Toda mujer sensiblera,
algo cursi y medio ‘susanita’ alguna vez soñó con remontarse en el tiempo a la
década del 50.
Repasemos:
una era en que no existían los boliches o clubes de baile más que las fiestas
caseras o escolares (también llamadas ‘graduation
proms’), en las que un acompañante pasaba a buscar a su chica (generalmente
a la que le gustaba) arreglado de pies a cabeza con auto para llevarla a la
fiesta de graduación.
En aquellas
fiestas, aparte de haber momentos de diversión y pistas de baile empapadas de
sudor al son del rock and roll de Elvis Presley, Jerry Lee Lewis, Eddie Cochran
o Chuck Berry también había espacio para los lentos: un acercamiento entre
sexos opuestos a través de baladas que hacían salir demostraciones afectivas y obligados
arrumacos.
Otros
lugares de esparcimiento y ocio juvenil eran las típicas confiterías de piso
bicolor, generalmente asociadas a la comida fast-food:
milkshakes, hot cakes, hamburguesas, hot dogs y malteadas. En esos espacios
caían los grupos de amigos o las parejas que recién se iniciaban en el amor.
Ahí habían rockollas o jukeboxs: maquinarias que a cambio de
unos céntimos hacían bailar a los presentes con el tema que uno seleccionara de
su artista predilecto.
Ni hablar
de los autocines: donde cientos de Cadillacs y Chevys se agolpaban en una
parcela de tierra para ver una película al aire libre, la excusa perfecta para estar
a oscuras, iluminados nada más que por la luz de las estrellas y que el hombre
rompiera el hielo pasando su brazo a través del asiento donde se sentaba la
mujer de su deseo y ambas cabezas fueran acortando distancia física hasta
fundirse en un beso, un momento anhelado que luego sería comentado entre el
grupo de amigas/os.
Para aquel
entonces el post-fordismo dictaba un furor compulsivo en las ventas de
artefactos electrónicos para el hogar y la radio era el accesorio portátil que
comenzó a expandir la música entre los jóvenes, al igual que los tocadiscos
valvulares, que incrementaron la compra de simples, canciones lanzadas como
corte con lados B adicionales.
Y con esto
nos vamos directamente al tema de la playlist de hoy: lentos que hacían
suspirar, emocionar, ver corazones en el aire y fantasear a los enamoradizos, interpretados por
crooners o grupos doo wop con notables
trabajos de coros de fondo.
Canciones
de base estructural y letras simples normalmente
acompañadas por una orquesta y un piano de línea redundante y repetitiva.
Lo naïf de
aquellos tiempos y la forma en que la gente interactuaba se diferencia mucho
con nuestros tiempos. Antes existía el pedir la mano de la hija al padre, el
flirteo inocente…hoy, reina el histeriqueo, el enamoramiento efímero y, citando
a los Arctic Monkeys, ‘no hay amor de Montescos o Capuletos, solo temas
aniquilantes, DJ sets, pisos sucios y fantasías traviesas’.
En honor a
aquella década, acá está la banda de sonido…
*Aclaración: No necesariamente toda la música seleccionada data de los años ‘50s, hay algunas canciones que son más contemporáneas y tienen reminiscencias a esos años.
* Es
aconsejable para entrar más en el tema estético ver las siguientes películas:
- American
Graffiti (Dir. George Lucas) 1973
- The Wild One
– (Dir: Laslo Benedek) 1953
- Rebel Without
A Cause – (Dir: Nicholas Ray) 1955
- Great Balls Of
Fire – (Dir: Jim McBride) 1989
- The Girl Can’t
Help It – (Dir: Frank Tashlin) 1956
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