lunes, 21 de noviembre de 2022

Weyes Blood – And In The Darkness, Hearts Aglow (2022)

 

Ph: Neil Krug

Como en una novela, Weyes Blood retoma la historia de Titanic Rising (2019) con la secuela de su trilogía conceptual, justo donde quedó pausada en el mundo pre-pandémico. Si el primer tomo navegaba las aguas de lo incierto, viendo desde la superficie cómo se asomaba la punta del iceberg que hundiría al barco catastróficamente, tres años más tarde en And In The Darkness, Hearts Aglow ésta náufraga toma aire y coraje para sumergirse en lo profundo del océano y descubrir el impacto emocional del choque.

 La ruptura amorosa es el eje temático del nuevo disco pero, en un contexto tan fragmentado, la experiencia personal pasa a fundirse con otras cuestiones, ganando terreno universal. Mientras la visión socio-ecológica cambiante y extraña quedaba plasmada en Titanic Rising, en éste último trabajo la procesión va por dentro.

'Si no hay más nada que pueda decir sobre lo externo -porque ahora todos saben qué está pasando y cómo se siente- entonces hay que ir a lo interno'', menciona la líder del grupo Natalie Mering en una entrevista con FLOOD. Llegar al centro de las emociones a veces requiere despojo y con la música ocurre lo mismo. Nuevamente el productor Jonathan Rado (Foxygen) comandó el viaje pero en una dirección distinta: lejos del barroquismo y la densidad, acá privilegió la introspección depurada. Para captar ese espíritu íntimo la banda grabó en simultáneo y en cinta desde los Eastwest Studios, un espacio con mística propia que albergó a artistas como Everly Brothers, Mamas & The Papas o Elvis, además de ser la casa donde los Beach Boys dejaron huella con Pet Sounds (1966).

 Ya de arranque, en el corte setentoso ''It's not just me, it's everybody'' Mering confiesa sentirse invisible, convencida que no es la única en experimentarlo (''Sentada en esta fiesta preguntándome si alguien me conoce y ve realmente quién soy. Hace mucho que me sentí realmente conocida''). Mientras arroja el pronóstico actual (''Viviendo en el despertar de cambios agobiantes, todos nos convertimos en extraños incluso para nosotros mismos''), en el video baila en un set de filmación con un smartphone que se va cobrando vidas y alimentando de almas, un guiño más cínico y actual al entretenimiento inocente de Gene Kelly y el ratón Jerry en Anchors Aweigh.

 

Estas canciones ensoñadoras y melancólicas cuentan una historia simple y lineal que va sumando elementos que la complejizan, por lo que no es extraño que maduren con las escuchas. ''Children of the Empire'', o lo que podría ser un himno de Brian Wilson era Surf's Up, tiene ese poder y es un canto urgente al trono que recibirán los herederos, donde apremia la unión y acción por preservar las ruinas a futuro.

El folk psicodélico ''Grapevine'', al igual que ''Twin Flame'', es donde la dinámica afectiva se manifiesta en forma más obvia. La primera es la ruta de encuentro de dos amantes que, por narcicismo, terminan yendo en sentido contrario (''Si un hombre no puede ver su sombra, puede tapar tu sol todo el día. Puede hacerte pequeña, tiene el poder de sacarte su amor'').  Mientras que ''Twin Flame'', donde se introduce novedosamente la textura de una batería electrónica, ironiza sobre la idea de las almas gemelas y la fecha de expiración de las relaciones cuando la balanza se inclina en favor de un solo lado (''ahora nuestras horas se sienten tan contadas y pequeñas, sosteniendo el amor solo por mantenerlo'').



Dos años de encierro privados de contacto erosionaron los vínculos humanos con el afuera, borrando los límites temporales y dejando consecuencias de las que hoy estamos saliendo sin entender demasiado hacia donde avanzar. La pandemia interfirió en la salud mental, la soledad y el acelere capitalista del que habla la canción folk-pop ''The Worst Is Done''.

 ''Estoy segura que muchas generaciones a lo largo de la historia resistieron cataclismos así, pero éste se siente realmente abstracto y novedoso porque hay mucha superposición tecnológica y climática, aunque no haya nada nuevo bajo el sol. Lo peor ya fue hecho pero se va a volver todavía más abstracto y retorcido. Pese a que ya no estemos más en la era oscura lidiando con la plaga, vamos a tener que lidiar con otras cosas''  apunta la artista en otra entrevista con FADER en función al tema. Algo que también desarrolla en ''Hearts Aglow'', anhelando encontrar amor genuino y reconexión con los espacios tranquilos entre tanto ruido y tumulto.

''Creo que había una esperanza de que en la post-pandemia todos íbamos a ser más unidos y a reconstruir este mundo nuevo. Desafortunadamente, nos inclinamos aún más en nuestros teléfonos y la gente que no debería haberse vuelto más rica transformó exponencialmente su riqueza. Es un pequeño insulto a las heridas personales y creo que eso también está perpetuando esta sensación de malestar'' completa.

 Como sugiere el título del disco, ''en la oscuridad los corazones brillan'' y aunque se sienta el apagón, la luz tenue de un faro promete a lo lejos un puerto de anclaje. Uno de estos momentos superlativos e iluminados llega con ''God Turn Me Into a Flower'', que de tan etérea flota (a la par de la angelical Julee Cruise). Basada en el mito de Narciso, Natalie cobra noción de la belleza y valor humano y alienta a seguir conservando la suavidad en los pétalos, aún cuando las amenazas del mundo nos hacen crecer espinas y el espejo devuelve distorsiones. Su voz frágil se fortalece, como una flor que empuja los límites hasta romper el cristal que la rodea para salir al mundo natural, elevada por los sintetizadores y sampleos ambientales de Oneothrix Point Never.






La última chispa de optimismo aparece al cierre del disco introducida por un piano en ''A Given Thing'', un final abierto donde queda la página en blanco para el próximo capítulo: un amor sano que no se limite ni implique esfuerzo, sino que fluya como fuerza natural entre dos polos alineados en la misma frecuencia. Algo recíproco que quizás la humanidad necesite en estos tiempos para volver a empatizar y conectar con lo esencial.  

Si, citando la película Titanic, ''el corazón de una mujer es un océano profundo lleno de secretos'', el disco es una buena apertura para conocerlos. Natalie Mering cerró un capítulo personal lanzando esta joya al océano y en una inmensidad de resonancias siniestras donde puede quedar perdida, el diamante brilla lo suficiente como para que cualquiera que bucee debajo de lo obvio pueda verlo. En la oscuridad y desilusión que vivimos, solo una persona con luz y una llama viva de esperanza por cambiar las cosas es capaz de  crear sentido y transformar lo doloroso en poético y lo íntimo en una experiencia compartida.






Ph: Neil Krug

Carta a los oyentes con la que acompañó al disco:





Para archivarlo entre:

Weyes Blood - Titanic Rising (2019)
Stevie Nicks - Bella Donna (1981) / Wild Heart (1983)
Fleetwood Mac - Rumours (1977)
Bob Dylan - Blood on the tracks (1975)
George Harrison – Living in the material world (1973)
Harry Nilsson – A Little Touch of Schmilsson In The Night (1973)
The Beach Boys –  Surf’s Up (1971)
Carpenters –  Close To You (1970) / A Song For You (1972) / Horizon (1975)
Joni Mitchell – Blue (1971)
Judee Sill – Heart Food (1973)
Joan Baez - Diamonds & Rust (1975)
Laura Nyro – Eli and the Thirteenth Confession (1968)
Enya – Watermark (1988)
Julee Cruise - Floating into the night (1989)
The Last Shadow Puppets -  Everything you’vecome to expect (2016)
Beck - Sea Change (2002)
Father John Misty – Pure Comedy  (2017) / God's Favorite Customer (2018) / Chloe and The Next 20th Century (2022)
Beach House – Bloom (2012) / Depression Cherry (2015)
Julia Holter – Have you in my wilderness (2015)
Sharon Van Etten - Are we there? (2014)
Julia Jacklin - Crushing (2019)
Brian Eno – Another Green World (1975)
Julie London - Julie is her name (1955)
Roy Orbison - Lonely & Blue (1961)




Ph: Neil Krug