¿A quién culpar por
contagiarnos ‘la maladie du cinéma’,
esa fiebre de locura por el mundo celuloide que a veces no nos permite distinguir
entre realidad y ficción? ¿A quién no le pasó de sumergirse en un mundo de
fotogramas en los que la vulnerabilidad personal se refleja en la compasión con los personajes (a
quienes se los mira o trata con familiaridad como seres queridos), sintiendo
que sus historias son un déjà vu de las propias?
¿Podremos echarle
tintas de esto a la filosofía humanística agridulce de Woody Allen que hace que
como espectador uno no se sienta tan solo ni culpable con las emociones? ¿Será
a la ingenuidad adorable de lo que representa el amor para Francois Truffaut? ¿Será
a Godard y a esa secuencialidad para contar historias, con una mirada poética
sobre las ciudadas y la belleza inherente en los rasgos masculinos y femeninos
(miradas, bocas, formas de fumar un cigarrillo, conversaciones)? ¿Será la
hipnosis visual y el misticismo de Kubrick o la oscuridad y el secreto sellado
en el universo de Polanski?
Como sea, todos ellos
son musos inspiradores y forman el insignificante pero gran mundo cinemático en
que vivo. A todos les tengo que agradecer por haber dejado una marca en mi
forma de ver las cosas, y este es mi pequeño homenaje, una playlist inspirada
en el cine de autor en caso de que tuviera que ponerle música a mi propia vida.
Hay muchos pasajes
instrumentales (la mayoría) con piano y orquestas y algunos cantados cercanos a
la música de los 40’s.
¿Pueden caber las
emociones de una vida en 45 minutos y 17 temas? Las mías supongo que sí, me
costó resumirlas hasta llegar a ellas…pero acá están.
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