lunes, 24 de agosto de 2015

Warpaint en Vorterix: Perderse en el viaje



Cuatro chicas de Los Angeles, que podrían ser  vos o tus amigas, flecharon un pacto de amor musical un 14 de febrero hace una década atrás para tocar y formar una banda. Algunos contactos cercanos (como John Frusciante, quien les produjo el EP Exquisite Corpse, la actriz Shannyn Sossamon (batera de turno y hermana de Jenny Lee Lindberg) o Josh Klinghoffer, último baterista antes que se conozca la formación actual, con Stella Mozgawa en los parches) en el inmenso distrito californiano seguramente fueron claves para hacerse un lugar en la escena.  El estilo ondero y personal  y (haciendo justicia poética a la genética favorecedora)  la belleza de cada una de ellas también sumó otro punto en la balanza de éxito. No caer en lugares vulgares de la industria (sexualizando al pop) es otro mérito destacable para que se las mire con respeto y seriedad. Pero el hecho de que, sin ser virtuosas, se defiendan con una postura y música de impronta propia  diferente a la de sus pares, hace de Warpaint algo aún más llamativo. Esta es una banda de mujeres con pensamientos fuertes que proyecta confianza en lo que hace y que se mueve con cierta independencia respecto a lo que está a la órden del día en el indie.

Pese a tocar en otra vuelta por otros destinos sudamericanos, el girl group puso pie por primera vez en Argentina en esta ocasión, en el marco de Rubber Tracks Live, un evento gratuito auspiciado por la marca de calzado Converse, que también las llevó a visitar Perú y Chile. Inicialmente el show iba a ser en el Roxy, pero dadas las condiciones, en  que había más público que entradas por repartir, fue trasladado al teatro Vorterix de Colegiales, espacio con capacidad más acertada ante las expectativas de los seguidores (entre los que se mezclaban quienes  las esperaban desde hace añares y aquellos que recibieron una invitación de arriba e iban a enterarse esa misma noche de qué iba a cosa).

Luego de la apertura por cuenta de Postal, las cuatro ninfas de la hechicería pop entraron en escena repasando tres temas de su primer disco The Fool. El distinguido bajo fuzzy de ‘Bees’ y  las guitarras podridas a lo The Cure son el aperitivo de un clima que va a perdurar (con altibajos) por el resto de la noche. Sigue ‘Composure’, un intenso homenaje a Lars Von Trier y a las fuertes escenas de ablación clitoriana de su película Antichrist  para dar lugar al aire relajado y despojado de ‘Undertow’, en la que disimuladamente infiltran un fragmento de ‘Dreams’ de Fleetwood Mac que solo algún oído atento distinguirá.

El cuarteto femenino lanzó su segundo y último disco homónimo el año pasado y actualmente está moldeando su tercer trabajo, del que regalaron al público el adelanto ‘I’ll start believing’. Pero el foco está puesto en la obra que las consagró un paso más adelante y es por eso que suenan ‘No Way Out’, la arpegiada y coral ‘Keep It Healthy’, ‘Love Is To Die’ (el mayor de sus hits (?)) y ‘Biggy’ ese mantra trip-hopero que despega de lo terrenal para elevar al reino celeste.

La atmósfera es flotante, orgánica y envolvente: un viaje psicodélico  fumón que fluye naturalmente y que transporta con reverberaciones, alaridos agudos, líneas de bajo espesas y sensuales y coros fantasmales.  Aunque las canciones  ya estén configuradas, verlas en vivo da la sensación como si estuvieran experimentando e improvisando en tiempo real la composición de las mismas. Cada una de las chicas cumple un rol específico y atraviesa la experiencia en su propio trip: Emily Kokal se encarga de escalar a las notas más altas y mientras canta a ojos cerrados elevando sus manos se hace una con el aire, Theresa Wayman solea en las cuerdas con punteos simples pero enriquecedores mientras revolea sensualmente su melena y anima al público, Jenny vibra en la misma frecuencia que su bajo y baila pegada a él repartiendo risas y guiños con Stella en el fondo, que  mantiene el tempo como timonera del ritmo.

Los últimos temas que ejecutan salen de su primitivo EP de 2009 y son los más ovacionados: ‘Billy Holiday’, un guiño con alteraciones líricas a ‘My Guy’ de Mary Wells en el que a partir de una guitarra como eje vertebral se apoyan cuatro voces sensibles contando una historia de adicción heroinómana, y  la enlentecida ‘Elephants’ (con pogo y zapada extendida) dan fin a la velada, aunque poco después vendrían los bises.

Emily sale sola al escenario dejando entrever fragilidad con ‘Baby’, un tema inocente que esconde una oscuridad posesiva al que fusiona con una cita apenas reconocible a ‘Because The Night’ de Patti Smith. Pero la introspección se corta en seco con ‘Disco//Very’ la jam funk de groove asesino con la que varios caen en sus redes y danzan como ellas en su icónico video. Y el cierre definitivo llega con ‘Krimson’.

El fuerte en Warpaint no son ni las melodías ni las letras sino las texturas que se van ensamblando e interactuando entre sí.  Aunque las influencias las ubican en algún meridiano entre Cocteau Twins, The xx, Radiohead, Portishead o  Björk del período Vespertine, crearon algo nuevo a partir de lo que las formó y, para el panorama actual, eso ya es pedir bastante.  En  palabras de Jean-Luc Godard, ‘no importa de dónde tomes algo, sino hacia donde lo lleves’. Estas chicas con su música propulsaron hacia otra dimensión, cada uno sabrá en qué viaje se perdió.

Ph: RUIDO 
Txt: María Gudón











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