Ayer
la comunidad musical recibió la mañana con una noticia de tristeza
infinita: tras cuatro años en coma por un ACV en Venezuela (donde
dió su último concierto), Gustavo Cerati falleció a sus 55 años
en la clínica ALCLA (Nuñez) donde permanecía internado. El motivo
del deceso fue un paro respiratorio, según comunicó públicamente
su familia en la página y las redes oficiales del músico.
Miles
de fans y artistas allegados hicieron cuadras de cola para despedirlo
en la Legislatura Porteña y, ante la pérdida, se decretaron dos
días de duelo.
La
noticia sorprendió porque los partes médicos venían siendo
estables (especialmente desde la última actualización en su
cumpleaños) y no demostraban mayores complicaciones o riesgos. Si
bien tras el accidente Gustavo se encontraba en estado vegetativo, su
muerte no dejó de asombrar y provoca un gran vacío en el mundo de
la música.
Cerati
fue un artista vanguardista que se nutrió de las tendencias
internacionales y las adaptó a la cultura rockera local, importando
a sus sonidos desde el trip hop cargado de loops y samplers pasando
por el shoegaze y lo sónico, el pop con pinceladas góticas y los
beats electrónicos hasta el folk acústico. Disco a disco, tanto al
frente de Soda Stereo como en sus pasos solistas, se desafió a sí
mismo y al oyente con nuevas búsquedas, rompiendo el esquema de lo
que había hecho anteriormente y saliendo de su zona de confort para
explorar nuevas rutas. Siempre sonó con una pulcritud, precisión y
un buen gusto que nada tenía por envidiarle a cualquier artista
extranjero.
Sus
shows eran de avanzada, contaban con una infraestructura, juego de
luces y proyecciones de última tecnología, escoltados por una banda
de talentosos (Fernando Nalé, Fernando Samalea, Leandro Fresco,
Richard Coleman y Anita Alvarez de Toledo) que hacía que ese
engranaje sonara con total profesionalismo y frescura.
Por
estas razones (producción de alto nivel, ejecución de la guitarra
con maestría, voz exquisita, imagen cuidada, letras poéticas y
abstractas) y por su coherencia artística, consideramos a Gustavo
Adrián Cerati un músico conceptual de primera línea y celebramos
que haya sido nombrado en agosto Ciudadano Ilustre de la Ciudad de
Buenos Aires.
Así
lo recordamos con algunos de sus mejores temas. Buen viaje maestro,
ahora pasaste a la inmortalidad con tu obra.
Colores
Santos
Un
disco avanzado que resulta moderno hasta para nuestros días. Colores
Santos salió
en 1992 y marcó un momento único de fusión creativa entre Cerati y
Daniel Melero. Canciones nocturnas que coquetean con el pop ambiental
y las pulsiones electrónicas
11
Episodios Sinfónicos
Gustavo
se arriesga a llevar sus canciones al campo sinfónico-orquestal y
logra revestirlas de dramatismo y sofisticación ornamental. Todo
encaja a la perfección: la locación del concierto especial en el
Teatro Colón, su atavío (ese sobretodo simil al que usaría “El
Principito”, diseñado por Pablo Ramirez) y la numerosa orquesta
dirigida por Alejandro Terán.
Amor
Amarillo
Un
disco soleado y brillante de corte 100% pop. Por aquel entonces
Gustavo estaba concentrado en la intimidad del seno familiar y eso,
en parte, se nota en las canciones “Te llevo para que me lleves”
(en la que participa su ex mujer Cecilia Amenábar, que por aquellos
tiempos estaba embarazada de Benito) y “Lisa”, un track que
bautizaría a su hija tres años más tarde. Las vibraciones
electrónicas se dejan escuchar en “Pulsar” y las guitarras
alternativas reclaman su lugar con “Av. Alcorta”.
Bocanada
Cerati
es uno de los pocos referentes locales que supo hacer una bajada del
movimiento trip-hop. Junto a Flavio Etcheto, Leo García, Rudie
Martínez y otros músicos de la camada, creó un álbum de climas
cool , generando un patchwork o collage sonoro a partir de capas de
samplers. Abundan los climas sensuales y noctámbulos ( en“Tabú”
que se da el lujo de samplear a Spencer Davis Group, “Beautiful”,
“Verbo Carne” y “Paseo Inmoral”), los pasajes instrumentales
colgados y la estabilidad mid-tempo (“Río Babel”, “Engaña”).
Una
verdadera bocanada de aire fresco que irrumpe en la escena por 1999
Siempre
es Hoy
La
tendencia por el 2002 se centra en el pop con sintetizadores y
sutiles arreglos de guitarra (en Argentina conviven muchas bandas
dentro del campo dedicadas al género: Bristol, Proyecto Verona,
Miranda, Adicta, Entre Ríos, Altocamet). Gustavo inocula su música
con estos rasgos y produce el disco más electrónico de su carrera,
en parte influenciado por otros proyectos como el soundtrack del film
lisérgico +Bien (en el que actúa junto a Ruth Infarinato) y en
parte por arrastrar la marcha bailable de su proyecto techno Plan V.
Como evidencia de esto, al año siguiente sale el disco de
reversiones de Siempre Es Hoy, con mixes a cargo de renombrados Djs y
productores de la escena nacional
Ahí
Vamos
El
cuarto disco corta por lo seco con la búsqueda anterior para subir
el volúmen a tope, pisar el pedal de distorsión y entregar riffs de
guitarra bien rockeros (“La Excepción”, “Dios Nos Libre” o
“Bomba de Tiempo” son ejemplos). Las baladas pop siguen en
vigencia por momentos y tocan su pico más alto con “Adiós”,
“Crímen” y “Lago en el Cielo”
Fuerza
Natural
Las
influencias se detienen en el country y el folk de los setenta.
Cerati logra una obra mística muy ligada a la naturaleza, la banda
sonora ideal para ambientar un road tripping diurno. Hay un tributo
al órden cósmico, al viaje de expansión a la conciencia, al
equilibrio interior y a los misterios que se esconden tras fenómenos
astrológicos y alquímicos.
Casi
como un presagio de lo que ocurriría meses más tarde tras su
accidente cerebrovascular, el disco tiene frases como “Cerca del
final, solo falta un paso más, siente un déja vú” y termina con
el track oculto # (Numeral), que se despide con la frase “Paré de
contar”.