martes, 15 de noviembre de 2016

Travis en el Gran Rex: grandes melodías que trascienden cualquier moda



La salida del octavo disco de Travis,  Everything at once, al igual que el anuncio de su tercera visita a Buenos Aires, fue con mucha discreción. Posiblemente el álbum no figure en los principales anuarios de revistas a fin de 2016 ni sus cortes hayan tenido demasiada rotación radial, al menos no como en su época de oro. Si se toma a eso y las tendenciales musicales  actuales como parámetros de éxito, entonces la banda escocesa  puede izar la white flag dando la batalla por perdida. Pero la realidad es que a miles de kilómetros del otro lado del Reino Unido se ganaron otra cosa valiosa: un Teatro Gran Rex lo suficientemente colmado que los espera buscando otros recursos: las canciones como vehículo de conmoción.

La banda sabe lo que el público desea escuchar e irrumpe en medio de un decorado de edificios de colores (que ilustran la portada de su último trabajo) abriendo el show con ‘Sing’, el himno country-pop con banjo que los catapultó hacia la fama  a comienzos de los 2000, cuando el Brit Pop parecía dejar una escena huérfana con ellos, Coldplay y Keane como únicos herederos de la corona. Acto seguido suena ‘Selfish Jean’ con arpegios pop y base á la Motown y ‘Writing To Reach You’, el tema más próximo a ‘Wonderwall’ que una banda de estirpe británica podría haber compuesto post-Oasis.

El repertorio circula entre siete discos de estudio pero se centra con fuerza en el material de los primeros y aclamados The Invisible Band y The Man Who, del cual repasan la balada ‘As You Are’ y ‘Driftwood’, que dan cuenta del porque fueron rotulados tantas veces bajo el género azucarado twee pop.

Francis Healy se siente como en casa y, dado que a diferencia de los festivales anteriores esta vez Travis capitaneó su propio show en la intimidad de un teatro, el contexto  facilita otro acercamiento con el público y las ganas de explayarse del líder.

Hace 26 años que somos amigos y nos llegó el éxito de forma accidental. Nunca compusimos una canción para pegarla en la radio o vender discos, las hacemos dedicadas a alguien que queremos,  una pareja o un amigo. Cuando vamos a las radios no nos entienden. Nunca vamos a hacer cosas comerciales para vender por demás, hacemos lo que realmente sentimos’  explica el cantante, dejando en claro que sus talentos quedan a merced de las exigencias que demanden las canciones. Ante los fuertes aplausos continúa demostrando su familiaridad y lazos con el país: ‘En Glasgow, Escocia, de donde somos, la gente se parece bastante a la de acá: son pasionales y con los pies sobre la tierra.  Esas cosas nos hacen sentir como en casa’ menciona, ganando la confianza de la gente e invitando a que sienta parte del grupo.

Healy anuncia el tema ‘Animals’ (del último disco) como una de las composiciones favoritas del bajista Dougie Payne,  de quien más adelante también sonará ‘Moving’, y luego dedica ‘Re-Offender’ a su madre, contando un episodio  de violencia familiar como pie introductorio para explicar que el tema trata sobre salir adelante en una relación conflictiva.
Suena ‘Side’ y pegado a eso el cantante se baja del escenario para repartir una infinidad de besos, abrazos y selfies entre la gente y cantar parado desde las butacas (!)  ‘Where You Stand.

Healy vuelve a hacer un parate para mencionar que ‘Paralysed’ (otro de los pocos temas del último disco que sonaron en vivo) habla de la adicción tecnológica y lo anestesiada que esta la sociedad mirando todo a través de la pantalla y luego da lugar a la hermosa  balada sensible ‘Closer’, salida del gran disco olvidado The Boy With No Name.

Lo atractivo de Travis es que la entrega escénica viene desde un lugar sincero donde no existe la pose: son un grupo de amigos a los que se los ve cómodos haciendo lo que más les gusta de forma espontánea y manteniendo un bajo perfil  que no opaque su trabajo melódico, por eso es difícil que no despierten simpatía.  Los años les pasaron factura física, especialmente al cantante,  una especie de Thom Yorke listo para ser audicionado en el casting del Náufrago. Pero a su música y actitud aún no les llegó la mayoría de edad y ellos se divierten como chicos saltando por el escenario,  juntando espaldas con guiños cómplices mientras tocan, ejecutando solos tirados desde el piso, incentivando aplausos y participación del público y hasta moviéndose de forma payasesca (merecen un párrafo aparte Payne y el guitarrista Andy Dunlop).

Hay algo que se llama ‘química’ que aún no se perdió y el cantante  lo enfatiza contando que hace 20 años transcurrían los primeros ensayos  en un reconocido pub de Glasgow y que de esas juntas salió lo que se considera el mayor himno de la banda ‘All I Wanna Do Is Rock’, el momento más rockero del encuentro.

Para la despedida cierran con ‘Turn’. Los bises no tardarían en llegar y Francis reaparece solo para marcar uno de los puntos más altos de la noche: llevar ‘Flowers in The Window’ a su mínima expresión,tocándola a capella y sin microfonear, para lo que pide colaboración y silencio del otro lado. Si en la cancha se ven los pingos, ese momento determina  que Travis es una banda grandiosa de melodías  que no necesita más ornamentos de base que la canción despojada para lograr movilizar.

La última estocada, de nuevo  con la formación completa, viene dada por ‘3 Miles High’ (dedicada especialmente a su club de fans local), ‘Magnificent Time’  (un tema jueguetón con guiños a ‘Obladi oblada’ que, al igual que en el video, viene con instructivo coreográfico) y, predeciblemente, pero sin perder su efectividad emotiva, ‘Why Does It Always Rain On Me?’, el hit de todo antinhéroe al que no lo acompaña la suerte.

Quizás el momento de furor  en la trayectoria de los escoceses ya haya pasado hace lejos y hace tiempo y esos días no vuelvan más. Pero lo que se ve en la actualidad es una banda que envejeció dignamente creyendo en su propuesta: canciones simples compuestas magistralmente. Ese poder vence a cualquier moda y traspasa cualquier tiempo.


Txt: María Gudón
Ph: cortesía de Zattti para DF Entertaiment