Ph: Dani Strubia
Nueve años transcurrieron desde el debut de Radiohead en Argentina en el Club Ciudad, que hicieron que las expectativas crecieran a la par del paso del tiempo, al igual que la cantidad de público asistente. Fue con una fecha sold out y en el marco del Soundhearts Festival que los británicos marcaron su regreso, esta vez en el predio de Tecnópolis.
Dos propuestas muy disimiles que compartían cierto poder
hipnótico dieron antesala al show. Por un lado Junun, el proyecto world music de Johnny Greenwood con una
orquesta hindú que sazona su música con condimentos de la India, Israel,
Marruecos y El Níger. Por otro Flying Lotus, con un set electrónico espacial lleno de
bajos resonantes, sampleos camuflados y visuales subliminales en alta
fidelidad.
Tras largos minutos de retraso por ajustes escénicos y una
desbordante ansiedad del público, la pieza ambient ‘Tree Fingers’ finalmente
introdujo a la banda, que salió uniformada con el escenario a oscuras para
abrir con ‘Daydreaming’, tema que, al igual que ‘Pyramid Song’ (que también
integró el setlist) se sostiene de un piano melancólico que va aumentando la intensidad
hasta alcanzar un clímax, en el que un juego de luces se refracta como estrellas fugaces. En contraste, sigue un bloque más up-tempo y rockero con la
rítmica kraut de ‘Ful Stop’, los
sintes oscuros de ‘Myxomatosis’ y los
beats frenéticos de ‘15 Step’ (a los que Thom Yorke acompaña agitando unas
maracas). La banda pasea de un estado a otro, entre la desolación y fragilidad
arpegiada de ‘Nude’ o ‘Lucky’, su costado jangle pop guitarrero más nostálgico
(‘Let Down’ y ‘My Iron Lung’) y la cadencia repetitiva de bases electrónicas paranoides (‘Everything In Its Right Place’) o acústicas (como ‘The Numbers’ o ‘Desert Island Disk’, que nada tienen por envidiarle al Neil Young más introspectivo de Zuma).
Radiohead no necesita demostrar grandeza despuntando hits como
artillería ni utilizar a su frontman demagógicamente para ganar atención, ya
parado frente a la gente sin decir nada o riendo a carcajadas extrañas, Yorke
despierta respeto automático. Tampoco la banda requiere de escenografía
despampanante, todo lo contrario: apela más bien a la austeridad estética,
destacando en primer plano las canciones, sean en formato orgánico o en su
complejidad experimental. Es por eso que la lista de temas no fue complaciente
con quienes esperaban material radial, sino que trazó un recorrido por focos
menos comerciales y visitados de su discografía que, por diversos que sean,
definen una identidad sonora plasmada en más de dos décadas y consolidada a lo
largo de nueve obras.
Si bien los de Oxford basaron principalmente el repertorio en
cuatro discos clave como OK Computer (1997), In Rainbows (2007), el más reciente A Moon Shaped Pool (2016) o Kid A (2000), también hubo parates por trabajos más subestimados como su hermano gemelo Amnesiac (2001) (con el western ranchero ‘I Might Be Wrong’) o The King Of Limbs (con el viaje oceánico de ‘Bloom’ y ‘Feral’).
Hasta aquel entonces venía siendo un show climático pero a mitad
de ‘The Gloaming’ se cortó la vibra, cuando Yorke y los suyos se vieron
obligados a interrumpir la performance durante 15 minutos tras gritos e incidentes por un vallado de contención caído. Inmediatamente, el cantante pidió al público
ceder un paso atrás para descomprimir el área y terminó de entonar el tema a capella en afán de calmar los ánimos,
mientras la seguridad se disponía a resolver el asunto.
Si bien el sonido fue bastante bueno, aunque no así la
transmisión por pantallas (en las que se proyectaba un collage ovalado con
imágenes arty de los integrantes tocando en vivo procesados bajo distintos
filtros, colores y efectos), hay condiciones relativas a la organización que
escaparon a la responsabilidad de la banda y obligan a pensar a futuro si el
predio realmente cuenta con el soporte necesario para albergar a una magnitud
de 40.000 personas. El campo estaba atestado de gente a presión, packt like sardins in a crushd tin box, y se formaban largas colas para ingresar al
espacio o acceder a los servicios del lugar, lo que tampoco favorecía el ángulo
de visión para disfrutar del show.
Como dice el tema con el que abrieron, ‘it’s too late, the damage is done’ (es muy tarde, el daño ya está
hecho) y, lamentablemente, estas situaciones enfriaron la dinámica con que
venía desarrollándose la noche, que encaró una segunda parte más hitera y
efectista pero con otra energía.
‘Weird Fishes / Arpeggi’ y el rock amplificado de ‘Bodysnatchers’
fueron las últimas escalas por el aclamado In Rainbows antes de pasar a la
primera tanda de bises, que arrancó con dos temas de naturaleza acechante:
‘Climbing Up The Walls’ y ‘There There’. ‘Exit Music (For A Film)’ llevó las cosas a un
plano más depresivo y su estructura despojada y fantasmagórica lució la voz inmaculada de
Thom, que mantiene su registro de agudos sin fisuras.
Nuevamente no tardó en aparecer la electrónica esquizoide con ‘Idioteque’ y las disonancias y bases corpulentas de ‘National Anthem’, que, al igual que algunos temas del último disco, tuvo que ser resuelta en el vivo con otro tipo de arreglos a falta de orquestación o pistas de reemplazo.
Nuevamente no tardó en aparecer la electrónica esquizoide con ‘Idioteque’ y las disonancias y bases corpulentas de ‘National Anthem’, que, al igual que algunos temas del último disco, tuvo que ser resuelta en el vivo con otro tipo de arreglos a falta de orquestación o pistas de reemplazo.
Tras otro falso amague de despedida, Radiohead vuelve a escena
para duplicar los bises con los acordes bossanovezcos y agridulces de ‘Present Tense’,
que crean un momento de intimidad alterado por
‘2+2=5’ y la ciclotimia novelada de ‘Paranoid Android’, con la que se da
por concluido el show. La ovación del
público fue tal que la banda se asomó por tercera vez para finalizar con un
último tema por fuera del listado: la balada acomplejada y sufrida ‘Creep’, el hit en concesión a los fans que no
suele ser de su agrado tocar pero que tantas puertas les abrió a lo largo y ancho del
mundo.
True love waits...Dicen que
el amor verdadero espera…en el caso del público argentino, el reencuentro con
Radiohead tardó casi una década en llegar pero el tiempo fue compensado con un
show que, habiendo recorrido todas sus facetas, revalidó su evolución musical, en un trayecto
alternativo en el que aún continúan andando a paso firme en este present tense.
Txt: María Gudón
Ph: Cortesía de Gallo Blugermann / Rock Pix, Dani Strubia para Sulky En Vivo, Luciano Gertner y Emmanuel Distilo
Ph: Gallo Blugermann
Ph: Gallo Blugermann
Ph: Luciano Gertner
Ph: Cortesía de Gallo Blugermann / Rock Pix, Dani Strubia para Sulky En Vivo, Luciano Gertner y Emmanuel Distilo
Ph: Gallo Blugermann
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Ph: Gallo Blugermann
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Ph: Gallo Blugermann
Ph: Emmanuel Distilo
Ph: Dani Strubia
Ph: Dani Strubia
Setlist