sábado, 27 de agosto de 2016

Radiohead: Pánico y locura en Madison Square Garden



El público llega sobre la hora y se va acomodando sistemáticamente mientras en el escenario del Madison Square Garden suenan los patterns secuenciales y automatistas de Dawn Of Midi, banda apertura de ambas fechas agotadas de Radiohead en el estadio de Nueva York,  donde tocaron por última vez hace cuatro años.

De golpe un apagón y todo se vuelve oscuro. La voz en off de Nina Simone extraída de un documental de Peter Rodis declara: ‘Voy a decir lo que es la libertad para mí: no tener miedo. Realmente, no temer’ y pegado a eso, la banda de Oxford abre el show con ‘Burn The Witch’ el complejo tema con el que sorprendieron este año anunciando su noveno disco.

El clima es un infierno viviente bañado en luces sangrientas  y  toda la orquestalidad de estudio se convierte en vivo en un exorcismo rockero furibundo. Cuando Thom Yorke canta en tono conspirativo sobre ‘abandonar todas las razones, evitar el contacto visual, no reaccionar y apuntar a los mensajeros’ porque hay un ‘leve ataque de pánico volando’ el mensaje se resignifica y adquiere otra perspectiva.  Algo está pasando en el aire: el cuadro proyecta  temor frente a las inminentes elecciones presidenciales norteamericanas, un capitalismo frenético y salvaje que arrasa con todo intento de subversión  y una seguidilla reciente de acontecimientos raciales, religiosos o sexistas que terminaron en tragedias (las víctimas de gatillo fácil Philando Castile y Arlton Sterling en manos de la policía, el tiroteo en Florida en una disco homosexual o los ataques terroristas de Niza, Bélgica y París,  por citar ejemplos). El público es consciente que esas palabras metafóricas  se traducen en lo cotidiano, por ello se suma en complicidad, cantando con conocimiento de causa.

Después del géiser, las  aguas se aquietan más con ‘Daydreaming’,  el segundo corte de A Moon Shaped Pool, aunque el pesimismo siga latente. Johnny Greenwood se pasa al piano acompañando a Yorke en su melancolía gris: ‘Los soñadores nunca aprenden detrás del punto sin retorno. Y es muy tarde, el daño ya está hecho’. Las preocupaciones del cantante, más allá de la ambigüedad o sonido que carguen, son las mismas que lo afectan hace 20 años.

Todos los días abrís el diario o tu teléfono y alguna locura está sucediendo. Necesitamos despertar’ advierte. ‘Planet Telex’ de The Bends sonará  más adelante y, aun así, las guitarras resonantes y alternativas no lograrán sacarle el sabor amargo de que ‘todas las cosas se quebraron’ y que no hay otro remedio más que aceptarlo. El espiral depresivo también aparece con ‘Decks Dark’, el momento en que todo ser humano esta jugado sin lugar al que huir porque le llega la hora negra. Pero no todo es un pozo ciego: los ánimos luminosos se recomponen con el folk espiritual ‘Desert Island Disk’, empuñado en una acústica por un Yorke en plan crooner.

Radiohead tiene una base rítmica apoyada en tres guitarristas, un bajista y dos bateros en escena (incluyendo a Clive Deamer de Portishead) que le da musculatura a su música y se hace notable en: ‘Ful Stop’, ‘The Gloaming’, ‘Morning Mr. Magpie’ y ‘Bloom’, tracks que exigen una cadena de montaje en equipo. Los bajos resonantes y corpulentos de Colin Greenwood son intervenidos por programaciones glitch poli rítmicas que su hermano Johnny testea en su laboratorio y Ed O’Brien anexa arpegios eléctricos en crescendo a las baterías robóticas sincopadas de Phil Selway, que se camuflan entre máquinas de ritmo, todo mientras Thom se lleva las miradas bailando cual epiléptico convulsionando.

Habiendo tocado el lado A completo de su nueva obra (y en órden secuencial!), es tiempo de abrir el arcón de los recuerdos  y es ahí cuando la nostalgia por los añorados  90’s aflora entre el público con el reconocible punteo de ‘My Iron Lung’ y sus raptos ciclotímicos o ‘Climbing UpThe Walls’, esa especie de lullaby cautivante rumbo a la psicosis salida de OK Computer.

No hay dudas que el quinteto (por momentos electrónico, calculado y frío y por otros con tracción a sangre y pulso rockero) brilla en conjunción, pero también alcanza un pico elevado  cuando la formación se reduce  al binomio  Yorke – Greenwood, que hasta la mitad de ‘Pyramid Song’ logra una conexión fuerte (uno  en el piano y el otro rasgueando el diapasón de la guitarra con un arco de violín) antes que el resto de la formación complemente la armonía.

‘Identikit’ muestra a la banda en desnudez, con  una línea de bajo estructural sobre la que Yorke serpentea su diminuto cuerpo y se desplaza de un lado a otro.  Siguiente parada de la nueva cosecha: ‘The Numbers’, otro hueco por el que se vislumbra algo de fe si la humanidad no se resigna: ‘Somos de la tierra, a ella regresamos. El futuro está en nosotros, no en algún otro lugar. La gente tiene este poder, los números no deciden. Tu sistema es una mentira. Volvamos a traer lo que es nuestro un día a la vez’ canta el frontman,  mientras su voz se va expandiendo envuelta en una cadencia infinita de acordes.

Everything  In Its Right Place’ y la pieza IDMIdioteque’ hacen escala en Kid A y representan el momento más ferviente  de la noche, con un juego de luces estroboscópicas que vibran a la par de un público desquiciado. Pero, antes  del primer set de bises, el cierre llega con una sobresaliente versión percusiva de ‘There There’ del ninguneado Hail To The Thief, el portal al bosque oscuro en el que acechan los peores peligros.

Después de los aplausos, Thom vuelve a salir al escenario solo con su acústica para hacer repaso de ‘Give Up The Ghost’ y una belleza simple pero profunda llena el ambiente de magia a partir de ecos loopeados. Otras dos sorpresas modelo’97 se pegan a eso: ‘Let Down’, la terapia de alzar vuelo cada vez que la sociedad pisa a la gente como insectos en su carrera productiva y materialista hacia la ambición, y un himno que todavía tiene el poder de erizar la piel, ‘Karma Police’, que por un minuto logró que la gente se perdiera en su cosmos.

Como cierre final y segundo bis suena ‘Reckoner’ y el hit de Pablo Honey que arranca suspiros, gritos y lágrimas del que tanto renegaron,  aquel que les abrió las puertas donde hoy están tocando: ‘Creep’. Se puede asegurar que cada weirdo que alguna vez  fue marginado, en ese momento siente una caricia al alma, la sensación de no estar del todo solo en el mundo.

Radiohead es una banda que fue construyendo su propia historia, las canciones son fragmentos de un mismo discurso narrativo y sociopolítico que encastran perfecto sin importar el tiempo en el que hayan sido compuestas: producen sinergia. La libertad con que se manejaron  todos estos años haciendo discos laberínticos y arriesgados, la ingeniosa forma de difusión de los mismos y su desprecio poético hacia las corporaciones estando inmersos en la industria pero jugando con sus propias reglas habla de una diferenciación y pérdida total de miedo, tal como anunciaba a Simone.  

La ice-age a la que se refieren en ‘Idioteque’ la estamos transitando y, para no hundirse en el congelamiento de la acción/reacción/emoción, hay que permanecer en actividad. En ese sentido su legado musical de todos estos años funciona  muy bien como bálsamo. ‘Este baile es un arma de defensa propia contra la tensión del presente. Mantenlo iluminado y en movimiento’ declaran en ‘Present Tense’, una canción actual tan tirante y con necesidad de urgencia como los tiempos que corren.

Txt: María Gudón
Ph: Tomás Gudón





















SETLIST: Radiohead en MSG (27/7/2016)

1. Burn The Witch
2. Daydreaming
3. Decks Dark
4. Desert Island Disk
5. Ful Stop
6. My Iron Lung
7. Climbing Up The Walls
8. Morning Mr.Magpie
9. Pyramid Song
10. Bloom
11. Identikit
12. The Numbers
13. The Gloaming
14. Weird Fishes / Arpeggi
15. Everything In Its Right Place
16. Idioteque
17. There There

ENCORE

18. Give Up The Ghost
19. Let Down
20. Present Tense
21. Planet Telex
22. Karma Police

ENCORE 2

23. Reckoner
24. Creep  

---------------------------


Radiohead: Fear and loathing in Madison Square Garden

The audience arrived just in time and began to sit while the sequential patterns of Dawn Of Midi (the opening act for the two-night sold-out slot) were being played to welcome everyone at Madison Square Garden’s stage. It was the first Radiohead show in USA soil in four years.
  
All of a sudden, there was a shutdown and everything became dark.  A quote taken from a Nina Simone’s documentary declared: ‘I’ll tell you what freedom is to me: no fear. Really, no fear’ and sticked to that, the Oxford band opened the gig with ‘Burn The Witch’, the complex track that marked the announcement of their ninth record this year.

The atmosphere felt like a living hell bathed in bloody red lights and the orchestal section from the studio version turned into a furious rocker exorcism live. When Thom Yorke sang conspiratively  ‘Abandon all reason, avoid all contact, do not react and shoot the messengers’ cause ‘this is a low flying panic attack’ the message redefined and took a  whole different perspective.   

Something’s happening in the air: the scene reflects fear regarding the imminent North American presidential elections, a wild and frantic capitalism that razes against every attempt of subversion and recent events dealing with racial, religious and sexist issues that ended up in tragedies (the trigger-happy victims Philando Castile and Arlton Sterling killed by the police, the Florida shooting at an homosexual nightclub or the terrorist attacks in Nice, Belgium and Paris, just to name a few). The crowd was aware that those metaphorical words could be translated into daily life, that’s why they joined in complicity, singing knowingly.

After that geyser, though pessimism lingered on, the water remained calm with ‘Daydreaming’, the second cut from A Moon Shaped Pool. Johnny Greenwood replaced the guitar with the piano accompanying Yorke’s gray melancholy: ‘Dreamers they never learn beyond the point of no return. And it’s too late, the damage is done’. The singer’s worries, beyond the lyrics ambiguity or the sound they carry, are still the same that have been affecting him for more than 20 years.

Every day you open the newspaper or open your phone and some crazy fucking shit is going on. We really, really need to wake up’ alerted. The Bend’s ‘Planet Telex’ would sound later and, even so, the alternative and vibrant guitars would not take the sour flavor that ‘everything is broken’ and there’s no remedy rather than face up to accept and live with it. The downward spiral also appeared in ‘Decks Dark’, the point where every human being has no distance left to run 'cause the darkest hour arrived to his life. But not everything’s a cesspool, the luminous mood came with the spiritual folk ‘Desert Island Disk’, an acoustic rendition by a crooning Yorke.

Radiohead has a rhythmic base that lays on three guitar players, one bassist and two drummers (including Clive Deamer from Portishead) that gives a muscularity to their music, and can remarkably be seen in ‘Ful Stop’, ‘The Gloaming’, ‘Morning Mr. Magpie’ and ‘Bloom’, themes that work in assembly line. The noisy and corpulent bass lines from Colin Greenwood are interceded by glitch- polyrhythmic programming that his brother Johnny tests in his experimental lab and Ed O’Brien sums electric arpeggios in crescendo to the mechanical and syncopated drums of Phil Selway. And all of this happens while Thom draws attention dancing as if he had an epyleptic disorder.

Once they played the whole A side of their new record (respecting the track's order!), it was time to open the old trunk memories and the nostalgic feeling for the belolved  90's era emerged with the recognizable pluck and cyclothimia of 'My Iron Lung'  or 'Climbing Up The Walls', that  haunting and psychotic lullaby taken out from OK Computer.

There's no doubt the quintet (sometimes electronic, measured and cold and other times with blood rocking pressure) shines overall, but also reaches a high peak when the formation is halved to the coupling Yorke-Greenwood, that created a strong connection until half of 'Pyramid Song', before the other members joined them to end the harmony.

'Identikit' showed the band almost nude with a simple structured bassline in which Yorke twisted his tiny body from one side to the other of the stage. Next stop of their new harvest was 'The Numbers', another gap in which faith could be seen if humanity didn't give up: 'We are of the Earth, to her we do return. The future is inside us is not somewhere else. The numbers don't decide. Your system is a lie. We'll take back what is ours one day at a time' sang the frontman with an expanding voice wrapped in an infinite chord cadence.

'Everything In Its Right Place' and the IDM song 'Idioteque' stopped over Kid A and were the most zealous moments of the night with a set of stroboscopic lights that throbbed hand in hand with a deranged crowd.

Before the first encore, the end came with an outstanding percusive version of 'There There' from the underestimated Hail To The Thief, an entrance to a dark wooden nightmarish forest full of danger and threats . After the applause, Thom returned to the stage all alone with his acoustic guitar to revisit 'Give Up The Ghost', filling the room with magic and a simply but deep beauty given by looped echoes.

Two other surprises from 1997 were dusted off: 'Let Down', a therapy to fly away everytime society crashes people as insects on its productive and materialistic search towards ambition, and an anthem that has still the power to give goosebumps: 'Karma Police'. For a minute there,  people got lost in its cosmos.

The definitive end and second encore came with 'Reckoner' and a self-repudiated hit that brought about sighs, screams and tears during all their career, the key that opened the door where they're playing: 'Creep'. You can make sure that every single weirdo that has once been marginated felt thet gesture like a caress to their soul, the feeling of not being so lonely in the world.

Radiohead is a band that has been building its own history, every song acts like a fragment of a same narrative and socio-politic discourse and fits with each other perfectly, no matter when they were composed: they produce a synergy. During all these years they've moved with so much freedom, taking risks with labyrinthine records that spreaded with witty strategies, critizing corporations while being in the industry playing with their own rules.  That speaks for a total lack of fear, just as Simone' saying.

The ice-age the refer to in 'Idioteque' has landed. Just to avoid falling in its freezing power of actions / reactions / emotions we should remain active. In that sense their musical legacy works out fine as a balm. 'This dance is like a weapon of self defense against the present tense. Keep it light and keep it moving', they state in 'Present Tense', a song so tight like these times we're living in.


No hay comentarios: