer
disco Humbug (2009), donde los
tiempos se desaceleran un poco, las guitarras cobran espesor bajo efectos
reverberantes y la psicodelia árida interactúa con fraseos más pausados de
Turner, que le canta a la paranoia, ansiedad y al acoso a la intimidad bajo la
tutela de Josh Homme (QOTSA). Luego de esa rara
avis que fue su disco de transición más stoner y experimental hasta la
fecha, la banda volvió a sus raíces con Suck It And See (2011), una obra que apuesta a lo seguro resaltando el trabajo melódico
y los riffs guitarreros para finalmente pasar la página hacia AM (2013). Esta quinta parada fue la más
circular, con una búsqueda sonora bien rutera y nocturna definida a partir de
su asentamiento en los Estados Unidos (más precisamente en el desierto
californiano), con arreglos más escuetos pero sin renunciar a los hooks potentes sabbathianos en las seis
cuerdas e incorporando como novedad coros en falsete del baterista Matt Helders.
Ahora bien, desde ese momento al presente transcurrieron
unos cinco años en los que la banda frenó sus compromisos y Alex Turner
aprovechó el hiato para reactivar la marcha de su proyecto The Last Shadow Puppets con el
aclamado y luminoso Everything You’ve Come To Expect (2016) y hasta para apadrinar a artistas como Alexandra Savior.
Justo en el cruce de estos mundos es donde retoma los
hilos la sexta placa Tranquility Base
Hotel & Casino. Se dice que Tranquility Base fue el sitio lunar donde
en 1969 los humanos alunizaron por primera vez en un cuerpo celeste y, es en
este contexto donde Alex Turner sentó los pilares de su nuevo disco conceptual,
con música elegante y sofisticada que podría ambientar una especie de hotel o
casino intergaláctico elevado de la superficie terrestre.
Tranquility Base Hotel & Casino se
puede leer como el trabajo más personal de Turner hasta la fecha, casi que es
un disco solista firmado bajo el nombre de una banda y, lejos de ser todo lo que uno podría esperar, se
descarrila del rumbo en que la monada venía transitando.
El mismo cantante admite: ‘Quería hacer esta música que estaba adentro mío (…) era importante despedirme
del realismo presente en la mayoría de material de Arctic Monkeys. Todo se desarrolló
en una dirección que me hizo dar cuenta que no tenía nada que ver con lo que la
gente esperaba de un disco de los Monkeys’.
La etapa rockera de las camperas de cuero y el jopo engominado como primer approach con la cultura norteamericana es un capítulo
del pasado y ahora vemos al cantante pasar la página con otra madurez, ataviado
como crooner setentoso en un tuxedo de terciopelo con barba en el mentón,
entonando al piano canciones introspectivas que podrían sonar bajo luces bajas en
el lobby de un Chateau Marmont o Club Silencio suspendido en el cosmos.
Tal vez este retiro espacial desde el que canta en ‘Star Treatment’, que abre el disco y perfuma el aire con la esencia que mantendrá
luego, fue un rehab de autoconsciencia para hacer detox de la fama y hoy
susurra con su métrica particular de encastrar palabras: ‘Yo solo quería ser uno de los Strokes, ahora mira el desastre que me
hiciste hacer, recorriendo a dedo con una valija con monograma millas afuera de
cualquier autopista imaginable’. ‘Soy un gran nombre en el espacio profundo’
admitirá luego ambiguamente, entre su ego y el punto azul pálido que puede
representar en el vasto universo.
Alex Turner construyó un refugio tranquilo y alejado del stardom
de Los Angeles donde reside, una plataforma aislada desde la que observa todo distante,
entre el desencanto y la extrañación. En la balada ‘One Point Perspective’, que
comparte el mismo recurso de pequeñas notas reiterativas de piano que ‘The World’s First Ever Monster Truck’ (atravesando el sonido de Grizzly Bear, Beach House y The Doors) vaticina quizás el fin de una etapa como songwriter ‘tan pronto como el apocalipsis se priorice
(…) supongo que el cantante debe morir. Este imponente documental que
desafortunadamente nadie vio, con tan bella fotografía, merece la pena por su
escena inicial. Estuve manejando y escuchando su composición o tal vez lo
imaginé todo. Estuve tocando en habitaciones tranquilas como esta anteriormente’.
El dramatismo persiste y va oscureciendo sus colores en ‘American Sports’ que, entre acordes menores, capas de guitarras psicodélicas de fondo y
eco, reclama con desesperación ‘¿Puedo obtener mi dinero de vuelta? El pack
de batería de emergencia llega justo a tiempo para mi charla semanal por
videollamada con Dios. Un montaje de las últimas ruinas ancestrales
musicalizadas por un estribillo diciendo ''vos no sabes lo que estas haciendo’.
En esta misma línea se mueve el tema que bautiza al disco, con el cantante recluido desde este hotel claustrofóbico imaginario (cual Jack Nicholson en The Shining) cuestionándose: ‘¿Recordas cuándo empezó a salir todo mal? ¿Celebras tu lado oscuro y luego deseas no
haber dejado nunca tu casa?’.
Turner nos lleva a recorrer los límites de un mundo que
parece distópico y ficcional. En el tema glam ‘Golden Trunks’ (el único momento
protagonizado por guitarras procesadas junto a ‘She Looks Like Fun’), menciona
a un ‘líder del mundo libre’ que
recuerda a un luchador subiendo al ring o a ‘figuras con nuevas mentiras que publicitar’ (¿un llamado para Trump, quizás?). En ‘Science Fiction’ habla
de la realidad virtual en la que se vive, con ‘reflejos en la pantalla de sociedades extrañas’, un ‘monstruo
del pantano con una erección por la conectividad’ y una ‘colonia que en un futuro no muy distante
resalta los peligros y envía mensajes ocultos’. Como solución escapista a
los espacios gentrificados y estas situaciones, el cantante (poseído por el
espíritu de Gainsbourg o Harrison) extiende en ‘Four out of five’ su invitación a emigrar en éxodo a su hotel de 4 estrellas en la superficie lunar,
un lugar donde 'los días no existen y el único momento en que se frena la risa
es para respirar o robar un beso', según lo define. Si la vida se convirtió en un deporte en el
que somos espectadores y la sociedad vive anestesiada y online, solo es cuestión
de darle un tubazo en su ‘Batphone’ y
aceptar la oferta a su nueva morada.
Finalmente ‘The Ultracheese’ (una especie de ‘Oh, Darling’
moderna y nostálgica), funciona de forma efectiva como cierre de disco, encontrando
un guiño directo con ‘The Dream Sypnosis’ de TLSP, con un Alex Turner que, pese
a su delirio de pesimismo y confusión, ya sea a la guitarra o con un piano Steinway
Vertegrand, sigue encontrando formas de conmover con la canción.
Está claro que Tranquility Base Hotel & Casino no es
la puerta de entrada más accesible a la banda y que, posiblemente, se trate de
un álbum que con el correr de las escuchas vaya surtiendo efecto. Tal vez por
esa misma razón, en un acto de rebeldía y estrategia comercial, Arctic Monkeys se
negó a lanzar simples de adelanto y optó por sacar directamente su opus
completa, dado que la suma funciona mejor que las partes por separado. Más allá de los gustos, resulta interesante la
conexión con la idea que subyace al disco de conquistar territorios musicales
inexplorados y que Turner sea el guía lounge pop que conduce al oyente por esta
nueva residencia fantasiosa, glamourosa, fantasmal y sofocante, como tiempos
antes lo hicieron maestros como David Bowie, Leonard Cohen, el ya citado Monsieur Gainsbourg, Jarvis Cocker y
hasta Father John Misty. Si Humbug fue el disco resistido y de
quiebre para llegar años más tarde a AM, a lo mejor Tranquility Base Hotel & Casino es la base necesaria para concretar más adelante otro home run.
En una entrevista radial Alex Turner dijo que sus discos
preferidos son como lugares a los que le gusta visitar. Éstas 11 canciones en
ese sentido funcionan para hacer escapismo de la decadencia mundana y mirar
todo en perspectiva lejana, usando un lenguaje sci-fi que describe una realidad cada vez más parecida a la ficción.
Txt: María Gudón
Para archivarlo
entre:
The Last Shadow
Puppets – Everything You’ve Come To Expect (2016)
The High Llamas –
Hawaii (1996)
Peter Thomas Sound
Orchestra – Rampatrouille Orion (1966)
John Barry – Fun city,
Goldfinger, From Russia With Love
The Divine Comedy – A Short Album About Love (1997)
Scott Walker – Scott 3
(1969)
Pulp - This Is Hardcore (1998)
Jarvis Cocker & Chilly Gonzales – Room 29 (2017)
Air - Premiere Sympthômes (1997) y Talkie Walkie (2004)
Air - Premiere Sympthômes (1997) y Talkie Walkie (2004)
Dion – Born To Be With You (1975)
Serge Gainbourg – Histoire de Melody Nelson
(1972)
David Bowie – The Rise and Fall of Ziggy Stardust and The Spiders From Mars (1972)
Virna Lindt - Shiver (1984)
Virna Lindt - Shiver (1984)
François de Roubaix –
Soundtrack de Le Samourai (1967)
Cameron Avery – Ripe Dreams, Pipe Dreams (2017)
Father John Misty – I Love You, Honeybear (2015) y Pure Comedy (2017)
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Arctic Monkeys - Tranquility Base Hotel & Casino
Going through Arctic
Monkeys’ discography in retrospective lets you understand how the story of
the band has been for this amost decade and a
half: from playing on beer pubs in High Green to fill in stadiums and headline
the principal music festivals worldwide.
In Whatever People Say I Am, That’s What I’m
not (2006) Alex Turner described in detail how the life of an indie
teenager was in the outskirts of Sheffield, surrounded by neighbourhood characters
and daily scenes such as seducing someone on the dancefloor, unmasking fake friendships or end up being in jail for an innocent joke. When recognition came their way, Favourite Worst Nightmare (2007) documented
that teenage metamorphoses crossed by success, a real struggle triggered by
poisonous press, sleeping in hotels miles away from home under jet-lag and growing apart from love (the situation came to such an extent that bassist Andy
Nicholson couldn’t catch up with the pace and parted ways with the band, being replaced
by the latter Nick O’Malley). Part of that darkness was reflected on the third studio
album Humbug (2009), in which rhythm was
slowed down, guitars sounded thicker under reverbant effects and psychedelia interacted
with quiet slur from Turner, that sang about paranoia, anxiety and invasion
of privacy under Josh Homme’s production. After that rara avis, the most experimental and stoner record they've made up to date, the
band went back to their roots in Suck It
And See (2011), an artwork that played it safe underlining the melodies and
guitar riffs to finally turn the page to AM (2013). This fifth record had a clearer purpose, with a
nocturnal bluesy sexy vibe defined by their new home, the Californian U.S desert.
The arrangements were more limited but kept using heavy sabbathian hooks on the six strings and introduced falsetto choirs by drummer Matt Helders as an innovation.
For the last five years the band remained inactive and Alex Turner took advantage from the hiatus to resurrect his other outfit The Last Shadow Puppets, with the acclaimed
and luminous Everything You’Ve Come To
Expect (2016). He even found the time to godfather the breakthrough
artist Alexandra Saviour producing her debut album Belladonna of Sadness.
It’s in this crossover
point where Tranquility Base Hotel & Casino, the sixth Monkeys album, picks
up the threads. It is said that
Tranquility Base was the site on the Moon where, in 1969, humans landed and
walked on another celestial body for the first time. On that context Alex
Turner laid the foundations of his new conceptual piece of work, with an
elegant and sophisticated music that sets the mood perfectly on an
intergalactic hotel or casino suspended over Earth’s surface.
Traquility Base Hotel & Casino can be interpreted as Turner’s most personal work, it’s
like a solo album signed in the name of the band and, far from everything one
could come to expect, it goes in another artistic direction than the one the
band was circulating in.
The rocker period of
leather jackets and Pompadour greasy hairstyle as a first encounter with American
culture is a chapter from the past and now we see the singer in a more mature
role, dressed as a 70s crooner on a velvet tuxedo with beard on his chin,
singing introspective songs on the piano that could set the atmosphere on the
glimmer lobby of a cosmic Chateau Marmont or lynchean Silencio Club.
Maybe that space retreat from where he sings
in ‘Star Treatment’, the opening song that scents the air of the whole record,
was a rehab and a detox from fame, since today he whispers with his own meter
to embed words: ‘I just wanted to be one
of The Strokes now look at the mess you made me make. Hitchhiking with a monogrammed
suitcase miles away from any half-useful imaginary highway’. Then he will
admit ambiguously ‘I’m a big name in deep
space’, meassuring his ego with the pale blue dot that represents in the wide
open space.
Alex Turner built a
quiet shelter far from Los Angeles' stardom where he lives, an isolated platform
in which he observes everything from distance, between disappointment and estrangement.
On the ballad ‘One Point Perspective’, that shares the same repetitive piano
notes than ‘The World’s First Ever Monster Truck’ (influenced by the sound of
Grizzly Bear, Beach House and The Doors) he predicts what may be a final stage
as a songwriter: ‘Just as the apocalypse
finally gets prioritized (…) I
suppose a singer must die. This stunning documentary that no one else
unfortunately saw. Such beautiful photography it’s worth it for the opening
scene. I’ve been driving ‘round listening to the score, or maybe I just
imagined it all. I’ve played to quiet rooms like this before’.
The drama lingers on
and darkens its colors in ‘American Sports’ relying on minor chord progressions,
echo and layers of psychedelic guitars in the background while he demands
desperately: ‘Can I please have my money
back? Emergency battery pack just in time for my weekly chat with God on
videocall. (…) a montage of the
latest ancient ruins soundtracked by a chorus of ‘’you don’t know what you’re
doing’’. The song that gives name to the album also moves in the same lane,
with Alex confined in that imaginary claustrophobic motel, just as Jack Nicholson in The Shining, wondering ‘Do
you remember where it all went wrong? (…) Do you celebrate your dark side then
wish you’d never left the house?’.
Turner takes us to
explore the limits of a world that seems distopyan and fictional. In the glam
tune ‘Golden Trunks’ (the only moment starred by processed guitars next to ‘She Looks Like Fun’), he mentions a ‘leader
of a free world that reminds you of a wrestler as he makes his way to the ring’
or ‘figures with a fresh new pack of lies
summat else to publicize’ (A call for Donald Trump, maybe?). On ‘Science Fiction’ he makes reference to the
virtual reality in which humanity is sinking in, with ‘reflections in the silver screen of strange societies, swamp monster
with a hard on for connectivity and mass panic on a non too distant future colony
that highlights dangers and send out hidden messages’.
As an escaping
solution to the grentrification areas with this situations, in ‘Four out of five’ the singer (possessed by Gainsbourg or George Harrison’s spirit) extends his
invitation to migrate in exodus to his four star hotel in the lunar surface, a
place where ‘the only time we stop laughing
is to breathe or steal a kiss’ as he defines it. If life turned out to be a spectator sport and society is
undergoing anaesthesia, it’s just a matter of giving
him a call on his ‘Batphone’ and accept his offering to his new crib.
Finally ‘The Ultracheese’ (a kind of modern nostalgic ‘Oh Darling’ song) works effectively
at the record ending, sharing the same gimmick as TLSP’s ‘The Dream Sypnosis’.
Despite Alex Turner’s delirium of pessimism and confusion, both on a guitar
or a Steinway Vertegrand piano, he still manages to keep finding ways to touch feelings with
his songs.
It’s pretty evident
that Tranquility Base Hotel & Casino
is not the most accessible entrance door to the core of the band. Possibly this
is an album that will grow in meaning with repetitive listening. Maybe for that
reason, as a rebellion act or a commercial strategy, Arctic Monkeys didn’t
launch cuts separately and chose instead to launch the full opus, so that
people would interpret it as a whole concept, since the sum works better that
the isolated parts.
Beyond likes, it
turns out interesting the connection with the idea that floats around the album
of conquering unexplored musical territory, with Turner as the lounge pop
character that guides listeners through this new imaginative, glamorous,
ghostly and suffocating residency, as old masters from the likes of David Bowie, Leonard Cohen, the aforementioned Monsieur Gainsbourg, Jarvis Cocker and even Father John Misty did in the past. If Humbug was the resisted breaking point
that within the following years helped to develop AM, Tranquility Base Hotel & Casino may be the necessary base to score another
home run in the next future.
On a radial
interview, Alex Turner said his favorite records were those that functioned as places he liked to visit. These 11 tracks, in that way, let us escape from
mundane decay to look everything from a distant perspective, using sci-fi language
to describe reality facts that are increasingly looking alike fiction.
Txt: María Gudón
Suitable to shelve among these records:
The Last Shadow Puppets – Everything You’ve Come To Expect (2016)
The High Llamas – Hawaii (1996)
Peter Thomas Sound Orchestra – Rampatrouille Orion (1966)
John Barry – Fun city, Goldfinger, From Russia With Love
The Divine Comedy – A Short Album About Love (1997)
Scott Walker – Scott 3 (1969)
Pulp - This Is Hardcore (1998)
Jarvis Cocker & Chilly Gonzales – Room 29 (2017)
Air - Premiere Sympthômes (1997) and Talkie Walkie (2004)
Air - Premiere Sympthômes (1997) and Talkie Walkie (2004)
Dion – Born To Be With You (1975)
Serge Gainbourg – Histoire de Melody Nelson (1972)
David Bowie – The Rise and Fall of Ziggy Stardust and The Spiders From Mars (1972)
Virna Lindt - Shiver (1984)
Virna Lindt - Shiver (1984)
François de Roubaix – Soundtrack de Le Samourai (1967)
Cameron Avery – Ripe Dreams, Pipe Dreams (2017)
Father John Misty – I Love You, Honeybear (2015) and Pure Comedy (2017)
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