Todos sabían
lo que iba a suceder: que al apagarse los reflectores luminarias de neón azules
y magentas iban a comenzar a titilar encendiendo las cuatro letras de la tan
esperada banda y que, cuando la última ‘P’ hiciera su crackeo final, una tela
traslúcida se iba a bajar cual telón dejando al descubierto la espigada figura
de Jarvis Cocker.
Todos sabían
que ese ritual iba a ser el inicio de una fiesta inolvidable en la que un
torrente de hits iba a explotar garantizando sentimientos nostálgicos,
identificación, alegría y diversión. La noche iba a dar paso a una falsa discoteca
montada en el estadio Luna Park en donde la generación que creció escuchando al
Brit Pop iba a saldar una cuenta
pendiente: la de rencontrarse y (¿por qué no?) despedirse de su propio pasado,
un momento que a veces se aletarga bastante, como la visita de Pulp, pero que
de alguna forma, como todo, por más que uno no quiera, llega a su fin. Pero eso
poco importa, citando la letra de ‘Help The Aged’ (que sonó llegando al final):
‘En el medio intentamos olvidar que no
todo dura para siempre’ y nos metemos dentro del juego que la banda
completada por Candida Doyle, Mark Webber, Nicks Banks, Steve Mackey, una
violinista oriental y el nuevo integrante Leo Abrahams proponen.
¿Por dónde
empezar a describir lo que pasó? La jornada arrancó bien arriba con ‘Do You
Remember The First Time?’, tema perteneciente a His ‘n Hers con el que generalmente tienden a abrir sus shows. Ese
fue el disparador que rompió el hielo de una noche bien caliente colmada de un
público de edades diversas. Acto seguido, continuando con la línea de ese disco
sonaron ‘Pink Glove’ y el enriedo incesto-amoroso ‘Razzmatazz’, primeras
muestras de una ‘noche que estaba en
pañales’ como el mismo Jarvis lo anunció en un muy cómico intento de
lunfardo que se iría repitiendo a lo largo del concierto con típicos dichos argentos.
La calma se
apoderó del lugar con los primeros acordes acústicos de ‘Something Changed’ de
su más emblemático álbum Different Class,
pero poco duró al ser contrarrestada por el himno ‘Disco 2000’ que hizo bailar
y agitar cabezas del público a lo loco. En pleno éxtasis hubo una alusión a las
drogas de las raves con ‘Sorted For E’s & Wizz’ con un juego de lásers
típicos de boliche en color verde que
provocaban un efecto algo alucinatorio a la retina.
No se puede
dejar de mencionar ni obviar en todo esto la increíble caracterización de
Cocker como performer: cómo se mete
en el papel y en las exigencias que cada tema le demanda provocando una
hipnosis visual magnética y un dominio escénico pocas veces visto. Temas como
‘F.E.E.L.L.I.N.G C.A.L.L.E.D. L.OVE’ o ‘Underwear’ tienen impreso en su sonido
una seducción erótica que hace vibrar a los oídos y él acompaña con el cuerpo y
la actuación ese voltaje: jadeando, respirando fuerte al micrófono, serpenteando
su flaca y alta figura por el piso, haciendo una mímica gestual sugestiva o
bien llegando al tope del clímax con espasmódicos movimientos pélvicos de frote
con un parlante en ‘This Is Hardcore’, que grafican las típicas escenas mete-saca del porno.
Cuando uno ya
cree haberlo visto todo, aún hay más lugar para las sorpresas. Los decibeles descienden
un poco y, a pedido del público, Jarvis se calza la guitarra para tocar ‘Like A
Friend’. Otra inesperada canción desfila por la noche como único repaso de We Love Life (el disco del 2001
producido por el admirado Scott Walker) el track ‘Sunrise’ y el emotivo lento ‘Bar
Italia’. Se palpita el final y hasta el mismo frontman de la banda lo anuncia
pidiendo a la audiencia que lo siga en el cuento cronológico del show: ‘Fuimos a bailar a una disco, nos colocamos, vimos el amanecer y fuimos a
tomar un café en un bar. ¿Qué es lo
que falta?’ y ‘Common People’ da la respuesta: el momento más celebrado en el que varios se olvidan de todo y se
entregan completamente al baile pogueado y a la transpiración del estadio.
Con ganas de
más, tras los bises Pulp vuelve a salir a escena y toca gemas algo olvidadas
que son inoxidables: ‘Mile End’, un tema de rítmica típicamente inglesa
incluido en la banda sonora de Trainspotting,
la más madura ‘A Little Soul’, como quedó mencionado arriba ‘Help
The Aged’, y ‘Mis-Shapes’: el raconto que separa a una clase social que aspira
a ser como otra y las peleas que esta necesidad de diferenciación traen en
vano.
¿Qué se puede
decir al respecto? La banda de sonido de las vidas de muchos cerró un capítulo
pendiente en esta fecha del 21.11.12 (atención al número capicúa) y eso se siente feliz en parte por concretar
una asignatura pendiente y al mismo tiempo algo triste, por saber que todo
efecto mágico es una ilusión óptica que solo perdura por un rato.
¿La sensación
al dejar las puertas del Luna Park? La misma que la de una buena fiesta que
culmina: se perciben los primeros rayos del sol, se escucha el cantar de los
pájaros y uno vuelve caminando por las solitarias y silenciosas calles destruido
a su casa como en viejas épocas: con una sonrisa dibujada por lo bien que la
pasó.
Txt: María Gudón
Ph: Cortesía de Agustín Dusserre para el grupo de Facebook ¿Viene Pulp?