jueves, 26 de diciembre de 2013

Lucas Martí en Niceto: el entregador de himnos de vanguardia


Quien asiste regularmente a los shows de Lucas Martí sabe más o menos con qué panorama se va a encontrar: un repertorio que se balancea por todos sus discos solistas (que se inclina más hacia sus dos grandes obras hiteras Tu Entregador o Pon En Práctica Tu Ley, pero que no desatiende la trilogía novelada y acústica de los Actos de Noción, su debut Simplemente o alguna rareza que parece olvidada, como el EP Por 200 años más).  Su público, un círculo selecto pero fiel de caras familiares, refleja la camaradería que se respira, dejando la impresión de un club social en el que reinan las ganas de pasarla bien con la música como nexo de unión.

Nadie es ajeno a esa fiesta: el mismo Martí invita a que todos se familiaricen, pidiendo que se acerquen al escenario y que no se imponga la distancia entre un bando y el otro.

Luego de presentarse en una seguidilla de shows en el club de arte La Oreja Negra con su último disco El Gran Desconocido Popular como carta fuerte, esta vez la fecha alteró un poco ciertos convencionalismos. Martí y su banda, un afiladísimo cuarteto de total precisión completado por Nicolás Pedrero (guitarra), Ezequiel Kronenberg (bajo), Alejandro Carrau (teclados) y Diego Arcaute (batería), eligieron para despedir el año al lado B de Niceto Club, un espacio que, más que comportarse como el living íntimo de una casa, transpira rock, potencia y distorsión.

Tras una oportuna ambientación  tropical en vinilo con música  exótica y voodoo a cargo de Nekro (BB Kid), se escucharon las primeras bases de ‘Por descarte’ y ya todos enfilaron a la danza obligada, sintiendo el ritual de bienvenida.

Lucas invitó a dos amigas de su proyecto Varias Artistas, Julieta Brotsky (Julieta y los Espíritus) y María Ezquiaga (Rosal) para los coros de ‘Mensaje’, algo que durante la noche se repite con otros temas que exigen femineidad y ángel como: la embriaguez romántica de ‘Tu Entregador’, el pop juguetón de ‘Date y Dame’ o ‘El nene del tren’ y ‘Subte’, dos temas salidos de su última placa.

El cantautor se posesiona en el universo de sus canciones, gesticulando lo que retrata la lírica.

La coherencia existe en todo momento: los viejos temas como ‘Dolor + miedo’ y ‘Lo tan que me siento’ conviven armónicamente con la inocencia divertida de ‘No dejes de cantarle al amor’ o ‘Cosas Vencidas’, sin que la madurez de sus últimos trabajos choque o haga ruido. 

Hay dinamismo, aceleración, destreza musical y complejas melodías sincopadas pero también hay climas tranquilos donde la cuestión no pasa por el ‘cómo’ sino por el ‘qué’ se quiere decirEn este conjunto entran ‘No Encajes’ (el canto de resistencia ante los dictámenes sociales), ‘Hay más’ (el despojo de las máscaras y poses que revisten a las personas evitando el encuentro consigo mismas) o ‘Proyectar’, la construcción de un nido de amor como hábitat. La moraleja por conservar la identidad ante un mundo estandarizado de etiqueta repercute genuinamente hasta el mínimo detalle como el vestuario elegido, una remera pintada artesanalmente por el propio Martí, que también se dedica a las artes plásticas. Otro punto que cierra  dentro del marco de coherencia del artista.

La gente enloquece ante algunos temas que son a esta altura como grandes éxitos infaltables: ‘Pon en práctica Tu Ley’, ‘Ingles’, la rítmica ska de ‘Programa Perfecto’ o ‘Encriptar’, tienen arreglos de violas metaleras y sintetizadores que recuerdan al pop de Virus. Eso, conjugado con las luces y el humo del lugar envuelven en atmósferas ochentosas a lo Badía & compañía, una postal que marcó el crecimiento de varios presentes que bordean o están plantados en sus treintas.

El cierre viene dado por ‘Rompehielos’, una pieza progresiva como sostén ante un mañana impredecible, para dar por finalizada la noche con dos temas de su ex banda A-Tirador Láser como bises. Yul Acri sube a escena a darle su toque a los teclados en ‘Rouge’ y las ‘bebotas’ lo vuelven a escoltar con la presencia de Noe Mourier (Coco) en los coros de ‘Es parte en mí’.

Martí, como bien dice el oxímoron, podría ser el ‘gran desconocido popular’ del que habla, una figura que aún transita entre el límite de culto y lo popular, tocando himnos de profundo alcance sentimental y crítico para sus incondicionales seguidores, que encuentran un refugio alternativo en su voz. Esa libertad es un premio que hoy está reservado a unos pocos.

Txt: María Gudón
Fotos: Santiago Teves Acosta
















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