Retomar la sencillez de historias mínimas a corta duración con baja pretensión es todo un acto rebelde frente a los tiempos y dictámenes de agenda del cine actual. Fiel a su universo austero pero rico en profundidad y poética visual, en los 80 minutos de Fallen Leaves, Aki Kaurismäki construye un film redondo en el que no sobra ni falta nada, donde la ternura y color de sus personajes triunfa sobre el tedio de la ciudad gris en que viven.
Al igual que en la Trilogía del Proletariado de 1986-1990 (Shadows in paradise, Ariel, The Match Factory Girl), el director finlandés muestra la vida rutinaria de la clase trabajadora en Helsinki, donde la explotación, maltrato y precarización son moneda corriente y la radio repite una y otra vez noticias de una guerra al acecho ante la invasión rusa a Ucrania. Frente al panorama desolador y chato, sin nada más que hacer, los habitantes refugian su tiempo libre en compañía de amigos, bares de karaoke algo deprimentes que parecen anclados en el tiempo y el vodka como vía de escape a sus miserias. Y es ahí donde los anónimos y solitarios Ansa (una cajera de supermercado) y Holappa (un obrero metalúrgico) van a cruzar camino por primera vez, a detectarse con miradas tímidas y a establecer un contacto torpe y esquivo, como dos adultos descubriendo el amor por primera vez.
Entre encuentros y desencuentros, cada protagonista lidia con sus problemáticas (desempleo, alcoholismo, bajos recursos, vacíos emocionales) y es guerrero de sus propias batallas silenciosas solo (quizás por eso la mudez introvertida) pero, aunque no se manifieste en gestos ni palabras, el amor late entre ellos como una invitación a sentir pulso vital, aliviar la carga cotidiana y desafiar los golpes duros de realidad. La necesidad de conexión humana en buscarse y reconocerse mantiene encendida la esperanza de nuestros antihéroes, aún cuando el destino y azar no les juega su mejor carta. El espectador anhela que ese romance inocente y lento persevere contra todo obstáculo sabiendo que, con valentía y voluntad de intentarlo, la vida espera del otro lado con un final un poco más feliz y digno del que toca por conformismo. Así como ellos tienen el poder de enamorarnos en ese universo oxidado de fábricas, demoliciones y alimentos putrefactos, también lo hacen las referencias musicales y al cine de las que se vale el film, que transforman el escenario mundano en algo encantador y pintoresco, sea ambientado con el mambo italiano, un tango de Carlos Gardel, la película zombie del colega Jim Jarmusch o las expresiones del Charlie Chaplin más conmovedor de Luces de la ciudad.
Paterson (2016) - Jim Jarmusch
In The Mood For Love (2000) - Wong Kar-Wai
Shadows In Paradise (1986) - Aki Kaurismäki
Drifting Clouds (1996) - Aki Kaurismäki
Lights In The Dusk (2006) - Aki Kaurismäki
Riff-Raff (1991) - Ken Loach
Frankie & Johnny (1991) - Garry Marshall
City Lights - Charles Chaplin (1931)
Modern Times - Charles Chaplin (1936)