Cuando
el vocalista canadiense Mike Milosh coincidió después de viajes y
flirteos musicales con el productor danés Robin Hannibal (Quadron),
grabaron en Los Angeles el disco Woman,
debut (y único trabajo hasta la fecha) del proyecto Rhye. Milosh por
aquellos días sentía fuertes corazonadas por la jóven actriz Alexa
Nikolas (de quien se enamoró y con quien poco más tarde contrajo
matrimonio). Se nota que el amor por su musa flotaba en el aire y se
coló con total consentimiento en las 10 canciones que presenta el
álbum, que sumergen a los oídos en un aura de intimidad, calidez,
sensualidad y delicadeza (la portada también lo confirma: con la
toma fotográfica minimalista de un cuerpo femenino en estado de
relajación orgiástica). Las pistas están servidas y con ellas se
puede sospechar de qué va la cosa: pop/ R&B sofisticado con
gotas de romanticismo y sexualidad: porque ambos se complementan en
esa burbuja impermeable de idealización donde no existe más que uno
y el objeto de afecto.
Por
definición, estar enamorado son varias dualidades conviviendo:
timidez y exhibición, cubrimiento y descubrimiento, sensatez y
sentimientos en carne viva, suavidad y pasión, erotismo y adoración.
Woman
es estar en cercanía con la persona deseada y amada en una
habitación, masajeando el pelo con las yemas de los dedos, rozando
el cuerpo del otro y sientiendo cómo se eriza la piel,
intercambiando besos que comienzan cohibidos y que luego terminan en
una conquista avasallante, quitando las capas de ropa para llegar a
conocer la naturaleza desnuda del otro. Pero ahí se cierra la puerta
con el cartel colgante en el picaporte de “Do Not Disturb”, ese
es el límite de privacidad hasta donde permite llegar al oyente. Se
viven tiempos en donde la obscenidad está alcanzando su pico de
vértigo y el sexo en la música se encuentra más presente que
nunca, pero este caso es especial porque no cae en la vulgaridad de
mostrar y aniquilar el misterio, sino que insinúa, sugiere e invita
a pasar a la trastienda de las fantasías, un mundo más interesante
que el de lo explícito y literal. También es ponderable que en un
panorama actual de vínculos frágiles y de reducida durabilidad
todavía haya quienes le canten a las conexiones de amor verdadero
desde una posición emotiva y honesta.
La
fibra íntima y el tacto se logran a partir de la simpleza de los
arreglos musicales: líneas de bajos protagónicas y lánguidas, la
participación de instrumentos de cuerdas (violines) o viento
(clarientes, saxos), estribillos gancheros con coros sutiles y la
voz sosegada de Milosh, que engaña y hace creer que quien canta es
una mujer, recordando a Sade, Tracey Thorn (Everything But The Girl)
o a la androginia vocal de Chet Baker o Sean Carey.
Las
canciones mantienen una estructura pop tradicional y accesible con
reticente intervención de sintetizadores electrónicos, tomando como
principios la pulcritud y la síntesis, el “menos es más”.
'Open'
y 'The Fall' son los comodines perfectos de apertura: en la primera
Milosh no le esquiva al erotismo (“I’m
a fool for that shake in your thighs/I’m a fool for the sound in
your sighs”) y en la segunda
reclama sus derechos sexuales insistentemente, acompañado de un
repetitivo loop de piano (“Make
love to me / One more time /Before You Go Away / Why Can't You
Stay?”). (Es interesante ver
también qué ocurre en ambos videos, que están entrelazados.
Mientras en el primero una chica mira por la venta a una familia tipo
con anhelos de trasladarse a ese futuro escenario de la vida con su
novio, en el último aparece esa misma pareja adulta abatida por el
peso de la cotidianeidad, habiendo perdido la chispa jovial y todo
rastro de diversión. El hombre desea volver el tiempo atrás y
reencontrarse con el recuerdo de su mujer, cuando no era tan seria y
se permitía ser más libre. Algo que concuerda con el dicho de que
desde la ventana de enfrente, siempre todo se ve mejor).
'Last
Dance' y 'Shed Some Blood' tocan aristas filosas: esas peleas
hirientes que son como las espinas de una rosa pero que fortalecen
las relaciones (“Tell me lies and lullabies but don't tell me
to change. These oily feathers prepped for a fight” / “We
shed some blood, we shed some tears. Don't call me love unless you
mean it”).
“3
Days” , al igual que “Hunger”, aparte de compartir el pulso
bailable, marca el reencuentro apasionado, el apetito voraz por
“comerse” al otro. Los temas menos lineales son: “One of Those
Summer Days” y el track que da nombre al álbum, en el que se
repite la palabra “Woman” hasta llegar a convertirse en un
balbuceo irreconocible.
Rhye
logra con este trabajo celebrar la exaltación de la figura y
condición femenina de la forma en que la mujer le gustaría que la
tributaran: cantándole a una geografía curvilínea llena de poesía,
relieve y sensibilidad.
Modo
de uso
Cuándo
escucharlo: Cuando encuentres y sientas la conexión mágica con
alguien
Cómo
escucharlo: en intimidad y relajación
Donde:
tumbados
sobre el sofá, cama o pasto
Se
recomienda guardar en la discoteca entre:
-
Sade – Promise (1985) y Love Deluxe (1992)
-The
xx – Coexist (2012)
-
Kindness – World, You Need a Change of Mind (2012)
-
Jessie Ware
-
London Grammar – If You Wait (2013)
-
The Weeknd – House of Balloons (2011)
-
James Blake – James Blake (2011)
-
Destroyer – Your Blues (2004) y Kaputt (2011)
-
BANKS – Goddess (2014)
-
Frank Ocean – Channel Orange (2012)
-
Everything But The Girl – Amplified Heart (1994)
-
Michael Franks – The Art Of Tea (1976)
-Daughter
– If You Leave (2013)
Fecha
de vencimiento:
El
día en que al mirar a tu pareja, lo sientas más cercano como
hermano o amigo que como amante